Seis.

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Luego del primer encuentro fuera del comedor, le siguieron otros más.

El barman sexy o futuro ingeniero civil sexy resultó llamarse Leonardo, un nombre del cual me burlé unas cuantas veces.

Se volvió mi amigo en Facebook y luego de unas semanas, confiando plenamente que no era un acosador mentiroso, intercambiamos números y charlábamos todas las noches por whatsapp.

"Leo (10:40am): ¿Almorzamos juntos hoy?

Mariana (10:42am): ¿Y vos pagas todo? *broma*

Leo (10:44am): Yo pago todo.

Mariana (10:45am): Era broma, Leo, mitad y mitad.

Leo (10:48): Yo pago la pizza y vos la gaseosa.

Mariana (10:49am): ¡PIZZA! Con gusto acepto almorzar contigo".

Leo es una persona con la cual puedo hablar de cualquier cosa, me hace reír hasta lagrimear y escucha todas las ideas que se me ocurren para mis novelas. También le dejo ser mi lector beta en algunas ocasiones, a pesar de que no es muy asiduo a la literatura, a veces lee algunos libros. Cuando no está metido de lleno con las tareas o esos cálculos raros que hace. Intentó explicarme algunos términos que a veces se le escapan cuando conversábamos sobre la facultad, pero yo terminaba más perdida que en el principio y él riéndose de mí. No me importaba mucho cuando se reía de mí por esas cosas porque lo único a lo que le prestaba atención era a la manera en la que sus ojos brillaban, el movimiento de sus manos al explicar algo y su sonrisa que iba creciendo a medida que hablaba. Me contagiaba esa pasión que tenía por su carrera y yo estaba encantada de escucharlo.

La profesora de Restauración de Ecosistemas decidió que salgamos antes del horario por lo que ya nos encontrábamos en el pasillo y le comenté a las chicas sobre mi salida a comer con Leo.

―¡¿TE INVITÓ A ALMORZAR?!

―¡Audrey!―exclamé sintiendo mis mejillas arder.

Ella comenzó a reír. Le divierte ponerme en vergüenza.

―Lo siento, es que estoy algo impresionada, ya sabés, no todos los días le invitan a una de mis amigas a almorzar.

―A Samantha sí―Dice Angelina señalando a la susodicha con el pulgar.

―Pero el novio de Samantha está obligado a invitarle a almorzar, Angelina no Jolie―Dice Rebecca.

Siento mi celular vibrar y veo que es una notificación de whatsapp, las chicas me rodean y como curiosas tratan de ver el mensaje de Leo.

"Leo (11:45am): En breve te paso a buscar, estaré en el estacionamiento en menos de cinco minutos.

Mariana (11:46am): Dale, te espero".

―Y encima le va a venir a buscar―Flor dice eso con tanta emoción que me termina contagiando un poquito.
Para ellas es todavía emocionante que el muchacho y yo sigamos hablando. Salimos un par de veces también, pero igual cada salida es diferente y en cada salida me embarga una sensación cálida en el pecho.

Las chicas me sonríen y su sonrisa es del tipo ustedes chicos van a hacer cositas malas.

Comienzo a reír y nos sentamos en una banca que está cerca de tablón.

Unos minutos después, Audrey señala con el dedo hacia el estacionamiento sin disimular absolutamente mientras mira hacia ahí.

―Y llegó por quien lloraban―Dice y deja de señalar.

Volteamos y vemos a un auto azul estacionar, luego vemos la puerta del conductor abrirse y reconozco a Leo rápidamente, él cierra la puerta y voltea hacia mi edificio.

Dejo de mirarlo y respiro profundamente.

―Vos podes, Mariana, vos podes―me dice Flor dándome un abrazo breve.

―Espero y se besen―Dice Angelina y comenzamos a reír.

―No creo que eso pase―. Susurro y ellas me miran mal.

―Ay, Mariana, deja de ser negativa―me regaña Rebecca―, para mí, ustedes hacen linda pareja.

Mis amigas alimentan mis ilusiones.

Río y niego con la cabeza, miro hacia Leo y él mira hacia nosotras, me sonríe y decido que es hora de ir hacia él.

Tal vez...tal vez está sensación cálida que me llena el corazón cuando lo veo significa algo. Verlo sonreír lentamente mientras me acerco produce que algo se revuelva en mi estómago y tenga unas terribles ganas de sonreír como tonta.

Encantada de conocerte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora