—Jennifer —dijo la oficial de policía— si quieres ayudarnos a capturar al hombre que te secuestró, tienes por favor que darnos una descripción.
—No —contesté
—Estarás segura, te lo puedo prometer.
— ¿Es que acaso no entiende? —pregunté ya frustrada por su incompetencia— yo no fui secuestrada.
—Señorita —dijo ella soltando un enorme suspiro— he escuchado su historia antes, cientos de veces y debo decirle que es muy obvio que faltan detalles —se quejó— es difícil admitirlo, lose, puede no querer recordarlo, pero en verdad necesito una declaración.
— ¿Puedo irme ya?
Ella volvió a suspirar.
—Estaré esperando esa declaración —dijo levantándose de la silla y abriéndome la puerta— pero tiene que recordar una cosa Jennifer, si continúa con esta actitud, llegará un punto en que nosotros comenzaremos a sospechar de usted, y debe también recordar que puedo arrestarla por obstruir la ley.
Yo la miré con el ceño fruncido y me detuve frente a ella, dándole la cara, enseñándole que no tenía ninguna información para ella.
— ¿Cuándo se volvió tan importante? —pregunte, con un tono suave para evitar que sonara tan insultante.
—Siempre lo ha tenido —afirmó— pero hemos registrado una nueva desaparición, otra chica está perdida, y no dejare que lo que no le pasó a usted por pura suerte, le pase a ella.
—La gente se pierde todo el tiempo en las montañas —dije hacia la oficial y di un par de pasos más para alejarme— solo un recordatorio.
Yo salí de ahí frustrada por la atroz insistencia de los policías, era ya la tercera vez en el mes que me llamaban para ver si estaba lista para declarar. Y ya iban tres veces en las que cantaba mi misma historia mal hecha; aquella en la que encontraba el vestido de novia en una cabaña y lo usaba porque mis ropas estaban todas rasgadas debido a una caída en la cual me había ocasionado las heridas de mi espalda. Pero nadie creía mi versión porque era muy pobre en detalles y sonaba, obviamente, más lógico haber sido secuestrada y tener un trauma emocional tan grande que no quería decir ni pio.
Mi primera hora de clases se había perdido ya y cuando llegué a mi departamento estaba vacío, esta vez realmente estaba vacío. Me quedé sentada en el sofá por unos minutos mientras me tranquilizaba, había estado tan tensa que no me había dado cuenta del nuevo ejemplar del diario que estaba sobre la mesa; cuando mis ojos se posaron en él, me sentí un poco emocionada, lo tomé de la mesilla de centro y me salté todas las páginas hasta llegar al pequeño apartado dedicado al zoo.
Cuando leí las primeras líneas me di cuenta de que el momento por fin había llegado, el zoológico estaba desesperado y era hora de llamar a los estudiantes para demostrar que todo estaba bien, que no había ningún problema con el lobo y que pronto comenzarían a dar respuesta a todas las preguntas que el público hacía indiscriminadamente.
Abajo venía un mail y una serie de requisitos que obviamente yo tenía, así que sin perder el tiempo tomé mi computadora y comencé a redactar el correo, haciendo alarde de un montón de habilidades que en su mayoría no tenía, incluyendo entre ellas mi amplia "Experiencia en el habitar del espécimen" y es que ¿quién más podría saber que él vivía debajo de un árbol gigantesco? Quién más podría saber que le gustaba bañarse en el rio, que dormía en ocasiones con las patas estiradas hacia atrás solo porque tenía calor, que su cama era un lecho de hojas y que era demasiado humilde como para haberse hecho un pequeño reino así como había hecho su hermano.
Leí mi currículo una y otra vez hasta que decidí enviarlo, más perfecto no podía ser, al menos no se me ocurría nada. Soltando un gran suspiro presioné el botón de enviar y cerré la tapa de la laptop, estaba hecho al fin.
Me puse de pie y guardé la computadora, eché el diario a la basura y salí del apartamento, tenía clases y esta vez podía tomarlas tranquila, porque el día que había estado esperando al fin había llegado.
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El tigre de otoño
FantasíaThe seasons leyend 2 Cuando llega el otoño y las hojas de los árboles se empiezan a desprender. El lobo blanco en el zoológico comienza a comportarse extraño, primero marcas en la jaula, rocas movidas y rejas mordidas; después, un ataque a un cuidad...