Cap3

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Mientras nos alejábamos del campamento de Aslan, era aún más fácil trotar y a Angus, se le hacía más fácil, ya que la nieve era menos espesa. Cuanto más nos alejábamos el frío volvía a hacerse presente en el aire, debíamos acercarnos a la orilla del lago congelado.

Cuando llegamos a la zona en donde la nieve era más gruesa, detuve a Angus y desmonté. En el suelo existían varios tipos de huellas que variaban en tamaño.

-Están cerca.-murmure al aire.

Angus, se puso nervioso debido a un gran quebrantamiento de ramas cerca de unos arbustos.

-Tranquilo.-le susurre, mientras sacaba de mi carcaj una flecha y comenzaba a tensar la cuerda de mi arco. Mire a mí alrededor mientras apuntaba a cualquier lado. De repente, un repentino tintineo de cascabeles, retumbo en mis oídos haciendo magia en ellos. De unos enormes arbustos, salió un gran trineo rojo con bordes blancos adornados con miles de pequeños cascabeles. Baje el arco y sonreí. El propietario descendió del trineo y se acercó a mí, no recordaba que sea tan bajo de estatura, pero su barba era completamente como yo la recordaba.

-Veo que aún conserva mis regalos, Mi Lady.-desmonté a Angus y me acerqué a él.

-Sí señor, siempre lo he hecho y siempre lo hare.-él soltó una gran carcajada y volvió a mirarme.

-Has crecido y permíteme decirte que eres la copia exacta de tu madre a su edad. -Angus, no se quedó atrás y saco a relucir la silla de montar que le hacían regalado. - Aún recuerdo al pequeño potrillo que eras, corriendo por los campos narnianos, siguiendo fielmente a la joven Alanys. Y veo que aun tienes mi regalo-recordó señalando con la cabeza la montura de Angus.

-Cada día que pasa, la pulo para que quedé como la primera vez.- mi caballo, se acercó y apoyo su cabeza en mi hombro.

-Es un gran gesto, Mi Lady. Pero debemos concentrarnos en a lo que hemos venido, ¿Están cerca?- pregunto Papa Noel - Todavía debo ir al Erial del Farol, y sus regalos son importantes-

-Están en el límite del bosque de pinos. No falta mucho para que terminen de cruzar el lago congelado.- respondí. -Debemos darnos prisa antes de que Jadis los encuentre.-él asintió y volvió a subir a su trineo. Tome las riendas de Angus.

El ruido de los cascos era casi sordo bajo la nieve. No muy lejos, se podían distinguir varias figuras.

-Vamos muchacho, estamos cerca.-las lejanas figuras, se dieron cuenta de que eran perseguidos y apresuraron el paso.

-¡Deben pensar que somos ella!-le comenté en un casi grito a Papa Noel.

Cuando por fin logramos alcanzarlos, nos dimos cuenta de que no estaban.

-Han sido astutos.- murmure mientras me ponía la capucha sobre mi cabeza. Él, se levantó y camino hasta la punta de una pequeña montaña de nieve.

Desmonté de Angus mientras miraba por los alrededores para asegurarme de que solo estábamos nosotros. Unos pequeños pasitos, hicieron que rápidamente desenfundara mi arco y preparase una flecha para atacar si era necesario. Una pequeña bola de pelos, salió de un hueco en la nieve, lo reconocí rápidamente. Ese castor y su esposa fueron los que me cuidaron cuando era una pequeña niña.

-¡Alanys! ¿Cómo se te ocurre hacernos esto?, casi nos matas de un susto.- me regaño en voz baja. Papa Noel, rio brevemente.

-Mi lady y mi señor, esperen un minuto.- se inclinó en el escondite en donde estaban los demás e intercambio unas cuantas palabras antes de colocarse a mi lado nuevamente.

Tímidamente, salió la señora Castora, el ser que más amaba y el cual yo reconocía como una segunda madre. Poseía delicados bigotes que le daban un aspecto sin duda femenino. Detrás de ella, apareció una pequeña niña, la cual creo que es la que apareció primero, tenía el cabello por los hombros de un color castaño claro y una gran sonrisa, la cual le faltaban algunos dientes. Luego apareció una chica mayor muy bonita, tal vez un año más chica que yo, con el pelo largo y marrón oscuro, parecía ser muy sería. Y por último, salió el mayor, era demasiado apuesto ante mis ojos. Él sin duda debía tener mi edad, tenía cabello rubio oscuro y ojos verdes.

Las Crónicas de Narnia: El León,la bruja y el roperoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora