Amor.

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Sus ojos se encontraron con aquel verde esmeralda que tanto hacía a su cuerpo temblar, a su mente perderse en sus propios pensamientos y a su estómago crear pequeños cosquilleos.

Quería gritar, quería gritar cuanto le amaba, cuanto deseaba probar esos labios y dejar pequeños mordiscos en ellos, cuanto necesitaba sentirle entre sus brazos, y proporcionarle aquella seguridad y calidez que solo una pareja podía hacer.

Sin embargo no podía. No por miedo, sino porque el corazón de la persona a la que amaba, ya tenía nombre.

Ella era una mujer inteligente, graciosa, amable, extrovertida y romántica. Era una mujer fantástica.

Él en cambio no tenía nada, no mucho más que amor sincero, pero, ¿qué heterosexual iba a querer a un homosexual como pareja? Ninguno.



Era la típica historia del amor no correspondido, sin embargo, eso no le quitaba las lágrimas que derramaba cada noche, el vacío que sentía en su corazón y el dolor de su pecho cada vez que la veía con ella.  

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