Capítulo 1

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Después de varios intentos es mejor dejarlo ahí

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Después de varios intentos es mejor dejarlo ahí.

Si, déjalo ahí.

Me duele, en realidad me duele. No puedo con esto, no, muchas veces me he preguntado: «¿acaso no soy suficiente? », « ¿algún día tendré una familia...?», « ¿podre amar? », «¿qué pasa ...? Aja, es mejor olvidarlo.

Sólo son pensamientos. Preguntas que quieren ser respondidas pero tal vez no hay respuesta. Tal vez me quede por siempre en espera de una respuesta hasta que de mi último aliento.

Suelto una pequeña risa viendo por la ventana del taxi. Me siento tonta, porque de reojo me ve el taxista, de seguro cree que estoy loca. No lo juzgo, estoy algo mentalmente inestable.

Toda la razón de aquellas preguntas es porque... soy un fracaso, un asco de persona y nunca, nunca encontraré a alguien que pueda amar. A mis diecinueve años no he tenido novio. Lamentable, lo sé. Pero algo más lamentable que eso es no haber podido tener un buen beso de lengua, beso francés o como quieran llamarlo y sigo siendo virgen. Tal vez vaya a un bar con la identificación falsa que Elena saco y me dio.

Porque no mejor inició con mi historial de fracasos o de falsas ilusiones de Cassandra.

Todo comenzó cuando tenia seis años, por el amor de Dios, tenía seis años y en mi defensa estaba en primero de primaria, a esa edad aún miraba películas y jugaba con las muñecas. Andrés, mi mejor amigo porque nuestras madres eran amigas y vecino. Algo irónico. Crecimos juntos, aprendimos andar, gatear, hablar, caminar, andar en bicicleta juntos y hay fotos vergonzosas, él y yo eramos inseparables. Un día, en la escuela nos llevaron a dar un paseo, Andrés y yo nos la pasamos todo el paseo juntos, pegados detrás de la maestra. Al final del día, esperamos a la salida que nuestras madres vinieran por nosotros pero mientras venían en camino, de reojo Andrés se acerco a mi y dijo:

“— Cassie —voltie al escuchar mi nombre y me sorprendí cuando sus labios estaban en los mios, había sido un pequeño de pico. Al presionar sus labios se separo, con los ojos bien abiertos llenos de sorpresa y confusión, él se miraba apenado y en ese momento nuestras madres llegaron. Después ya no supe mas de Andrés porque se mudo pero nuestras madres aún hablaban por teléfono.

La segunda vez fue en tercero de primaria, a mis ocho años de edad, Alex Arnolds que recuerdo que era un niño muy travieso y muy amable. Tenia trensitas en su cabello que le llegaban hasta su hombro, tenia unos ojos claros y era más alto que yo. Alex era uno de dos niños que hablaba en mi salón, incluyendo a Jonathan. «¿Qué sucede cuando un niño te pide un beso a cambio de dinero. A tan pequeña edad sabia que estaba mal. Ese día estaba haciendo una actividad cuando él a mi lado hacia la suya, me detuve cuando me habló:

Totalmente Cliché | 2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora