CAPÍTULO 2

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Alguna vez han sentido que su vida no tiene sentido, que ya nada importa, solo quieres desaparecer, dejar de existir

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Alguna vez han sentido que su vida no tiene sentido, que ya nada importa, solo quieres desaparecer, dejar de existir... Pues así me sentía en este  momento.

Después de llorar por horas en mi habitación logré calmarme, respirar profundo y poner en orden mi mente. Es increíble como luego de sacar todo lo que llevas dentro logras calmarte, estar relajada y solo mirar a la nada, sentir y de alguna manera disfrutar el silencio.

Logré incorporarme a la realidad y pensar qué haría para dejar de ser esa Sophia buena que nadie valoraba y que por más que lo intentara nunca sería la hija perfecta para sus padres. Era momento de empezar a crear mi propia vida.

Mi madre pensaba lo peor de mí y mi padre la apoyaba, -aunque pensándolo bien mi madre sabe como manipularlo a su antojo- así que si eso pensaba de mi, iba a hacer que todos aquellos rumores que ella escuchaba de mi se convirtieran en realidad.
                                                                                   
Hoy era un día un día nuevo, el nacimiento de una nueva Sophia, una nueva vida y un cambio, un poco o muy repentino, que traería con sigo libertad y deseos de hacer lo inimaginable. Era el momento perfecto para empezar a vivir a mi manera. Una vida sin reglas.

Estaba a pocos días de terminar la secundaria, la antigua Sophia tenía planes de entrar a la universidad y terminar una carrera; pero esta Sophia no tiene ni la mas puta idea de qué hacer con su vida.

Lo único que tengo claro es que deseo con todas mis fuerzas hacerles pagar a mis padres por haber arruinado mi infancia y mi adolescencia. Los necesitaba a ellos, necesitaba su amor. Con regaños, insultos y su falta de confianza hacia mi solo lograron que los odiara poco a poco. Tenía una vida que no era mía, nunca pude hacer algo que en verdad quisiera, todo lo que era lo hacía para complacerlos pero nunca hice algo que me gustara y deseara de verdad.

Luego de tomar una ducha, busqué en mi armario algo con lo que me identificaría de ahora en adelante, así que corte uno de mis pantalones lo más corto que pude, y una blusa a la que le quite las mangas y le hice un pronunciado escote.

No era la chica más sexy del salón pero tampoco era un adefesio humano. Medía un metro sesenta y tres, tenía un peso acorde a mi edad,  mis ojos eran sensualmente cafés y un cabello castaño ondulado -simplemente era una chica normal aunque mi vida fuera un caos rotundo-

Habían chicos que me hablaban y querían salir conmigo pero por culpa de mis padres, -y en parte por mi culpa también- el estudio y mis buenas calificaciones eran primero, y nada de distracciones.

No tenía la costumbre de maquillarme pero a partir de ahora lo haría: un poco de polvos, corrector para disimular que había llorado la noche anterior, delineador, rímel y un muy sensual labial rojo. Me puse mi nuevo atuendo junto con unas converse y estaba lista para comenzar mi nueva vida. Me miré al espejo y en serio estaba irreconocible, un gran cambio. Uno de tantos que vendrán.

Mis padres habían salido desde temprano así que me evitaría su discurso del año por mi atuendo "totalmente inapropiado", según ellos.

Mis padres siempre me llevaban a la secundaria en auto y cuando no podían tenía que tomar el autobús; en este caso era perfecto ya que todos me verían. Los ojos son para ver así que hoy era mi día para lucirme como toda una diosa. Ok sí, mi ego era alto hoy.

Al subirme al autobús me senté a la par de un chico absolutamente sexy, estaba vestido con una camiseta de los Yankees, que dejaba al descubierto sus brazos tonificados y con un par de tatuajes de un tigre y unas letras árabe.

Lo miré y le sonreí, al parecer estaba estudiando para su examen antes de que me sentara a su lado- digo "estaba" porque cuando llegue cerró su libro y no paraba de mirarme de reojo- aunque en realidad no exactamente me estaba mirando a mi, sino a mi pronunciado escote. El escote que le hice a mi blusa mostraba bastante, así que si él estaba mirándolas, pues que mirara un poco más, así que me bajé más la blusa y por ende mis pechos estaban más descubiertos.

Estábamos cerca de llegar a la secundaria, así que tomé lápiz y papel, apunté mi número telefónico y antes de bajarme del autobús se lo di, junto con una mirada seductora y un beso robado. Un poco atrevido ¿no? Pues sí, ¡lo hice! YA NADA ME IMPORTABA

Salí del autobús lo más rápido que pude dirigiéndome al salón, no podía creer lo que había hecho, lo hice sin pensar y me gustó. Sorprendentemente me gustó, no pensar en las consecuencias, solo actuar por impulso. 

Al llegar al salón comenzó la tortura. Tragar materia para escupirla en un examen, escuchar las anécdotas de la señora Smith,-que siempre nos contaba toda su vida y hasta lo que le sucedía de camino- tareas, proyectos, exposiciones, todo lo que implica final de curso. Además de eso mis compañeros de clase no paraban de preguntarme del por qué de mi cambio tan repentino de apariencia. Cada vez que me preguntaban, solo me iba de allí sin decir ni una sola palabra. No quería hablar con nadie, y además qué les iba a decir, que estaba en un proceso de fastidiar la puta de existencia de mis padres por haber jodido ellos la mía desde que tengo uso de razón?

Durante el día me senté en el último asiento de la clase, no le hablé a nadie ni siquiera a Abril, lo único que deseaba era que las clases se acabaran e ir a caminar a donde el viento me llevara y no regresar al infierno en que vivía, nunca más.

Tres de la tarde en punto sonó la campana de salida. Decidí caminar por las calles sin rumbo, sólo quería estar sola y no tener que darle explicaciones a nadie. Mientras caminaba me detuve frente a un night club, y mire un cartel en donde decía que solicitaban mujeres jóvenes con actitud y seguras de sí mismas. Me quedé mirándolo por un tiempo, pensando...

-Tienes todo para hacerlo, ¡hazlo!- me dijo un hombre alto, con traje negro y con lentes oscuros

-Solo estaba mirando, nada más- le contesté al hombre con una sonrisa nerviosa.

-Esta bien, pero piénsalo. Tienes todo para hacerlo.- me miraba de arriba a abajo

¿Podría trabajar aquí, en un night club? Esto es algo que nunca se me había ocurrido. Además no sé qué es lo hay que hacer.  ¿En realidad podré hacerlo?  ¿Podré soportarlo? ¿Esto es lo que quiere hacer la nueva Sophia?

Más y más preguntas invadían mi cabeza y dejé que mi impulso actuara. Pase lo que pase, sin pensar en las consecuencias. Esto mataría a mis padres de seguro. 

-¡Espere! Quiero entrar. ¿Qué debo que hacer?

 ¿Qué debo que hacer?

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Cambios RepentinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora