La gente se queja del pútrido mundo en el que habita su alma. ¿Por qué debieron formarse allí, en ese deleznable páramo de tinieblas, la razón y las emociones? A esas personas me gustaría contarles una historia muy peculiar, la cual sucedió en un mundo que era, a la vez, diferente e igual al nuestro. Se trata de la historia de Jack, quien vivía al otro lado del espejo.
Aquel muchacho habitaba con sus padres en una cabaña que se hallaba justo detrás del marco del espejo. Eran campesinos, de modo que vivían de la arrogancia de quienes estaban ante el cristal. La soberbia era lo que les alimentaba, lo que les daba de comer. En fin, lo normal en los campesinos.
Un buen día, cuando Jack ya tenía 13 años, mientras se encargaban de la recolecta de los frutos de egolatría, un gigantesco cuervo sobrevoló el campo de cultivo y apresó a sus padres entre sus garras. Nunca más se supo de ellos. Se dice que el joven esperó, día tras día, en la puerta de casa, a ver si el cuervo regresaba y le devolvía, al menos, la ropa que llevaban, porque podría volver a ser reutilizada.
Como no volvían y Jack estaba aburrido de esperar, les pidió a sus piernas que lo llevaran hacia un futuro prometedor. Sin embargo, éstas callaron. ¿Cómo iban a saber por qué caminos llevarle si ni él mismo lo sabía? Entonces les pidió a sus brazos que le llevaran haciendo el pino, pero éstos le dijeron que, cada vez que tocaran la tierra, se mancharían, y que eran muy escrupulosos, así que se negaban. Como último recurso, preguntó a su cabeza, y ésta le dijo que fuera a "Cucalandia", pues allí podría pedirle a la reina un empleo, el que fuera, con el que poder ganarse la vida.
Así lo hizo. Salió de detrás del marco y se perdió en las profundidades de la habitación reflejada. Durante un instante, habría jurado que vio a alguien que le sonreía, pero dio por hecho que serían imaginaciones suyas.
Tuvo que atravesar numerosos peligros para llegar al reino. Primero, cruzó un río de lava, cuya corriente podría arrastrar incluso a una madre elefante hasta el embravecido mar "Noicarepsesed", nombre que a Jack le parecía muy gracioso. Saltó a través de las doce piedras que formaban un puente, respirando hondo y mirando al horizonte, para no ver así el torrente de lava que gritaba en su corazón.
Después, ascendió a las montañas gemelas, cuya altura sobrepasaba la imaginación. Eran tan altas, que si tirabas una moneda desde lo alto de ellas, causabas un terremoto en todo el planeta. No le pareció dura la travesía, pues disfrutaba del paisaje que las dos rocas le ofrecían a cada paso.
Tras aquello, se adentró en el bosque de los mil árboles. En dicho bosque no se podía ver lo que se tenía delante, puesto que estaba repleto de vegetación. Algunos leñadores le aconsejaron talarlo, pero a Jack le encantaba la naturaleza, de modo que prefirió ir botando de árbol en árbol para llegar al otro lado.
Por último, se encontró con la Cueva del Eco. Según se contaba, una hermosa doncella vivía al fondo de la misma, y repetía con una precisión escandalosa todo sonido que se emitía en la caverna. Muchos de los que entraron se horrorizaron por sus propios sonidos, y, debido a la vergüenza, se sentaron en un rincón a llorar por toda la eternidad. Sin embargo, el muchacho, en lugar de evitar hacer ruido para no perturbarse, hablaba con la cueva como si la conociera de toda la vida. Charló con la mujer del eco, y, aunque ella no podía contestarle más que con sus propias palabras, creyó que la hacía feliz, y eso le alegraba. Atravesada la cueva, el eterno resonar de la cascada, nunca vista, pero sí oída, abandonó al fin sus oídos.
Finalmente, Jack llegó a Cucalandia. Una inmensa muralla arrancaba la belleza del más verde prado para retintar las líneas de la naturaleza del aburrido y agrio gris. Las flores florecían justo hasta la línea en la que se levantaban los ladrillos, las montañas circundaban el paisaje en ambos laterales, mas, enfrente, sólo había una retahíla de edificios que se erguían tras el muro; el césped, lleno de farolas nacidas de la tierra, se sombreaba bajo el amparo del Sol para que éstas la iluminaran. En el mundo del espejo, ni Sol ni Luna dan luz, sino que ennegrecen la tierra para que ésta no resplandezca. Puede sonar horrible; no obstante, como este mundo es luminoso, sin la existencia de las tinieblas, todos se cegarían.
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Al otro lado del espejo
FantasyJack es un joven que vive al otro lado del espejo. El día que un cuervo rapta a sus padres, debe aprender a sobrevivir por sí mismo, por lo que decide emprender un viaje para conseguir un empleo. Así comienza su aventura.