No digas adiós

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Un día más de amarga soledad, un día más de lamentarse su existencia, un día más de inútiles esfuerzos.
Por suerte, la fría noche había concluido un día más de frustración en la vida de Yamazaki Sousuke, cada día en que sus amargas memorias lo atormentaban, los días en el trabajo eran espantosos, cinco años de la misma porquería, cinco miserables años de dolor.
No, ya no debía pensar en eso, solamente se atormentaba, solamente le dolía, e incluso ahora, sólo pensaba en que quería que fuera de otra forma.
Se llevó su gran mano al rostro, y cerró los ojos mientras se recargaba en el muro que daba a un callejón, un callejón oscuro en medio del distrito Shibuya, iluminado ocasionalmente por los anuncios luminosos.
Levantó el rostro un poco para poder suspirar, en ese instante un auto pasó de cerca, iluminando con sus luces aquel rincón sin salida. Y entonces Sousuke notó algo extraño, había un bulto en medio de los botes de basura, se acercó cuidando sus pasos y después retiró la vieja manta de color gris, notando que era alguien, un muchacho, dió un salto hacia atrás.
¿Estaba muerto?
Su rostro pálido y sus labios sellados lo hicieron dudar, se inclinó y sintió su tibia mejilla, estaba vivo.
Lo cargó sobre su espalda, su departamento no quedaba lejos de ahí de cualquier forma.
Además, no podía perdonarse dejar a alguien así, tan indefenso, pensaba que quizá si hacía algo bueno, su terrible sufrimiento acabaría.
                                ~❤~
El olor de comida lo hizo despertar, estaba calentito, suavecito, ¿Estaba muerto? Finalmente se reincorporó asustado de lo que estaba pasando, pestañeó, era una habitación, estaba sobre una enorme cama de sábanas blancas, a lado había un buró negro con una lámpara de noche, también las almohadas eran grandes y esponjadas, escuchaba las noticias en el canal 3, y aroma a café inundando la habitación de paredes blancas, las persianas estaban arriba, dejando entrar la luz del sol, ¿Dónde estaba? Hace poco había estado en un basurero.
—Buenos días—
La voz gruesa a su derecha lo hizo voltear, topandose con un hombre de ojos agua y semblante intimidante.
—¿Cómo te llamas?—insistió.
—Nanase...—dudó, y es que acababa de huir, ¿Qué pasaría si lo atrapaban de nuevo? En ese instante, fue dejada, sobre su regazo, una charola con comida, sus ojos se iluminaron y comenzó a comer con rapidez, devorando todo sin chistar, porque hacía mucho tiempo que un pan tostado no sabía así de bien.
—¿Tienes donde quedarte?—preguntó el joven de ojos agua, a lo que Nanase negó apenado.
—¿Qué remedio? Puedes quedarte aquí un tiempo, soy Yamazaki Sousuke.
                              ~❤~
Nanase había tomado la ducha prestada, se había sentido tan bien bajo el agua caliente, sintió como una parte de él volvía a la vida.
Llegó a la sala de estar mientras se secaba su negro cabello con una toalla blanca y usando sólo una camisa blanca del más alto que amablemente le había prestado, y es que los pantalones no habían podido ajustarse a su delgado cuerpo, así que por ahora estaba bien con sólo usar eso.
Sin darse cuenta, un par de ojos agua se habían clavado en él, para cuando se dió cuenta, fue demasiado tarde, así que con vergüenza, caminó hacia el diván que estaba en medio de la sala y se sentó, ante la atónita mirada de un joven alto, y es que no podía creer que ese rostro hermoso fuera el mismo de aquel muchacho sucio que encontró en el basurero, no podía creer que debajo de toda la mugre existía la posibilidad de algo perfecto y hermoso, al darse cuenta de lo que pensaba, ocultó su rostro en medio de los cojines del sofá, no, no debía enamorarse otra vez.
Nanase soltó una suave risa al verlo en ese estado tan infantil.
                                ~❤~
Mientras más tiempo Sousuke pasaba cerca de Nanase, sentía como su corazón volvía a latir.
Nanase siempre parecía tan misterioso, pero a la vez tan inocente.
A veces salían, y a Sousuke le gustaba verlo sonreír, cada vez que Nanase sonreía, Sousuke sentía que su corazón se derretía.

Durante una tarde, casi cuando el sol se ocultaba, mientras esperaban el tren en la estación y compartían una orden de takoyakis, Sousuke rodeó la cintura de Nanase  en un abrazo, el volteó a verlo sorprendido, y después se quedaron mirando fijamente, acercando sus rostros para besarse, fue un corto y suave beso, pero lo suficiente para transmitir sus sentimientos.
«Soy Nanase Haruka, ese es mi nombre completo»
Y Sousuke sonrió mientras acomodaba el cabello de Haruka detrás de su oreja. Haruka era increíblemente hermoso, había llegado como una salvación a su horrenda vida.
Estaba feliz como nunca antes lo había sido.
Pero aún así, algo lo atormentaba: su memoria.
                                 ~❤~
Haruka había descubierto su talento en el dibujo y cada que podía, y sí Sousuke no se daba cuenta, lo retrataba en un blog que siempre cargaba a todos lados, Sousuke trató de convencerlo mil veces de que se lo mostrará, pero Haruka se negaba rotundamente.
Una tarde, cuando al fin se había decidido a mostrarle solamente una de sus obras, se acercó a Sousuke que dormía en el sofá después de una larga jornada en el trabajo, cuando llegó a su lado, vio que había un álbum en la mesita de noche, lo abrió y vió fotografías, de Sousuke mucho más joven, quizá un Sousuke de preparatoria, con otro muchacho de cabello rojo, se veían tan felices en esas fotos que Haruka sintió un poco de envidia.
Él quería hablar de eso con Sousuke, pero simplemente no podía, no podía entrometerse más en su vida.
                                 ~❤~
Una tarde, mientras Sousuke trabajaba en casa, su celular sonó, el número era privado, cosa que lo extrañó, pero posiblemente era algún cliente.
—¿Hola?
—Fue una mala idea haberte llevado al chico del basurero, ¿Sabes en que problema estás metido?
Era una voz masculina al otro lado de la línea.
—¿Quién habla?—insistió Sousuke.
—Solo escucha, sé que tú tenías un novio que desapareció hace unos años, yo tengo a tu novio, hagamos el cambio, yo quiero a ese chico de vuelta y tu a tu novio cerca de ti una vez más, ¿Verdad? Nos conviene a ambos.
Sousuke cortó la llamada, volteó a ver a Haruka que dibujaba sentado en el diván.
                                ~❤~
Era ya casi noche cuando Sousuke y Haruka salieron a pasear a la lejanía del distrito Shibuya, en un hermoso y amplio lugar lleno de fresco pasto alto, en ese instante, reconoció el auto negro que se estacionó frente a ellos, Haruka se detuvo y observó a dos personas bajando de él, a ambos los conocía. Estaba su peor pesadilla frente a él, un joven de cabellos rosáceos, y a su lado, el joven pelirrojo de las fotos que tenía Sousuke en ese álbum.
Sousuke notó como Haruka se quedaba atrás, volteó a verlo y después volvió sobre sus pasos tomándolo de la muñeca.
—Vamos.
—No quiero—interrumpió Haruka con un rostro afligido mientras negaba varias veces con su cabeza.
Sousuke lo miró y deseó echarse a correr junto a Haruka. No podía dejarlo.
Volteó de nuevo al frente y vió al hombre de cabello rosa y a su antiguo amor, a la persona por la que aún lloraba, volvió su vista a Haruka y notó su bello rostro llenarse de lágrimas, suspiró y después se giró dispuesto a seguir caminando, mientras evitara ver a Haruka sería más fácil.
—¡No vayas!—pidió Haruka tomando la mano de Sousuke.
Sousuke miró el rostro de Haruka una vez más, siempre era hermoso, pero más aún cuando sonreía, recordó su primer beso, el primero de muchos que se dieron, y después...
Arrebató su mano del agarre de Haruka y siguió su camino, dejando atrás a un Haruka atónito que no dejaba de llorar.
Y mientras era arrastrado por el hombre de cabello rosa, estiraba su mano llamando a Sousuke que se alejaba abrazando al pelirrojo, no importaba cuantas veces gritara su nombre, Sousuke no volteó, lo ignoró, alejándose, junto a Rin, el pelirrojo de las fotografías, la persona a la que realmente amaba.
Sintió una opresión en el pecho cuando escuchó a Haruka gritar su nombre «No me digas adiós, no a mí, Sousuke» gritaba y forcejeaba, pero no volteó ni una sola vez.

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