Capítulo 1.

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Agosto se fue con las lluvias, el tiempo corría tan imparable como los lagos de las grandes montañas humeantes, y de pronto era el 18 de septiembre y se cumplían exactamente dos meses de mi supuesto rescate, dos meses, uno ya completo con mi madre y otro solo conmigo y mis fieles amigas. La escuela estaba de vuelta, pero en realidad no me interesaba, yo solo anotaba, estudiaba y pasaba; haciendo todo lo más rápido que fuera posible para poder volver a las notas del periódico, no a las que hablaban de mí, sino a las que hablaban del lobo.

Invierno estaba encerrrado, únicamente los fines de semana salía a un hábitat boscoso que el zoológico había preparado para él y el resto del tiempo permanecía en observación. Le hacían estudios prácticamente todos los días, analizaban su sangre, sus huesos, y publicaban los resultados en un pequeño apartado en el periódico local que se dedicaba únicamente a informar a la población sobre su nueva y rara adquisición que le traía al zoológico más visitantes de los que habían logrado tener nunca con los animales normales que siempre exhibían.

Yo leía cada avance en aquel periodicucho, buscando la oportunidad y el valor para ver al lobo otra vez. Y es que no podía siquiera pensarlo, imaginarlo tras una cristalera; no quería ver sus ojos verdes tristes en aquel lugar. No resistiría.

Tenía que ser inteligente, paciente y astuta. Y por eso no soltaba el maldito boletín; porque sabía que un día los estúpidos del zoológico llamarían testigos camuflados de pasantes, para que el mundo viera que trataban bien a "Jocy" el "Último lobo huargo" como lo habían llamado. De cualquier forma yo sabía que no era verdad, porque en cada foto él se veía peor. Y donde la gente veía un animal, yo veía al hombre que llevaba dentro.

De cualquier forma no tardarían mucho en pedir pasantes de la universidad, porque si querían seguir con la custodia del animal tenían que convencer a todos esos animalistas que se iban a manifestar cada fin de semana afuera del zoo, no eran demasiados, pero poco a poco convencían al público que asistía, que ese animal debía estar en la naturaleza justo donde pertenecía. Por supuesto estaba de acuerdo, pero sabía que la organización haría todo lo posible para crear algún invento sobre que si querían que el animal siguiera vivo y su especie perdurara, tenían que hacer una clonación o algo.

Sin embargo una cosa no me quedaba clara todavía ¿Por qué Invierno seguía ahí? ¿Por qué no huía? En primer lugar ¿por qué se había dejado atrapar? La idea de que fuera por mí, me rompía el alma en mil pedazos. Aunque ese pensamiento pocas veces había rondando mi mente. Tal vez estaba herido, no físicamente, porque no había nada de eso en los reportes. Tal vez era algo más... esperaba que Verano no le hubiera hecho nada, aunque lo veía muy poco probable por algún extraño motivo.

Fuese lo que fuese el lobo no estaba bien y yo no podía hacer nada todavía, no tenía la fuerza de verlo y tampoco la oportunidad.

Esa mañana tomé el ejemplar diario del periódico que había contratado desde que había llegado a la civilización de nuevo, lo abrí en la página trece, justo donde venían todas las noticias sobre el lobo, ya ni siquiera revisaba lo demás; respiré profundamente mirando el encabezado "La genética de Jocy previó su comportamiento agresivo" su genética no me importó en lo absoluto cuando leí la parte de "Comportamiento agresivo" mis cejas se arquearon y bajé rápidamente leyendo lo que a continuación decía:

"El comportamiento de Jocy ha sido predicho a través de su ADN, al parecer su combinación genética es un código claro para cada uno de sus ataques. El día de ayer comenzó con este extraño comportamiento y mordió las barras de su jaula logrando hacer un agujero del tamaño de su cabeza. La mordida del lobo nos permitió registrar una fuerza de mil doscientos kilogramos de fuerza, la más fuerte registrada hasta el momento. Esto explica su capacidad para roer el acero, como si de un pedazo de madera se tratase. Se le ha mudado a un recinto donde podrá sentirse un poco más libre para evitar futuros comportamientos agresivos. [...]"

El tigre de otoñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora