El primer día

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No sabia que hacer, a donde ir, estaba tan asustada que no podía moverme de mi propio lugar. Gritaba para que alguien me ayudará, pero nada, estaba sola y perdida, en medio de la nada, desesperada con todas mis fuerzas intente moverme y pude comenzar a correr hacia una pequeña luz que se miraba al fondo del camino. pareciera que nunca llegaría a mi destino pero antes de poder reaccionar estaba cayendo en un precipicio.
Me puse fría, y las lágrimas comenzaron a resbalar por mis mejillas, era el fin, toda mi vida se desvanecería en un par de segundos y no podría hacer nada para evitarlo, estaba muriendo lentamente. Así paso un tiempo sin tocar tierra firme, solo suspendida en el aire, cayendo a la nada...
Entonces desperté.

Estaba empapada de sudor, temblando, mis cabellos se pegaban a mi frente, estaba llorando y mi corazón no dejaba de latir rápidamente, vaya forma de comenzar el día. Y en especial este, hoy seria mi primer día de instituto, la verdad no era de esas personas que se preocupaban por ir bien arreglados, para impresionar, ni mucho menos deseaba convertirme en una popular. Yo quería ser simple, como siempre, despreocupada y claro aplicada, pero muy en el fondo tenia miedo de no encajar con nadie y quedarme sin amigos, como me había pasado en mi Instituto anterior.

Me coloque la ropa con la que mas me sentía cómoda, me até el cabello en una coleta alta y tome mi mochila; baje las escaleras a toda prisa, iba un poco retardada por culpa de mi pesadilla, así qué solo tome una manzana de la cocina y subí a el auto de mamá, quien ya se encontraba esperándome.

-Buenos días, Elisa

-Buenos días, Madre

-Veo que se te ha hecho un poco tarde el día de hoy.- Me mencionaba mientras yo subía al auto.

- Creo que no he conseguido dormir bien, es todo.

Tome asiento en la parte de atrás, y me concentre en la ventanilla, agradecí a mi madre el no seguir con la conversación, no tenia ánimos de darle explicaciones de mi retraso.

Miraba las calles, los autos pasar a toda prisa, quizás a ellos también se les había hecho tarde como a mi, al menos no seria la única. El auto se paró en un semáforo en rojo, miraba a algunos chicos que se dirigían en grupos caminando, con sus mochilas colgadas, tal vez y a ellos no les costaría trabajo hacer amigos, quizás encajaría en su grupo o quizás no. El coche arrancó y me perdí contemplando cada cosa que se cruzaba por mi ventanilla.

En menos de lo que esperaba mi madre ya había aparcado el coche y me miraba por el espejo retrovisor.

-Elisa no piensas bajar, ya hemos llegado.

- Lo siento madre, estaba un poco distraída.- Le conteste, mientras tomaba mi mochila.

- Hija tranquila, todo saldrá bien, veras que harás muchos amigos y se la pasaran muy bien.

-Muchas gracias mamá, ten un buen día en el trabajo- Le dije ya fuera del auto, mientras me despedía de ella.

Me gire sobre mis talones y me dirigí a la entrada del instituto, entré, todos caminaban en direcciones contrarias, no tenia ni la menor idea de adonde debía de ir.

-Disculpa, soy nueva por aquí, me podrías decir a donde debo de dirigirme.- Me preguntó una chica, colocándose enfrente de mi, con una sonrisa y unos cuadernos en sus manos. Era de estatura un poco menor que yo, llevaba unos lentes, tenia los ojos pequeños, y el pelo oscuro le caía a los hombros.

-Lo siento yo también soy nueva, y estoy igual de perdida que tu.- Dije un poco avergonzada por no poder ayudarla. Era uno de mis problemas, me encantaba ayudar a todo el mundo y cuando no lo conseguía me sentía decepcionada de mi misma.

-Pues entonces, ¿Puedo estarme contigo?.- Me preguntó- Digo y así nos hacemos compañía, si no te molesta y quieres claro.

-Claro, por mi no hay problema.-
Y era verdad, no era mala idea, por mi encantada.
Y así fue como conocí a Rebeca quien se convertiría en mi mejor amiga.

El Destino De Nuestro AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora