2- ¿Callejon Diagon? No, mejor el ¡Callejon Juárez!

232 18 17
                                    

Habían pasado ya dos semanas de los acontecimientos con el Señor Montoya. La madre de Saúl ya había dialogado con él sobre el mundo mágico. Le enseñó magia e, incluso, lo llevo a varias locaciones mágicas mediante la aparición. También mandaron su carta de aceptación a la Facultad Mágica mediante un águila mensajera, lo que a Saúl se le hizo de lo más extraño, y recibieron respuesta con una lista de útiles que tendrían que ir a comprar en algún lado.
-Pero, mamá, ¿dónde conseguiremos todo esto?-dudaba Saúl con un tono Sarcástico-. Digo, no es como que la papelería de la cuadra venda colmillos de Chupacabras.
-Ja, ja, ja-se reía la madre- no, mi niño. Hay tiendas especiales para estas cosas, tiendas mágicas.
-¡¿Iremos al callejón del que me hablaste?!- se le oía emocionado- ¡¿Al de Londres?!
-No, todo podemos conseguirlo aquí cerca- y al mirar la cara de decepción de su hijo, agregó- además, allá no conseguiríamos los colmillos de chupacabras. Ja, ja.
-¿Y dónde es?
-Cerca de Bellas Artes. Se llama «Callejón Juárez»

Pasaron tres días más, cuando una voz despertó a Saúl. Era su madre que estaba cantando unas canciones muy raras de una tal 'Celestina Warbeck'. Ella era realmente feliz desde que pudo sacar su varita de nuevo.
Saúl se despertó y su rutina fue la diaria. Bueno, no exactamente. Ese era el día en que su madre le prometió visitar el Callejón Juárez con el propósito de conseguir sus útiles escolares. Y así fue. Después de desayunar, su madre le llamó. Era hora de aparecerse.
-Entiendes que debes sujetarme bien para no sufrir despartición, ¿cierto?
Saúl asintió con la cabeza, y desaparecieron de la casa en una especie de remolino.

Un momento después estaban en un parque gigante, junto a un monumento blanco.
El Hemiciclo a Juárez.
Había muchos edificios grandes, una especie de pequeño palacio y mucha gente distraída. Tanto así, que nadie parecía darse cuenta de que ellos salieron de la nada.
-¿Y dónde está ese callejón?-cuestionó el joven
-Sólo sígueme

Y caminaron hasta un edificio grisáceo con una escritura en él. Era un museo sobre la tolerancia. Pasaron junto a este y llegaron a la pared de fondo. La madre puso su mano en el tabique y pronto comenzaron a retraerse, creando así una especie de entrada.
-Pasa rápido, ningún muggle debe vernos,
Saúl entro y... vio lo más maravilloso que jamás imaginó. Una calle llena de tiendas enormes y atascada de gente. Saúl estaba asombrado.
-Ven, y saca tu lista- decía tiernamente su madre, que trataba de ocultar una emoción muy grande- pero primero iremos por tu varita.

Entraron a una tienda muy grande llena de pequeñas cajas azul marino y se acercaron al mostrador, donde estaba un hombre anciano y ciego.
-Señor Vargas- saludó la madre.
-Oh, mi querida Susy-le dijo el anciano- ¿volviste a romper tu varita?
-No- dijo apresuradamente la madre con mucha verguenza- Vine con mi hijo
-¿Hijo?- dijo el hombre de barba blanca y la madre asintió- Déjame verte, niño.
Saúl se quedó confundido, pues... el hombre era ciego.
-La mano. Dale la mano.-dijo su madre
Y el anciano tomó la mano del joven
-Ammm... Sí, espera un segundo.- El anciano se levantó y fue a un aparador, del que tomó una pequeña caja azul y regresó al mostrador- Aquí está, esta es tu varita.
Saúl la tomó con miedo.
-Ma, ¿no me habías dicho que la varita escoge al mago?
-Sí, cariño. Así sería en cualquier otra tienda del mundo, pero no en esta.- explicaba- El señor Vargas tiene un don especial, el hace las varitas de todos los niños sin siquiera saber que existen. Y al sentir tu mano, él supo cuál fue la varita que hizo para ti.
Saúl seguía confundido, era muy extraño.

Salieron de la tienda, no sin antes dejar un billete en el mostrador, para continuar con su recorrido.

Estaban dispuestos a ir a comprar los libros de magia, cuando Saúl vio una tienda muy extraña, tanto que se dispuso a preguntarle a su madre.
-¿Qué venden ahí?
La madre volteó y la observó. Era aquella famosa tienda de extremistas conservadores. El dichoso «Rincón de Quetzalcoatl».
-Es... No es importante- dijo la madre-, ya lo sabrás después.
Saúl iba a protestar, pero fue en ese momento en que vio una tienda gigante y genial. Una librería más grande que cualquiera que jamás hubiera visto. Había libros volando por ahí, águilas llevando grandes paquetes, grandes estantes con libros y pociones, muchísimas cosas más. La tienda llevaba por nombre «Almacenes Bocanegra», y Saúl estaba sorprendido. Su madre le habló.
-Saúl, vamos-decía su madre, un poco cansada- tenemos que comprar ciertas cosas aquí y nos podemos ir.
Saúl, aún sin hablar, entró a la tienda con su lista de útiles, que recibió después de mandar el águila aceptando su lugar en la escuela.

«Nuestro querido Señor Salas, nos enorgullece que haya aceptado estudiar en nuestra institución. Para poder estudiar aquí usted necesitará:
~Historia de la magia en Latinoamérica, por Elena Poniatowska
~Pociones y Menjurjes I, por Tobías Velasco
~Encantamientos básicos, por Julio Torrijos
~Iniciación a las Transfiguraciones, por Esperanza Cázares
~Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos; Edición internacional, por Newt Scamander & Leonardo Vargas
~Una varita mágica
~Kit de pociones nivel I
P.D. Todos los estudiantes pueden llevar un águila para cuestiones de mensajería.
Mis mejores deseos, Miranda Vázquez»

Entraron a la librería para comprar los 5 ejemplares que le habían pedido, más un extra que Saúl había pedido. Este era Guía del mundo mágico para hijos de muggles. Él creía que le sería útil ya que no sabía mucho de ese mundo. Después pasaron a un puesto ambulante donde compraron todo lo del Kit de pociones, según su madre para 'ahorrar más'. Y por último, un águila. Saúl no estaba seguro de llegar a necesitar una, pero su madre insistió porque era necesaria la comunicación y más. Así que recorrieron todo el Callejón por la tienda de águilas. Pasaron por tiendas de todo tipo, desde inocentes dulcerías hasta tiendas de magia negra. Al fin llegaron a una torre gris con muchísimas ventanas pequeñas. Ambos entraron y la madre le dijo:
-Corre, escoge una.
Saúl salió corriendo, sin saber que tipo de águila escoger, ni cuál de todas ellas. Era una muy difícil decisión. Y fue cuando la vio. Algo tenía esa águila en especial que lo hizo acercarse. Un minuto después bajó corriendo
-¡Quiero esa!- decía emocionado
Y esa compró. Un águila real de color marrón.
Después de comprarla y llevarla en su jaula, la madre sólo lo tomó del hombro y desaparecieron.

----> Nota al lector<----
Si cuando leyeron la parte de las risas (Ja, ja, ja) se quedaron tipo «WTF», déjenme decirles que así es la forma correcta de escribirlas. Todo esto según la RAE.
Esta explicación surge para que no piensen que era una risa sarcástica.
Los quiere
AlexElLarcho

El mundo mágico en México.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora