Para: Jin

El primero

Los labios fríos posados en su nuca lo hicieron entreabrir los ojos. Hacía tiempo que no era despertado con un gesto tan gentil. Hacía tiempo que temía despertar y darse cuenta de que la realidad era más aplastante de lo que creía.

Un par de brazos lo acunaron en un pecho delgado e igualmente frío. Sin duda alguna era YoonGi, abrazándolo con ternura inusitada en él. Mejor dicho aún, sosteniéndolo como no lo hacía desde que terminaron los tres días con Jimin.

Probablemente todo el drama y las lágrimas no derramadas, las palabras silenciadas, solo estaban en su cabeza. Quizá fuera solo su paranoia. Su propia confusión que todavía latía, débilmente, en su pecho. Aquel titubeo que se transformó en un desayuno quemado y una cocina llenándose de humo, un Jimin azorado y un YoonGi silencioso cuya mirada tampoco pudo transmitirle nada.

El silencio estableciéndose entre ellos. Un doble silencio a sus conversaciones.

—Feliz cumpleaños, Jin — murmuró YoonGi, con los labios pegados a su piel.

SeokJin se giró para encarar a su novio, el rostro cansado de YoonGi comenzaba a delatarlo, estaba próximo a dormirse. Las ojeras lilas apenas se marcaban, pero en su piel pálida eran más escandalosas de lo esperado.

YoonGi estaba cansado; habían tenido tantas cosas en las que pensar, que hacer, presentaciones y vuelos; sus sentimientos se encontraban a flor de piel. Debía admitir que el haber ganado el ansiado Daesang, así como ver materializarse poco a poco sus sueños y ambiciones, le habían dejado anímicamente exhausto. Y luego estaba el hilo de araña del que parecía pender su relación con el mayor del grupo. Los sentimientos que seguían ahí, en lo más profundo de él, los mismos a los que temía. El amor era verdaderamente abrumador. Y él era consciente de haberle entregado el más grande de los poderes a SeokJin.

El poder de destruirlo desde adentro.

Cuando estuvieron de frente intentaron mirarse a los ojos y buscarse entre ellos. Ver su reflejo y encontrar aquella sonrisa que les pertenecía. Pero Jin fue incapaz de mirar el desconsuelo que iba creciendo cada día en el interior de YoonGi. Aquel sentimiento de no saber en qué punto se encontraban parados, y mucho menos saber hacia dónde ir.

Simplemente no podía ver a YoonGi y saber que era culpa suya el encontrar aquel dolor que el menor se esforzaba por esconder.

YoonGi cogió el mentón de Jin y lo obligó a encararlo. Necesitaba saber que el amor de SeokJin seguía ahí. Incluso si ellos mismos dudaban.

Lo que vio en los orbes de SeokJin lo dejó sin aliento.