La apuesta-[Capítulo 9]

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 Capítulo 9

[ ______ ]

—Siento que moriré en cualquier momento, Jeanette —dije mientras caminaba de una punta hacia la otra en mi cuarto. Los nervios me carcomían por dentro.
— ¡Ya para! Harás un agujero en el suelo —carcajeó mi amiga. Luego se colocó delante de mí y me tomó de los hombros—. ______, los padres son geniales. Te amarán, así que tranquilízate —con sus palabras intentó apaciguar mi inquietud, y en cierta forma, lo logró.
—Bien... —suspiré—. Gracias —le dediqué una sonrisa.
Me senté en mi cama inhalando y exhalando grandes bocanadas de aire, sólo así podría serenarme completamente.
—Pero... ¿qué sucede si no les caigo bien? ¿Si... si...? —y comencé otra vez.
—______, quítate esas ideas de la cabeza. Todo saldrá bien, confía en mí —sonrió alentadoramente.
— ¿Qué haría sin ti, Jeanette? —la rodeé con mis brazos, gesto que ella correspondió.
—Realmente no lo sé. Estarías perdida —contestó autosuficiente, a lo que ambas reímos—. Yo tampoco sé que haría sin ti, _____*. Ahora —ojeó su reloj-pulsera—. ¡Última mirada a nuestra vestimenta! Yo primera —se levantó entusiasmada y giró delante de mí para que la inspeccionara. Llevaba puesto un vestido color negro hasta por las rodillas, con una cinta blanca por debajo del busto. Calzaba unos zapatos a juego de su vestimenta. Su castaña cabellera estaba recogida en un rodete, un suave delineado en sus ojos, lápiz labial rojo y eso era todo.
—Perfecta —analicé con una sonrisa en los labios.
—Genial. Tu turno.
Me coloqué donde ella se hallaba segundos antes y repetí su actuar. Mi vestuario no difería mucho del de mi mejor amiga. Sólo que mi vestido era de un color carmesí, a la par de mi calzado, y mi cabellera caía por mis hombros.
—Hermosa, como siempre —volví a abrazarla.
El sonido del timbre resonó por toda la casa e instantes más tarde, el grito de mi hermano.
— ¡______! ¡Jeanette! —nos apresuramos a llegar a la planta baja, porque sabía que a mi hermano no le agradaba Kyungsoo y... bien, no sabía que haría estando él aquí.
Al bajar y entrar en la sala principal, pude observar a mi novio sentado en el sillón doble, un tanto incómodo por la persistente mirada de mi idiota hermano, y a su lado, Luhan. Kris se encontraba recostado en una butaca frente a Kyungsoo, cruzado de brazos, mientras lo observaba con cara de pocos amigos.
Ambos hermanos sonrieron al vernos y dejaron su asiento para ir a nuestro encuentro.
—Estás hermosa —susurró en mi oído, Kyungsoo. Un escalofrío recorrió todo mi organismo y mis pómulos tomaron un color rosado.
—Gracias... Tú luces increíble, como siempre —le dije, y me dedicó una de sus sonrisas. Esas que me hacían delirar y sentirme en el mismísimo paraíso con tan sólo observarlas.
Estaba ya perdida en sus ojos, cuando el comenzó a acercarse con el propósito de besarme.
—Aleja tus labios de mi hermana —exclamó Kris, interrumpiendo su acción. Lo asesinaría ni bien regresase a mi casa.
Lo fulminé con la mirada, a lo que él me sonrió cínicamente.
— ¿Lista para conocer a mis padres? —preguntó otra vez con una sonrisa en su rostro.
Tragué saliva y luego asentí algo insegura.
—Tranquila. Ellos te amarán, ______—repitió lo que ya Jeanette me había dicho minutos atrás.
—Bien, vamos. Aquí hay personas insoportables—enfaticé mis últimas palabras mirando a mi hermano.
—No aproveches que no estaré en casa para regresar a la hora que se te plazca —advirtió Kris, mientras ya todos nos encaminábamos a la puerta.
—Como digas, Sr. Galaxy...
Una vez fuera, saludé a Luhan y subí a la parte trasera de su coche. Kyungsoo me secundó segundos más tarde. Reí para mis adentros. Se me hacía chistoso que mi novio, a su edad, no manejara por su cuenta.
Kyungsoo entrelazó nuestras manos. Fue ahí cuando recordé que conocería a sus padres y sería presentada formalmente como su novia. Comencé a temblar.
—Todo saldrá perfectamente... —susurró él. Luego sentí sus cálidos labios sobre los míos.
El camino fue silencioso. Los bien trabajados brazos de Kyungsoo me rodeaban, intentando calmarme, pero los nervios aún se hallaban presentes. No sabía qué era lo que me atemorizaba y ponía en ese estado... Tal vez que yo no les agradase, o me rechazaran, y luego lo apartarían de mi lado. ¡Diablos! Debía dejar de mirar tantas películas. Jeanette estaba en lo correcto. Sólo eran ideas mías.
—Llegamos, amor —anunció Kyungsoo, con una gran sonrisa en el rostro. Empecé a flaquear levemente. Nuevamente la inquietud se apoderaba de mí.
Luhan bajó del auto y corrió a abrir la puerta del copiloto, para que mi amiga salga. Kyungsoo descendió y una vez fuera, extendió su mano para ayudarme. Le dediqué una tímida sonrisa. No estaba en condiciones de articular palabra alguna. Fuera del coche, pude apreciar lo hermosa que era la vivienda. Las paredes exteriores pintadas de un blanco pálido y los ventanales alumbrados por la luz interior, que resaltaba en la oscura noche.
Él tomó mi mano y comenzamos a caminar a la casa, más a los pocos pasos dados, Kyungsoo se detuvo y tiró de mí, en consecuencia nuestros pechos terminaron enfrentados y acoplados el uno con el otro.
—Hay algo que no pude hacer bien —sonrió sensual. Por suerte mi mente funcionaba rápidamente ese día y capté el significado de sus palabras.
—Pero Kyungsoo, nos espe... —mi hablar fue interrumpido por sus labios. No iba a quejarme, lo disfrutaba. Comenzó a capturar los míos con lentitud, lo hacía como una tortura, para que yo deseara más y más de ellos. Lo tierno del beso había quedado en el pasado, ya que todo se había tornado más pasional... Mis manos se encontraban jugando con su cabello, y las suyas en mi cintura.
—Debemos entrar, amor —dije, luego de separarme de él. Sonreí complacida al poder notar molestia en sus ojos. Me fascinaba cortar todo en el —según Kyungsoo—, mejor momento del beso.
Retomamos nuestro camino a su hogar, con nuestras manos entrelazadas. Un cosquilleo recorría todo mi cuerpo y se agolpaba, principalmente, en mi estómago. Al finalizar el corto trecho, Kyungsoo abrió la puerta. Dentro todo era increíblemente bello, decorado con un exquisito gusto... Bien, al menos la entrada. Ésta estaba vacía, por lo cual nos dirigimos a lo que supuse era la sala principal. Allí se encontraban Jeanette y Luhan sentados juntos y, frente a ellos, un muchacho de aproximadamente unos veinte años, una cabellera lacia y maravillosos ojos azules. Debía ser Mitchell.
— ¡Oh, aquí están! —Exclamó con una gran sonrisa—. Tú debes ser la fantástica chica que logró cambiar la tonta actitud inmadura de mi hermano —carcajeó, a lo que yo me contagié.
— ¡Oye! —se quejó mi novio.
—Pero es la verdad —acotó Luhan. Kyungsoo lo fulminó con la mirada.
—Bien, complótense contra el pobre de Kyungsoo—fingió estar ofendido, eso provocó que ría aún más.
—Soy Mitchell —se presentó, haciendo caso omiso a Kyungsoo y su cara de perro mojado.
—Un gusto, soy _____—estrechamos nuestras manos, mientras él me dedicaba una sonrisa.
— ¡Oigan! ¿Es qué a nadie le importa que yo me sienta mal? —Continuaba con su acto de muchacho herido, luego se arrimó a mi oído—. ¿Sabes? Necesito varias caricias para sentirme mejor —susurró en un tono sensual. Todo mi organismo se estremeció.
—Veo lo dolido que te sientes, tonto —golpeé suavemente su brazo.
Alguien tosió detrás de nosotros. Todos dirigimos la mirada para averiguar quién había sido el emisor del ruido. Al voltear vi a un pequeño sonriéndome, como solía hacerlo... Kyungsoo.
—Hola, preciosa —dijo éste—. Mi nombre es Eddy, ¿el tuyo, linda? —reí ante su actitud. Era realmente parecida a la de mi novio meses atrás, pero en su pequeño hermano, era tierno.
—Soy _____. Encantada —me agaché hasta llegar a su estatura y besé su mejilla.
—Ya, demasiado. Es mía y sólo me prefiere a mí —exclamó con celos evidentes, Kyungsoo.
—Eso es lo que tú crees —le dijo Eddy.
Kyungsoo le enseñó la lengua y pasó un brazo por mi cintura.
—Kyungsoo—lo regañé. ¡Era increíble! Se rebajaba a la altura de un pequeño.
—Pero... pero... —nuevamente actuaba como un niño chiquito.
Me acerqué a su rostro y deposité un beso sobre sus labios.
— ¡Estoy perdido! —se lamentó Eddy—. Primero, Mitchell y su novia, luego esos dos —señaló a mi amiga y Luhan—, y ahora ustedes... —todos reímos de su comentario.
Kyungsoo volvió a tomar mi mano. Eso sólo indicaba una cosa: era turno de conocer a sus padres.
Avanzamos unos varios pasos y nos encontramos en la entrada a la hermosa y amplia cocina. Nos adentramos a esta y allí se encontraban los progenitores de Kyungsoo, sentados en una gran mesa. Al vernos, ambos dos se levantaron con amplias sonrisas. Mi estómago se contrajo.
—Estaba ansiosa porque llegaran —comentó la madre de Kyungsoo. Era una mujer realmente hermosa, con una increíble sonrisa y aire maternal—. Dime Maggi—besó mi mejilla y mis nervios se evaporaron.
—Es un placer, Maggi. Soy _____—le dediqué una sonrisa y dirigí mi mirada al señor Do.
—Yo soy Harol, es un gusto al fin conocerte. Kyungsoo ha hablado tanto de ti —estrechamos nuestras manos, y luego noté como mi novio tenía cierto rubor en sus mejillas.
—El gusto es mío.
—Es estupendo conocer a una novia de Kyungsoo, nunca nos ha presentado ninguna —comentó Magii, a lo que yo reí.
—Mamá —se quejó éste.
—Es cierto, hijo. Es bueno saber que has cambiado, y todo gracias a ti —dirigió su vista hacia mí. Mis pómulos cambiaron de color levemente y plagié su sonrisa.
—Bien, ya que estamos todos... Vamos a cenar —anunció Harol.
Me hallaba extremadamente relajada. Jeanette tenía toda la razón —ella siempre estaba en lo correcto—. Los padres de Kyungsoo eran encantadores y hasta ese momento, me había sentido completamente cómoda.
Nos situamos alrededor de la mesa y nos sentamos para comenzar a comer. Me ubiqué entre mi mejor amiga y Eddy. Nuestros respectivos novios se encontraban frente nuestro. Realmente estaba disfrutando la cena. Cada tanto Maggi o Harol me hacían preguntas.
—Por tu edad, no te falta mucho para terminar la secundaria... ¿Tienes ya pensado que estudiarás? —estuve a punto de atragantarme con el bocado de comida que estaba degustando.
—Yo... yo... bien... —titubeé—. No... creo ir a la Universidad —dirigí la vista hacia Kyungsoo, éste me miraba enfadado.
—Sí que lo harás —acotó.
Mi expresión cambió. Lo miraba con tristeza. Detestaba cuando se ponía en ese plan.
—Kyungsoo... —susurré y bajé la mirada.
— ¿Sucede algo? —preguntó Mitchell.
—No. ¿Nos disculpan un momento? Iremos a hablar afuera —ambos nos levantamos de la mesa, para luego encaminarnos al patio trasero.
Una vez fuera, Kyungsoo se paró frente a mí. Podía notar el fastidio en sus ojos.
—______... ¿Por qué comienzas otra vez? Sabes que detesto tu pesimismo —pasó sus brazos por mi cintura y me atrajo hacia él.
—No soy pesimista, sólo soy realista —otra vez mi mirada estaba dirigida a cualquier punto del suelo. Odiaba estas conversaciones.
—______, tú te vas a quedar a mi lado, no irás a ningún otro... —las lágrimas se hicieron presentes en mis ojos.
Hundí mi cabeza en su pecho. Kyungsoo era maravilloso. Aspirar el exquisito aroma que mi novio emanaba me traía paz y transportaba a un mundo muy alejado de la realidad.
— ¿Algo que quieran contar? —dijo una amena voz. Mitchell.  

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