-Espera... - murmuré tembloroso.
Estaba devastado en ese momento, no sabía como reaccionar, y mi mente estaba en blanco...
-No puede ser verdad esto... ¿Eres Ana?
-Sí...
Los dos nos miramos de los ojos, estábamos indecisos. Yo, sin aceptar esta situación extraña y horrorosa, salí corriendo. No miré atrás, ni paré de pensar que todo era un sueño o una mentira muy gorda.
Horas pasaron después del incidente. Estaba en clase, el profesor de matemáticas estaba diciendo algunas teorías que parecían largas y difíciles, pero pasé un poco y seguí pensando en mis asuntos.
-...Ana. - una voz sonó.
Estaba demasiado interiorizado, no me enteraba de nada y como pensaba que todavía era Marcos pasé un poco del profesor.
-¡Ana! - exclamó fuertemente.
Me dio un susto tremendo, entonces me di cuenta de que ahora estaba en el cuerpo de Ana, y que el profesor me estaba nombrando.
-¡Ah, si! ¡Perdón!
-¿Qué te pasa hoy? No sueles dormirte en clase... - me preguntó.
-Lo siento, estaba demasiado concentrado en mis asuntos personales... - contesté apresurado.
-¿Concentrado? Me parece que no te has acostado muy bien anoche, ¿eh?
No sabía a que se refería.
-Pero, ¿que pasa con estar concentrado en una cosa? Sé que no es lo correcto hacer eso en clase pero no se por qué dice usted que no me haya acostado bien...
-Por Dios Ana, eres una chica, no un chico. No sé porque estas usando adjetivos masculinos en ti misma...
Ahi fue cuando me di cuenta de que habia dicho una ridiculez como una casa.
La clase se fijaba en mí como si fuese tonto y se pusieron a reírse todos de mi. Después de un rato, el profesor pidió silencio y todo volvió a la normalidad.
Pensé, pensé y no paré de pensar. ¿Qué debo de hacer? Recordé escenas de mi vida, cómo actuaba en situaciones difíciles como esta... En ese instante me di cuenta, no lo podía dejar así tirado.
Ya cuando salimos de clase tomé la decisión: iba a buscar a Ana de nuevo y lo íbamos a aclarar todo.
