Disciplina

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—SeokJin, tu regalo ya está listo.

Dijo YoonGi, sentado frente a un atento Jin. Ciertamente ellos no se llamaban por sus nombres de forma regular, a YoonGi le agradaba decirle princesa (para joderlo un poco respecto a su "dudosa" masculinidad), abuela (por sus chistes anticuados que nunca le causaban gracia) o simplemente Jin (ya que esa era la forma en que se conducían frente a las cámaras). En el caso de Jin decirle YoonGi le añadía cierto toque de intimidad, los demás miembros no le hablaban con esa familiaridad, terminaban añadiendo el "hyung" de lo que Jin estaba exento por ser su mayor, y Suga era de cierto modo cariñoso para los demás.

De cualquier forma ellos no solían ser precisamente la clase de pareja que inicia conversaciones solo para rellenar silencios. La mayoría de las veces ellos preferían comunicarse mediante sus gestos, sus acciones, y sus miradas. Y hasta el momento les había funcionado bien.

Así que el que YoonGi estuviera buscando iniciar una charla, hizo evidente para el cumpleañero que se trataba de algo sobre su particular forma de buscar el placer.

—¿Quieres verlo ahora o esperarás hasta la noche?

Jin se mordió el labio y miró el cuerpo delgado de su novio, las piernas delgadas cruzadas sobre el colchón y la tranquilidad en sus orbes. Dando paso lentamente a la faceta dominante del menor.

—Ahora.

El rapero se levantó con cuidado y fue hasta el buró, abrió el cajón de abajo y sacó una cajita alargada, medio metro aproximadamente pero de unos cinco centímetros de ancho. Jin se esforzó intentando adivinar lo que se encontraría bajo el envoltorio rosa suave y el moño blanco. YoonGi regresó hasta sentarse frente a él, sin llegar a tocarlo, y le tendió el presente.

La curiosidad hizo que Jin desgarrara el papel colorido y descubrió una caja. ¿Quizá una varita de Harry Potter? Él no era un obsesionado con esa saga del niño mago. Aún así compuso su mejor sonrisa, preparándose mentalmente para la decepción. Sin embargo, cuando finalmente descubrió el contenido su sonrisa se convirtió en una mueca de asombro.

Su regalo era una fusta: una vara larga y delgada de color rosa, el mango tenía una tira de cuero y lucía increíblemente linda. Mucho más de lo que Jin llegó a imaginar. La levantó para comprobar su peso, su flexibilidad, la agitó y escuchó como esta rasgó el aire. Se palmeó suavemente la mano izquierda, sin llegar a hacerse daño realmente, con todo y su cuidado su piel se tintó en una fina línea roja ahí donde la fusta tocó. Y un insipiente ardor se extendió por su extremidad.

SeokJin sabía que ellos no eran precisamente una pareja rosa (irónicamente) refiriéndose al sexo, pero tampoco eran unos fieles seguidores del BDSM. Sí, a YoonGi le excitaba de sobremanera el ver como otros (específicamente sus amigos, gente que YoonGi quisiera) le abrían las piernas y lo empalaban sobre sus penes, y en algunas ocasiones llegaron a ciertos niveles de humillación. Tema delicado puesto que YoonGi no supo llevar adecuadamente el aftercare y Jin pasó una semana demasiado dolorosa. Empero, el dolor... No, el dolor nunca entró en sus encuentros, salvo cuando a YoonGi le nalgueaba con fuerza mientras Jin lo cabalgaba.

Esa fusta era más de lo que ellos habían probado. Y probablemente mucho más de lo que Jin estaba dispuesto a hacer.

—No voy a usarla contigo si así me lo pides — confesó YoonGi —; pero quiero que pienses en esto seriamente.

—¿Quieres hacerme daño?

El rapero negó con la cabeza, finalmente tocando el rostro del mayor. Viendo a Jin estremecerse ante su tacto. Como si estuviera asustado.

—No, amor. No quiero hacerte daño. Quiero castigarte.

—¿Y eso cómo lo hace mejor? — inquirió Jin, sintiendo las lágrimas acumularse en sus ojos. Aspecto que odiaba de su personalidad. Las lágrimas nunca eran la solución de nada y solo hacían que se viera menos atractivo (feo jamás).

Para: JinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora