La apuesta-[Capítulo 5]

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 Capítulo 5

En la mañana siguiente, el intenso dolor en mi cabeza persistía, sumado a un gran dolor muscular. Mis padres, preocupados, me ordenaron que me quedase y faltase a la secundaria. Claramente, no puse ninguna objeción.
Una mano rozando mi mejilla hizo que me despertara de a poco. Fui abriendo los ojos. Esa acción se me dificultó, debido a la luminosidad provocada por los rayos de sol que penetraban mi habitación, por la ventana. Mi visión no era clara. Al principio sólo pude contemplar una sombra a mi lado, hasta que se hizo nítida... Kyungsoo.
— ¿Kyungsoo? —indagué, aún dormida.
—Oh, te desperté. Lo siento —quitó su extremidad de mi rostro.
— ¿Qué haces aquí?
Sonrió con ternura.
—Bien, faltaste y yo... yo... —sus mejillas tomaron un leve color rosado y desvió su mirada a otra parte de mi cuarto. Era una imagen tierna. Nunca te imaginarías ver algo así, por parte de un chico como él.
— ¿Tú...? —lo incité a continuar.
—Estaba preocupado —volvió a clavar sus ojos en los míos. Una extraña corriente recorrió mi cuerpo.
—Eso es... dulce de tu parte —me senté apoyando mi dorso contra el respaldo de mi cama.
Otra gran sonrisa se formó en su rostro.
—Tengo una duda... ¿Cómo fue que Kris dejó que pasaras? —mi hermano me había impuesto una estricta regla: nada de chicos en mi habitación. A menos que él supervise.
—Bueno, Jeanette fue de gran ayuda...
— ¿Ella estuvo aquí?
Kyungsoo asintió. Luego tendría que llamarla.
Silencio. Realmente era incómodo, y su mirada clavada en mí, no ayudaba en nada. Comencé a jugar con la sábana que me cubría, intentando evadir sus dos insistentes ojos.
De repente noté su presencia realmente cerca de mí. Al pretender mirarlo, lo comprobé. A nuestros rostros los separaban escasos centímetros. Podía percibir su pausada y tranquila respiración sobre mis labios. Eso hizo que mi corazón acelerase más de lo normal. Lo reiteraba, esa vez no pondría resistencia alguna.
Sus labios se posaron con delicadeza sobre los míos e hicieron una pequeña presión, que luego fue aumentando. Kyungsoo comenzó a besarme con lenta tortuosidad. Capturaba mis labios suavemente, luego con más rapidez. Diablos. Era excelente en su tarea y... ¡Cielos! Lo estaba disfrutando demasiado, además de que una rara sensación apareciera en mi estómago. Su mentolada lengua se hizo paso entre mi boca, para, primero, recorrer mi cavidad bucal a la perfección, y después, para entrar en una guerra que no parecía querer acabar con la mía.
Llevé una de mis manos a su cuello y pasé ésta por su sedoso cabello, mientras me dedicaba a mordisquearle su, ya hinchado y de seguro rojo, labio inferior. Sentí como una de sus extremidades se situaba en mi cintura, y luego se colaba por debajo de la tela de mi blusa. Su mano ascendía. Eso era demasiado.
—Kyungsoo... Kyungsoo... —lo alejé unos pocos centímetros de mí—. Yo... esto...
—No... Perdón. Tú estás así y... Rayos, no debí hacerlo —volvió a echarse hacia atrás en la silla, mientras pasaba una extremidad por su cabellera.
—No... —realmente no sabía que decirle, y agradecía que él me haya interrumpido.
—No importa —sonrió nervioso—. Yo... debo irme. Espero te mejores,_____. Adiós —antes de retirarse de mi habitación, besó mi frente.
Kyungsoo debía ser bipolar o de seguro, algo muy parecido. Primero me besaba y luego se iba quien sabe en qué estado de ánimo. Sabía a donde quería llegar, pero claramente mi cuerpo —menos mi mente—, estaba en condiciones. ¡No era mi culpa que sus hormonas estuviesen demasiado alborotadas!
Respiraba agitadamente. Aún me faltaba el aire y recién en ese momento, los latidos de mi corazón se regulaban. Era increíble lo que Kyungsoo podía causar en mí, y obviamente, no me hacía nada de gracia. No dejaría que esto continuase. Mis sentimientos no debían ir más allá que una simple atracción física.
Jueves por la mañana. Me encontraba considerablemente mejor y lista para volver a clases. Bien, lo último era una gran mentira.
— ¡______! —chilló mi mejor amiga, al verme acercarme a ella en la entrada.
— ¡Jeanette! —me estrujó entre sus brazos—. Jeanette, vas a dejarme sin aire.
—Lo siento, lo siento —nos separamos y ella me dedicó una gran sonrisa. La secundé—. Me hiciste mucha falta ayer —volvió a abrazarme.
—Fue sólo un día —carcajeé. La oí sollozar en mi hombro—. Espera. ¿Sucedió algo?
—Si, soy una idiota. Con Luhan discutimos, fue mi culpa —la aferré más a mí.
—Pero, ¿qué ocurrió para que pelearan?
Se separó de mí y desvió sus ojos al suelo, como si allí encontrara algo interesante.
—Es que... Él hablaba con una chica de segundo, quien claramente le estaba coqueteando, pero sabes cómo es Luhan...
— ¿Le hiciste una escena de celos? —la interrumpí.
—No... —respondió nerviosa.
Enarqué una ceja.
—Jeanette, te conozco —la reprendí. Conmigo no podía esconder la verdad.
— ¡Ya! Tú ganas. Se podría decir hice eso... Y Luhan es testarudo, ¡No quería creerme lo de esa! —ambos eran iguales. Defendían sus opiniones prácticamente a muerte.
Su cara se transformó de repente.
—Ahí viene. ¿Qué hago,_____? —me miró aterrada. Lo amaba, y sabía que lo que menos ella quería era perderlo.
—Deben hablar. Yo entraré, en clase me cuentas —asintió aún no convencida.
Comencé a transitar por los pasillos hasta llegar a mi casillero. Apoyado contra el frío y duro metal, de brazos cruzados y la mirada perdida, divisé a Kyungsoo con su grupo de amigos a sólo pocos pasos de mí. Capturé la atención de todos ellos al pasar a su lado. Kyungsoo me observaba serio y frío. Si estaba molesto, no tenía razón.
Luego de buscar los libros necesarios para una larga y tediosa clase de Historia con el profesor Brown. Jeanette no concurrió a esa clase. Eso me hizo suponer que estarían hablando con Luhan todavía, o quizá, reconciliándose a su manera...
El glorioso timbre anunció el final del martirio. Una vez más, me encontraba en camino a mi casillero, cuando alguien me empujó contra uno de ellos, quedando nuestros cuerpos pegados. Acto seguido; prosiguió a capturar mis labios. Kyungsoo. Ese chico era bipolar. Sin embargo, poco me importaba en ese instante, ya que llevé mis manos a su cuello para aferrarlo más a mí. ¡Genial! El día anterior por la tarde, no quería que todo fuese más que una simple atracción física y estaba dejándolo que me besara, que provoque en mí sensaciones únicas e indescriptibles.
La forma en que mordisqueaba mi labio inferior era exquisita, me hacía sentir en el mismísimo cielo. Su carnosa y mentolada lengua se abrió paso en mi cavidad bucal, para luego hallarse luchando contra la mía. Ambas dos no iban a rendirse con facilidad ante la contraria. Mis manos jugaban enredándose en su sedoso cabello, mientras que las suyas estaban fijas en mi cintura. Mi corazón latía aceleradamente, sentía que en cualquier momento saltaría de mi pecho. Se me dificultaba respirar, además.
La campana volvió a sonar, haciendo que nos separemos sobresaltados. Corrí a mi casillero a tomar mi cuaderno de apuntes y segundos más tardes, me encontraba trotando para llegar a clases, tomada de la mano de Kyungsoo. Ambos teníamos matemáticas.
No me dirigió la palabra en ninguna de las dos largas horas. Ni en el receso siguiente, siquiera en el almuerzo. Kyungsoo era realmente extraño. Pero eso no quedaría así. Me diría que rayos le sucedía. Un minuto... ¿Desde cuándo me interesaba lo que le ocurría a Kyungsoo?  

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