-¿Consigues algo, Feliciano?- preguntó Lovino desde el asiento del piloto, mirando por el retrovisor hacia la parte trasera del camión, donde sus hermanos se encontraban sentados junto a unas cajas.
-Ve~ Ya casi...- murmuró concentrado, tecleando algo en el portátil que tenía en su regazo. Marcello, curioso como siempre, se asomó para ver la pantalla del ordenador, viendo un montón de letras apareciendo a una velocidad para nada normal. Suspiró.
-¿Cómo es que Feli tiene un don tan molón? Yo sólo sé colarme en sitios, y eso no es tan guay como hackear el sistema de seguridad del hotel...- murmuró el menor haciendo puchero, algo envidioso y a su vez, divertido.
-Ve~ Marce, eres genial también~ Puedes esconderte en cualquier sitio inimaginable. Y eres muy sigiloso- canturreó Feliciano sin dejar de trabajar.
-¡Ay, Feli! ¡Tú siempre sabes qué decir para alegrarme~!- hizo un amago de abrazarle. No lo hizo porque si su hermano fallaba en lo más mínimo, el plan se iría al garete, así que había que ir siempre con cuidado, incluso con las muestras de cariño.
Lovino suspiró al oír a ambos chicos y se asomó por la ventanilla del camión. Estaban aparcados en la zona más baja y cercana al hotel que iban a atracar, justo al lado de la playa. El hermano mayor había elegido ese lugar por dos únicas razones. La primera, porque se encontraban casi al lado del Monastero Santa Rosa, solamente había que subir unas cuantas escaleras y enseguida estarían allí. Y la segunda, porque en caso de huida, desde ahí podrían despistar fácilmente a la policía.
-Ve~ ¡Ya está! ¡Tengo acceso a las cámaras!- exclamó el mediano, sonriendo amplio y mostrándole a su hermano mayor el portátil, el cual lo cogió para observar los vídeos de seguridad que en ese momento estaban grabando las cámaras.
Lovino observó todos los puntos de vista, mirando detalladamente la recepción, los pasillos y las puertas de las habitaciones. En ese instante, una pareja de enamorados salieron de una habitación con toallas en brazos mientras hablaban, uno tímidamente y el otro eufórico, de algo poco interesante para el Vargas. El hombre más alto, el tímido, sacó la cartera para contar el dinero que traía y Lovino aprovechó esa oportunidad para hacerle zoom a la imagen y ver el DNI del chico, leyendo el nombre del susodicho.
-Marcello, 'Toris Laurinaitis', de la habitación 308- dijo de repente mientras observaba de reojo a la pareja entrar en el ascensor- Irán a la piscina, así que ya sabes qué hacer.
-¡Sí, señor!- exclamó el mencionado, haciendo un saludo militar y después de meter unas cosas en una bolsa, salió del remolque del camión tranquilamente para caminar en dirección al hotel, tarareando con una sonrisa en la cara.
-Feliciano, desconecta la cámara exterior trasera y la del tercer piso. Pero sólo para los guardias del hotel. Pon un vídeo en bucle o... yo que sé, haz esas cosas raras que sabes hacer- le entregó el portátil a su hermano menor, quien sonrió amplio y lo aceptó.
-Ve~ ¡A sus órdenes!- nada más decir eso, abrió los ojos y comenzó a trabajar, muy serio.
Mientras tanto, el castaño-pelirrojo comenzó a correr a la parte de trasera del hotel, teniendo mucho cuidado de no ser visto por nadie. Pero no se acercó al punto de mira de la cámara de seguridad que estaba ahí, simplemente se quedó en la acera, poniéndose un auricular con música para disimular, sacando su móvil para mirar la hora. Caminó de un lado a otro, tarareando la canción y después de unos 3 minutos, recibió una llamada. Miró el nombre del contacto y al ver que era de su hermano mayor, colgó y se quitó los auriculares.
-Feli ha tardado menos de lo que esperaba. Es tan genial˜- susurró sonriendo antes de caminar tranquilamente al punto de mira de la cámara, sin ninguna preocupación ya que Lovino le había dado la señal de que Feliciano ya desconectó las cámaras.
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[PAUSADO] Hetalia "Los hermanos Vargas"
FanfictionLos hermanos Vargas, con su famoso restaurante "Pasta e Pomodoro", esconden en el sótano a una tercera persona. La ciudad vive unos días de calma; sin embargo, algo grande está por suceder, y no parece tener un final muy... redondo, que se diga... ...