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Mi ingenuo Jongin

Las mañanas en la cabaña eran grandiosas sobre todo en otoño, las aves cantaban y anunciaban que hoy sería un gran día, de hecho Piquito había dicho que «En la Calle 17 de EXODUS hay tranca, para que no circules hoy por ahí, Soosie». Todas las pequeñas criaturas del bosque se aglomeraron en la ventana esperando el silbido de la mañana de Kyungsoo, ese que sucedía a eso de las siete y cuarto.

Cuando Kyungsoo hacía su cama y acomodaba la ropa regada en el piso, se podía decir que la fiesta daba inicio y no le quedaba de otra más que celebrar junto a ellos. Los pajaritos comenzaban a tomar las cosas regadas en su sala y las devolvían a su lugar, recibiendo sonrisas de parte del pequeño dueño.

—Soosie, ¿dónde está el compañero de este calcetín? —pió Saltarín, que era el colibrí más hacendoso de toda la tierra.

Kyungsoo evaluó el calcetín comprendiendo que era de Jongin, y sonrió indicándole al pajarito que lo llevara al cesto; el par de ese calcetín posiblemente lo llevaba puesto junto con otro calcetín que no era para nada su par. Así era Kim Jongin su compañero en la lucha contra el mal, y el crimen organizado pero además de eso, su compañero de vida.

Jongin era lo que Kyungsoo no, desordenado, impulsivo y poco calculador, en cambio Kyungsoo meditaba mucho sus escenas del crimen, sus sospechoso, le encantaba todo el lugar correcto y era además, tranquilo, de los que ya no habían. La mezcla de ambas en la Escuela Para Súper Héroes había arrojado esa extraña combinación que hoy en día luchaba contra el crimen en la calle, pero además compartía besos y un poco de piel durante las noches.

Café con leche, galletas oreos y leche, crema y canela. Eso era el equipo Súper KaiSoo.

—¿No crees que Jongin se ha tardado un poco hoy? —comentó Ardillín; una ardilla de la zona que siempre iba a la par de las agujas del reloj, era la que siempre avisaba que Jongin estaba cerca.

Kyungsoo miró su reloj de pared, y resolvió que Ardillín tenía razón, Jongin llevaba no minutos, sino una hora de retraso, lo que le pareció curioso porque su chico trotaba unos treinta minutos y regresaba para el desayuno. Juntos hablaban de cualquiera cosa hasta que tenían que salir en el KaiSoo Móvil a patrullar en las calles. Jongin era desordenado, pero no impuntual, lo que le hacía mucho ruido a Kyungsoo.

—Sí, ¿puede alguien ir a ver en dónde está?

Rapidín fue el ave que salió a la carrera por los aires para mirar qué había sido del jefe de cabaña, Kyungsoo no se quiso preocupar demás porque Jongin tenía poderes sobrenaturales y podía defenderse solo, pero aún así no dejaba de sentir como si algo no estuviese bien porque a fin de cuentas, él era un súper héroe y estos tenían un sexto sentido para identificar el mal a kilómetros. Y aunque Kyungsoo no lo quería admitir, sentía que el ambiente olía extraño, no era esa mezcla de pinos y manzanas, era algo más.

El pajarito llegó en santiamén, diciendo que Jongin estaba sentado en uno de los arboles de su ruta de entrenamiento y aunque Kyungsoo quiso creer que estaba bien, Rapidín le dijo que lo había notado disperso y distante.

—Pequeñines, quédense aquí. Iré por Nini, ¿de acuerdo?

Como si se tratara de una novela dramática, una musiquita de esas triste mientras corría en cámara lenta se comenzó a reproducir y Kyungsoo no tuvo tiempo si quiera de preguntar de dónde salió el sonido porque en Reino EXODUS todo podía pasar, no era un reino de humanos común y corriente, aquí habían súper héroes, hasta mal plagios de todos esos cuentos de fantasía auspiciado por una chica que no tiene otra cosa que hacer más que escribir mientras se imagina cosas que sólo pasan dentro de su retorcida cabeza. Gracias.

Súper Kaisoo → KaiSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora