CAPÍTULO 1- ESA NO SOY YO

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-Por última vez mamá, ¿por qué tengo que ir a esa estúpida fiesta? Ni siquiera me llevo bien con Amanda, de hecho hace años que no hablamos... -Dije un poco molesta.

-No seas así hija, tienes que relajarte, todo el día encerrada en tu habitación no es bueno para ti. –Dijo mi madre con voz calmada.

Miré a mi madre y ella me dedicó una sonrisa tan dulce que acabó por convencerme.

-Está bien mamá- Dije al fin.

-¡Ya verás que bien lo pasáis! –Mi madre me abrazó tan fuerte que parecía que me quedaba sin aire.

-Mamá, ¡que me ahogo! –Dije un poco exhausta.

-¡Perdona cariño! –Mi madre se dirigió a la escalera y bajó al primer piso.

-Genial, y ahora que me pongo. –Pensé.

A decir verdad, yo nunca me compraba vestidos llenos de brillos como las estúpidas niñas de mi clase. No sé, quizás no me gustaba ir vestida como un payaso a clase, ese no era mi estilo. A mí me gustaba más el estilo skater, de hecho era el único estilo que me iba bien y con el que más cómoda me sentía.

Busqué y busqué que no había nada en mi armario.

-¡MAMÁ, NO TENGO NINGÚN VESTIDO QUE PONERME! –Grité ya que era la única forma de que mi madre me escuchara desde abajo. Mi madre subió corriendo las escaleras y entró en mi cuarto. Para mi sorpresa traía algo en las manos, una caja bastante grande.

-Aquí tienes un vestido cariño. –Dijo mi madre luciendo una gran sonrisa en el rostro.

-Pero, ¿qué? –Dije bastante sorprendida.

-Ya me habías comprado un vestido, ¿verdad? –Me crucé de brazos.

-Sí, ¡póntelo, seguro que te queda genial! –Dijo mi madre entusiasmada.

Me puse el vestido. Era rojo con brillantes y bastante corto pero no era lo suficiente guay como para ponérmelo dos veces.

-¡Qué bien te queda, estás guapísima cariño! –Dijo mi madre con la boca abierta.

-¡No exageres mamá! –Me ruboricé un poco, he de admitirlo.

-En media hora nos vamos así que arréglate el pelo y ponte los zapatos que están aún en la caja. –Dijo mi madre entusiasmada.

-Genial. –Dije irónicamente.

Me miré al espejo y me dije a mi misma: esa no soy yo.

Llegó la hora de irnos a esa estúpida fiesta y yo sentía que desde un principio no iba a encajar. Todos los invitados que iban a ir eran del instituto, gente que incluso estaba en mi clase pero con los que yo nunca había mantenido ninguna relación de ningún tipo.

Mi madre se bajó del coche y fue a donde estaba la madre de Amanda, Jacqueline con quien tenía una amistad desde hace ya bastante tiempo, motivo por el cual yo tuve que soportar a su hija. Como sabía que querría saludarla, yo me despedí de mi madre en el coche para posteriormente salir pitando hacia el baño y quedarme allí metida toda la noche. En el camino no tuve mucha suerte que digamos:

-¡Courtney! –Dijo Amanda con cara sorprendida.

-Mierda. –Susurré.

-¡Cuánto tiempo! –Se dirigió a mí y me dio un abrazo.

-Su-supongo... -Dije un poco confusa por su amabilidad.

-Bueno, recuerda estás en tu casa. –Dijo con una falsa sonrisa en la cara.

Observé como se alejaba hacia un grupo de personas bastante grande. Yo aproveché para ir corriendo hacia mi escondite cuando de repente escucho mi nombre.

-¿Courtney? –Dijo Izan sorprendido. Izan era el novio de Amanda, el deseado por todas blah blah blah... No por eso dejaba de ser un completo idiota.

-Perdona, tengo prisa. –Dije de forma brusca.

Lo dejé con la palabra en la boca y me fui. Ya llegando al baño de arriba me encuentro con Ashley, Anne, Mary y Nicole, el grupito de amigas de Amanda.

-¿Qué hace ésta aquí? –Dijo Anne un poco enfadada.

-Eso, ¿Qué haces aquí? –Dijo Ashley.

-No lo sé ni yo... -Susurré.

-Chicas, que maleducadas sois... -Dijo Amanda subiendo las escaleras.

-Recordad, os dije que Courtney iba a venir y que sería una de las invitadas más especiales de mi fiesta de cumpleaños. –Añadió. Ese comentario provocó la risa entre su séquito de arpías.

-Ah sí, es verdad, ¡qué tontas! –Dijo Nicole.

-Ya sabéis chicas lo que tenéis que hacer. –Dijo Amanda cruzándose de brazos.

Entre todas me cogieron y me pusieron una cinta en los ojos para que no pudiera ver lo que tenían planeado.

-¿Qué hacéis? ¿A dónde me lleváis? –Dije bastante molesta.

Cuando me quitaron la venda vi que estábamos en el jardín, justo al lado de la piscina.

-Amanda, no sé nadar. –Dije un poco asustada.

-¿Ah no? Pues es hora de que aprendas. –Dijo con una cara de maldad impresionante.

Iba a contestar cuando Amanda me empujó a la piscina. Caí en el agua y fue entonces cuando intenté subir a la superficie pero ese vestido me apretaba tanto que me costó muchísimo; al fin lo conseguí pero el no saber nadar, se me complicó aún más las cosas. Cuantos más gritos de auxilio pedía más pasaban de mí todos aquellos invitados que Amanda tenía en su fiesta.


CULPABLE ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora