Estuve en el agua intentando salir a flote pero no lo conseguía; tragué tanta agua que fue cuestión de segundos que me desmayara, a partir de ese momento, no recordaba nada.
Cuando abrí los ojos, observé que estaba en un hospital, en una camilla postrada.
-¿Qué hago aquí? –Dije confusa.
-¡Dios mío! –Dijo mi madre acercándose deprisa a la cama.
-Mamá, ¿qué hago aquí? –Repetí.
-Cariño, tuviste un accidente, pero tuviste suerte, alguien pudo salvarte. –Dijo mi madre con lágrimas en los ojos.
-¿Uhm? –Dije confusa.
-Entra por favor, le hará bien verte. –Dijo mi madre mirando hacia la puerta. Fue entonces cuando lo vi, era Izan, el hermano de Amanda, ¿fue él quien me salvo? ¡Qué raro!, la última vez que lo vi... espera, no lo recuerdo, hace tantos años que no sabía de él.
-Hola Courtney. –Dijo un poco avergonzado, supuse que sería por la presencia de mi madre.
-Bueno, os dejo solos. –Dijo mi madre con una gran sonrisa en la cara.
-¿Qué tal te encuentras? –Dijo preocupado.
-Bien, no es nada. –Dije intentando tranquilizarle.
-Siempre tan segura de las cosas. –Dijo de forma vacilona.
-Sí, yo misma sabría si estoy bien, ¿no? –Le respondí de la misma forma.
-Claro Courtney. –Dijo mientras caminaba hacia las flores de encima de la mesa.
-¿Tú me has dejado esas flores? –Dije de forma burlona.
-Ni hablar, habrá sido mi madre. –Dijo Izan con una sonrisa pícara en la cara.
-¡Menos mal! –Dije de forma graciosa. Ambos reímos.
-Bueno, supongo que querrás estar con tu madre, así que me voy a ir ya... -Dijo Izan.
-Vale, como quieras. –Le respondí un poco seca.
Entró mi madre en la habitación con una gran buena noticia.
-Venga cariño, ¡nos vamos a casa! Ya te dieron el alta. –Dijo mi madre bastante contenta.
-¡Genial! –Dije entusiasmada, no aguantaba ni un segundo más en este hospital.
Ya en casa:
-Si necesitas algo, solo tienes que decirlo cariño. –Dijo mi madre dándome un beso en la mejilla con dulzura.
-Gracias mamá. –Dije devolviéndole el beso.
Cuando entré en mi cuarto me dispuse a coger el ordenador pero la taza de café que traía en la mano se cayó accidentalmente. La taza se fue cayendo poco a poco como si fuese en cámara lenta sobre mi alfombra hasta que por fin la tocó. En ese momento no entendía lo que pasaba pero luego razoné y decidí pensar que alomejor todavía estaba tocada desde el accidente y que probablemente sería todo producto de mi imaginación. El día transcurrió normal, como siempre pero puede ser que pensara demasiado en lo que había ocurrido con la taza, cosa que no me dejó descansar esa noche.
Al día siguiente mi madre me despertó con besitos por toda la cara. Mis gruñidos de "déjame 5 minutos más" parecían no surgir efecto ya que mi madre no paró hasta que me levanté por fin de la cama.
-Cariño, ¿lista? –Dijo mi madre con una sonrisa.
-Sí mamá. –Dije con poco entusiasmo.
Mi madre me dejó a dos calles del instituto ya que no podía avanzar hasta la calle de éste por estar cortada.
-Genial, ahora clases... -Solté un suspiro.
Las horas de clase me las pasé dibujando y escribiendo ya que no me interesaba nada las clases del lunes, bueno y ninguna hora de ningún día. A pesar de ser tan vaga a la hora de estudiar, tenía un precioso don y era el de aprobar las asignaturas al final pero no os creáis que aprobada con dieces, es decir, aprobada pero justito.
Vi a Izan con sus amigos cerca de la aula de ciencias pero pasé por completo, no quería encontrarme con él, ya que al estar él cerca era posible que Nicole también y como es comprensible, no quería ver ni a Amanda ni a su estúpida pandilla de niñas consentidas.
Con respecto a lo que me hicieron Amanda y sus secuaces, ideé un grandioso plan para vengarme pero éste no lo llevaría a cabo tan rápido, aún tenía cabos sueltos y detalles por definir.
Al acabar las clases me fui a casa pero en la puerta, mi mente dejó de reaccionar dando paso a una especie de visión:
"Un hombre con una pistola, apuntando a una mujer indefensa acorralada en un callejón, la mujer parecía ser de origen afroamericano y lucía un gran vestido verde como de gala ".
Al volver en mí no pude creer lo que había visto. ¿Qué me pasaba?
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CULPABLE ©
Mistério / SuspenseCourtney Morgan a sus 17 años, es una chica fuera de lo común que evita por todos los medios ser como las chicas de su clase. Su padre murió en un accidente de tráfico cuando ella solo tenía tres años y desde entonces reside con su madre en Sacramen...