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Leyla, 17 años.

—De nuevo, señorita Parks.

Soltó un suspiro y nuevamente comenzó a pasar el arco por las cuerdas del violín.

Estaba cansada, pero no del violín, sino de su estricta y perfeccionista profesora, quien no paraba de exigirle, gritarle, regañarla e incluso pegarle en los brazos cuando se equivocaba. No era esa la manera de disfrutar lo que amaba, no era así como quería convertirse en la mejor violinista. Quería hacer música y disfrutar mientras lo hacía, pero esto parecía más un castigo que una satisfacción.

—¡No, no! —Gritó asestándole un golpe con un palo en uno de sus brazos— ¡Leyla, por Dios! ¡Van tres veces que te equivocas en la misma!

—Con todo respeto, maestra, pero no es así como...

—Tú no me dirás cómo es qué, ¿escuchaste? Un error más, y no lo toleraré. Otra vez.

Leyla se tragó las lágrimas y tocó nuevamente a Niccoló Paganini Sonata No. 6. La melodía era hermosa, sin duda. Y se sentía fatal por no disfrutarla como debería.

Cerró los ojos e imaginó estar sola. La oscuridad la cubría y la ayudaba a que su música fuera escuchada por todos lados; para aquellos que sufrían en silencio, para los necesitados y para los románticos. Sintió las vibraciones de la cuerdas recorriendo su cuerpo y de su mente desapareció su profesora. Sólo era ella y la música.

—Estuvo mejor que las anteriores —comentó su profesora cuando Leyla terminó—. Nos veremos en la próxima clase, y espero mejoras.

La frialdad en su voz le recordaba a su padre. Leyla no dijo nada y esperó a que la profesora se fuera para por fin descansar. Se sentó en una de las sillas que adornaban el salón de sus ensayos y observó el techo preguntándose si alguna vez podría ser lo suficientemente buena en el violín, o en el ballet, o en la escuela...

—¿Leche de fresa? —Preguntó una fémina voz entrando al salón.

La chica se giró a la entrada y sonrió al ver de quien se trataba. Asintió acercándose a ella para aceptarle la pequeña caja que contenía su bebida favorita.

—Gracias —dijo dándole un sorbo su bebida—. Reachell, vendrás a verme mañana, ¿verdad?

—¿Tu presentación? Por supuesto.

—¿Crees que vayan nuestros padres?

—No lo sé —respondió haciendo una mueca—. Todo el tiempo trabajan. Aun así, yo prometo ir. Incluso estaré sentada en primera fila.

—Más te vale.

—Tengo dos entradas. Le diré a Scott, ¿estás de acuerdo?

—¿Crees que vaya? Quiero decir, es demasiado... Reservado y tímido. No estoy segura que los lugares con mucha gente le agraden.

—Le agradarán.

Leyla dio un sorbo antes de responder.

—Por favor, no uses la fuerza contra él.

Ambas rieron y siguieron tomando su bebida en silencio, cada una sumida en sus propios pensamientos.

Reachell estaba ansiosa por la actuación de su hermana. Por primera vez, ella había obtenido su solo siendo Giselle en la presentación de ballet llamada "Giselle". En cambio, Leyla estaba preocupada temiendo que algo pudiera salirle mal. No negaba que estaba feliz por haber obtenido el protagónico, pero aun así había algo que la inquietaba.

—Aprovechando que no están nuestros padres, ¿quieres comprar dulces baratos y comida de la calle? —Preguntó Leyla rompiendo el silencio y poniéndose pie.

—Bien, pero si nos atrapan será tu culpa.

Con las cajitas de leche de fresa en mano, un poco de dinero y no muy bien vestidas, salieron a la calle.

El aire que corría no era tan frío, más bien, se encontraba en la temperatura perfecta. El Sol se ocultaría en un par de minutos ya que el cielo se veía entre rojizo y rosado, las personas caminaban encerradas en su propia burbuja y los autos pasaban a una velocidad considerable tocando sus bocinas cuando se encontraban a alguien conocido. Era un ambiente tranquilo, relajante y poco visto por las hermanas. Es por esa razón que ellas disfrutaban esos días de libertad como si fuera el último de sus vidas. ¿Y de qué manera lo hacían? Sólo se escapaban, reían, confesaban sus preocupaciones y al final, simplemente comían algo que compraban a los niños y adultos que vendían en la calle (algo que a sus padres le resultaba "repulsivo"), o iban a esos puestos simples de la calle.

—¿Qué pasa? —Preguntó Reachell al ver que su hermana se detenía por enésima y volteaba hacia atrás como si estuviera buscando algo.

—Creí ver a alguien —respondió tratando de identificar a eso que sentía seguirle el paso.

—¿A alguien conocido?

—No, a alguien que me seguía.

—No veo a nadie seguirnos —dijo buscando a cualquier persona sospechosa entre el gentío.

Vi a alguien, se dijo Leyla, estoy segura. Pero desapareció en cuanto se dio cuenta que me acercaría.

—Tal vez estás imaginando cosas. Mañana es tu presentación y estás preocupada.

—No, Reachell. No es la primera vez que siento a alguien seguirme, es la tercera. Y de alguna forma siempre que trato de saber quién es, simplemente desaparece.

—Vamos —dijo jalándola del brazo—. No debe ser nada.

Leyla no respondió y se dejó llevar por la mano de Reachell. Tal vez sí estaba imaginando cosas, tal vez no era nada, tal vez se estaba preocupando de más. Pero todo se resumía a un simple tal vez.




...

[Reachell]: Entonces, ¿estuvimos a punto de vernos?

[Adam]: Yo sí te vi, Reachell. Tu nunca lo hiciste... Hasta tiempo después.

[Reachell]: ¿Y qué pensaste de mí?

[Adam]: Te detestaba.



Sé que es poco corto, pero la extensión de los capítulos variarán.

Gracias por su increíble apoyo.

Leyla [Precuela de Adam]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora