Después de horas y horas explicando le a Alex sobre mí, creo que al fin entendió.
– Y de allí vienen tus poderes.
– Exacto, la luna no es solo un estúpido satélite.
– Es algo loco, pero increíble.
– Un poco... Creo que ya es hora de irnos, ya casi es de noche y tu camino es muy largo.
– Esta bien.
(...)
Estaba en clase de historia, algo distraída perdida completamente en mi mente.
Pero como es costumbre siempre hay alguien que rompe tu paz y armonía.– Es ella amiga.
Escuche en el fondo.
– Dicen que toda su familia esta maldita, debe ser una bruja o debe estar poseída por el maligno.
Esas eran dos estúpidas hablando mal de mí, y como ya saben no me guardo nada.
Me levante de mi asiento directo hacía ellas, con mi mano empuñada.
Estaba a pocos metros de ellas, apreté más el puño, sólo faltaban unos cuantos pasos para llegar. Pero sentí que alguien agarro mi muñeca haciendo que me detuviera en seco y mi puño se tensara aun más.– No lo hagas. – Susurro en mi odio una voz masculina.
Me di vuelta y me encontró cara a cara con aquel chico de la otra vez.– Suelta mi mano. – Le ordene entre dientes.
– Si me acompañas a un lugar.
– ¿¡Estas loco!?.
– De hecho un poco. – Y sonrió, su sonrisa era perfecta.
– Esta bien.
Soltó mi muñeca, procedí a seguirlo.
***
Llegamos a un campo, en medio del bosque rodeado de girasoles.
– Te gustan los girasoles verdad?. – Dijo aquel chico.
– ¿Cómo te llamas?. – Le pregunte.
– Eso no fue lo que te pregunte. – Me dijo con una sonrisa de lado.
– Sí, sí me gustan.
– Toma, aquí tienes uno. No te preocupes no se marchita, puede durar hasta 50 años.
Abrí mis ojos algo sorprendida, como era posible que un girasol durara tanto tiempo? Ni que fuera una gota de sol.
Es una gota de sol idiota!!.
– Es una gota de sol?
– Veo que eres muy lenta para tu edad.
– Qué?, sólo tengo 17.
– En años humanos, en años vampiros es obvio que tienes más edad.
– ¿Cómo lo sabes?
– Secretos de vampiros. – Susurro en mi odio. – Ahh, por cierto, toma.
Me dio una especie de pomada o algo por el estilo
– Unta la en tu tatuaje y él desaparecerá, no en realidad, sólo no sera visto por ojos humanos no importa si llega a brillar.
– Muchas gracias, espera un momento. ¡Eres un vampiro!.
Sonrió. – Adiós guapa.
Y se fue volando, sí, volando y me dejo con la duda y perdida en el bosque.
– Genial...
(...)
Al fin es sábado y estoy lista para quedarme en mi cama durmiendo todo el día.
Nada puede arruinar este día, nada ni nadie.– Buenas.
Hable muy pronto.
–Tú!
–Hola, sé que es muy temprano pero tenemos que hablar.
Era aquel chico el cual su nombre no sé.
–Eso fue muy cliché.
– ¿El qué?
– El entrar por mi ventana, eso.
– Toque la puerta y nadie habría.
– ¡Eso no te da derecho de entrar por mi ventana!
– ¿¡Por qué te alteras!?
– ¡Es mi cuarto!
– Lo siento amargada.
– ¡No soy amargada!
– Esta bien, como digas.
– Dime tu nombre.
– ¿Qué?
– Ese fue el trato, dime tu nombre.
– Todavía no es el momento.
– ¿Cuándo lo sera?
– ¿Por qué tanto interés?.
– Curiosidad, es todo.
– Te diré en su debido tiempo princesa.
Me dijo princesa
– Sólo dilo y ya, no creo que sea malo.
– Tus hermanos vienen en camino, te diré cuando se haga la media noche, adiós princesa. – Estuve apunto de hablar cuando salto por la ventana y la puerta se abrió se un solo portazo, pegue un pequeño respingón, seguido de un grito.
– ¿Dónde estás?. – Preguntó Connor.
– ¿Dónde esta quién?. – Respondí algo nerviosa.
– El chico. – Dijo Mason.
– No sé de que me hablan.
– No mientas, lo he olido. – Dijo Connor mientras olfateaba el cuarto.
– Alto!, Largo de aquí hermanos. – Dije ya algo molesta.
– Calma hermana, ya nos vamos, pero estaremos pendientes. – Dijo Mason mientras salia por la puerta, Connor lo siguió después.
Me recoste en mi cama pensando, en cuando sería el momento en el que me dirá su nombre.