Prólogo

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— ¿Cómo puedes describir a Jennifer? —preguntó la chica del cabello castaño oscuro mientras miraba a los ojos de la rubia.

—Bueno, ella es una chica entusiasta —contestó Becky— le gustan los colores vivos, ama a los animales, es muy gentil... —ella se lamió los labios con algo de ansiedad mientras le sonreía un poco a la chica que la cuestionaba.

— ¿Algo más que quieras añadir?

Becky se rascó la nuca, le incomodaba que le hicieran preguntas, pero aquello podía tener cierta importancia.

—Ella es... es muy buena persona, le gusta compartir sus cosas y le gusta... nadar —asintió— ¿dice usted que viene del periódico local?

La castaña asintió y continuó apuntando en su libreta.

—Así es, solo haré unas preguntas más —insistió— ¿Pudo percibir cambios notorios en Jennifer cuando ella volvió?

—Ella... no es la misma ¿sabe? Desde que volvió mi amiga no es la misma... —dijo negando suavemente con la cabeza— ella no ha querido hablar de lo que pasó allá, con nadie, ni con la policía, ni con sus amigos, ni con su propia madre; no sé qué le hicieron, o quien, y me enoja mucho que la hayan cambiado de ese modo ¡Ella simplemente no está viviendo en nuestro mundo! —exclamó aunque sin alzar la voz— se la vive mirando al vacío, como si recordara ¿es duro sabe? Ver a tu amiga así y no poder hacer nada.

—Dijo tu otra amiga, Lauren, que Jennifer ha retomado sus clases ¿es verdad? ¿Su madre ya no está aquí con ella?

Becky negó.

—No, su madre se ha ido y si, volvió a clases, su madre insistió en que se fuera con ella, pero su padre adoptivo la convenció de que era mala idea sacarla de aquí, dijo que si volvía a la escuela iba a mejorar... que la mantendría ocupada.

— ¿Jennifer hizo alguna objeción?

—No, ella parece no querer irse, cuando su mamá lo sugirió ella se negó de inmediato.

—Entiendo —contestó la reportera, que de reportera no tenía nada— ¿Crees que haya un motivo para eso? Tal vez... ¿síndrome de Estocolmo?

Becky volvió a negar.

—No, no creo que ella tenga eso, ha ido al doctor varias veces, nunca le han detectado nada. Es más bien como si estuviera preocupada, por algo o por alguien. Tal vez por Lauren y por mí, tal vez piensa que debe protegernos de su secuestrador; es decir, él es un enfermo, donde quiera que esté... ¡la vistió como a una novia! Y pudo haberle hecho algo ¿sabe a lo que me refiero? —Becky hizo una mueca y miró a la joven que parecía tan solo unos pocos años mayor que ella— pudo haber abusado de ella... sexualmente —murmuró.

— ¿Y no lo hizo?

— No —Negó Becky con rapidez— no, ella no tenía esa clase de heridas.

— ¿Quiere decir que tenía heridas de algún tipo? —volvió a preguntar.

— ¿Esto va a ser para un artículo no? ¿Del periódico? —La chica asintió— ¿Cómo dice que se llama?

—Flor señorita, vengo del departamento de reportaje.

—Está bien.

— ¿Podemos proseguir? —Preguntó la chica y Becky asintió— ¿escuchó sobre la noticia del lobo huargo? Sorprendente ¿o no?

— ¿Qué tiene que ver con Jennifer?

— ¿Cree que haya una posibilidad de que ella se quede aquí solo por el lobo? ¿Sabe si lo ha ido a visitar al zoo?

—No veo porque tendría que ver, solo es un lobo... Jennifer prefiere las creaturas del mar, ella visita el acuario más que el zoológico —negó— no ha ido a verlo, no que yo sepa, pero no tiene importancia, como ya dije, solo es un animal. Seguro sufrió alguna alteración genética por radiación o algo parecido, lo único que me consterna es que lo hayan sacado del bosque. Apuesto a que es una creatura débil, ya sabe, por su mutación... sino dudo que se hubiera dejado atrapar, por lo que dicen es gigantesco.

—Así es señorita... es enorme ¿considerarías llevar a Jennifer al zoo? ¿Para ver a este animal?

— ¿Es alguna clase de promoción? —estaba bastante incómoda ahora, la mujer parecía saber más de lo que decía, pero de algún modo estaba logrando sacarle demasiada información.

—Solo es una pregunta...

—No —negó con la cabeza— lo menos que Jen necesita es recordar ese bosque.

El tigre de otoñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora