Hola que tal, soy tu papá

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"Recoge tus cosas, nos vamos", dijo Viktor al abrir la puerta de par en par, dejando pasar la luz al pesado cuarto oscuro.

Fue como entró, perturbando de sus placeres al joven ganador del Grand Prix Senior, que se encontraba acostado en el piso de su habitación, sobre una alfombra de leopardo mientras comía frituras y compartía fotos de su nueva gorra, igual de leopardo en internet, con su gata que dormía a su costado. Ahí estaba en su puerta, el que una vez fue su amigo y quizá primer amor de su vida, aunque eso no le quedaba del todo claro, no conforme venía acompañado de la gran estrella japonesa del patinaje artístico sobre hielo, Yuuri Katsuki.

Viktor lucia igual, estaba de buen humor, nada raro en él, en cambio Yuuri que estaba detrás, parecía asustado y nervioso, sabía que al adolescente no le haría gracia verlos en especial a él.

"Se nota que no ha cambiado nada, sigue siendo un imbécil", dijo con la boca llena de frituras el más joven de los tres atletas.

"¿Perdona que dijiste?", dijo Viktor al cruzándose de brazos, mientras se recargaba en Yuuri.

Haciendo notar a Yurio que aquello lo había dicho en voz alta, "maldita sea otra vez" pensó, ya que no era la primera ocasión que sin darse cuenta decía lo que había pensado en voz alta.

"Desde ahora quedan prohibidas las malas palabras, Yuratchka", dijo Viktor señalándolo.

Yurio no escuchaba lo que él decía, en realidad no quería saber que hacia la pareja gay del patinaje en Rusia y específicamente en su habitación, acaso se trataba de una broma, querían restregarle el amor que se tienen en la cara; se burlaban de él, eso lo daba por hecho.

"¿Cómo lograron entrar?", pensaba Yurio.

"Por la puerta, por donde más Yuratchka", dijo Viktor entre risas, "Yakov nos dejó pasar, si es lo que te preguntas".

De nuevo su cerebro lo traicionaba, se suponía que sus pensamientos no salieran por su boca, menos mal que no había dicho nada que pusiera en riesgo su dignidad, no aún.

La voz de Viktor saco de sus pensamientos al menor, hablaba con mucha emoción, se notaba su felicidad, algo bueno debió haberle ocurrido, provocándole ganas de vomitar a Yurio , y más cuando abrazo por la cintura y beso a Yuuri en la mejilla.

"¡Basta, se largan de mi cuarto pervertidos!", les grito a todo pulmón, poniéndose a la defensiva, y haciéndoles un gesto amistoso con el dedo medio.

Yuuri brinco asustado y al instante se puso rojo, mientras intentaba zafarse del fuerte abrazo de su amado, al ver lo apenado que estaba Yuuri, Viktor lo soltó, y se acercó lentamente sin nunca dejar de sonreír al adolescente que permanecía de rodillas en el piso, se inclinó para quedar frente a frente con el furioso chico, demasiado cerca al grado de ponerlo nervioso, y sin que lo viera venir le pego justo en la punta de la nariz.

Para Yurio haberlos visto abrazarse frente él, había sido una humillación, lo peor era que lo confirmaba, aún sentía algo por el idiota de Viktor; ¿sentimientos?, ¿cuáles?, si todo este tiempo trabajo tanto en convencerse de no tenerlos por él, ni por nadie, pero de algo estaba seguro, por Yuuri sentía odio, desde aquel momento que lo encontró llorando en el baño y por el hecho de haberle quitado a Viktor.

"¡Deja de jugar y recoge tus cosas!", dijo Viktor con una sonrisa algo nerviosa en el rostro.

"De nuevo con esa actitud, porque tan contento, y que mierda quiere decir con recoge tus cosas", pensaba Yurio, al mismo tiempo que se alejaba del rostro de Viktor y cargaba a su gata, estar tan cerca era peligroso para un hormonal y  algo alcoholizado adolescente.

"¿Haz estado bebiendo alcohol?", dijo Viktor mientras hacía a un lado el flequillo de su frente para poder verlo a los ojos, a la vez que ganaba tiempo para confirmar si su olfato no le estaba fallando.

"¿Qué?, no ¿porque lo dices?", dijo Yurio, al momento que una pequeña línea rosa, apenas visible para alguien que estuviera tan cerca como Viktor, se dibujaba en su rostro.

Viktor se puso de pie, miro a su alrededor, el cuarto no estaba tan desordenado, para ser el de un chico de 15 años, había ropa en el piso, ¿limpia?, ¿sucia? quien sabe, la cama bien podría llevar sin tender un par de días, debajo de la misma, pudo observar botellas de vidrio vacías, alcohol sin duda, "cuando menos le gusta leer" pensó Viktor, por la cantidad de libros abiertos en su escritorio, la habitación comenzaba a oler mal, probablemente Yurio no limpiaba la arena de su gata.

Lo que más llamo su atención fue lo que colgaba en la esquina de un espejo, allí estaba la medalla de oro, pasión y rebeldía hechas realidad, su prueba de ser el mejor ante todos y sobre todo ante él, por haberlo abandonado, como muchas veces le había reprochado el menor. Se le hizo un nudo en el estómago, recuerdos de Yurio regándole por regresar con él a Rusia lo invadían, quizá si él le hubiera dicho que sí, pero eso ya no importaba.                                                       A pesar de todo Yurio no había cambiado en nada, "my russian punk", pensó Viktor mientras sonreía. Podía sentir la mirada curiosa del adolescente sobre él, por lo que continuo recorriendo la habitación, se detuvo un momento para recobrar el aliento, tenía que decírselo pronto.

"Esa no es forma de hablarle a tu papá, Yuratchka", dijo Viktor, esta vez algo serio, se esforzaba por no demostrar lo ansioso y feliz que estaba, "respira, respira, me dará un infarto", pensó.

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¿Somos una familia? (Yuri on ice)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora