El miedo nos ataca, nos come el alma, las disculpas de una niña se escuchan a unas cuadras, las miradas se pierden en el pasto, y las cicatrices quedan como marcas de guerra, sus ojos reflejan el dolor de un día triste, los días pasan y nada cambia, sigue esa historia sin ser contada, sigue ese huérfano sin ser elegido, siguen las lluvias de unos ojos oscuros y poco expresivos, los labios despellejados los párpados mojados, una ceja arqueada y las uñas desbaratadas, una flor en el cabello quemado, y unas piernas con moretones, una estatura común y una sonrisa de ángel.
El miedo nos ataca, nos come el alma, las disculpas de una niña se escuchan a unas cuadras.