Tres.

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A la tercera banda, estaba tan cansada que terminé sentada en uno de los taburetes frente a la barra, miré al barman que no parecía ser tan mayor y le dediqué una sonrisa de lado.

―Una botella de agua, por favor―Pedí, él me sonrió y observé cada movimiento suyo hasta que me pasó la botella de agua.
, tienen agua en este bar. Y , yo también me sorprendí por eso cuando Samantha me lo comentó antes de que llegáramos.

―¿Primera vez aquí? ―Preguntó, abrí la botella y bebí una largo trago.

Una vez terminé de hidratarme, volví a mirarle.

―Primera vez―Respondí.

Él me sonrió.

―Le recomiendo quedarse hasta la quinta banda, luego se torna algo aburrido―hizo una mueca que hizo que soltara una risita tonta.

―Gracias, tendré en cuenta tu recomendación―Contesté manteniendo una sonrisa en mi cara.

Observé detenidamente al barman, parecía tener casi veinticinco o tal vez menos o más, hombros anchos, brazos que parecían bien trabajados bajo esa camisa blanca apretada que tenía puesta—le quedaba de maravilla por si se lo preguntan—, sobre ella tenía un chaleco negro y pantalones negros, las mangas de su camisa estaban remangadas hasta por encima del codo, tenía la piel algo bronceada—o eso me parecía, capaz es moreno de nacimiento—, alto y el cabello castaño desordenado, pero un desorden del tipo casual que le quedaba bastante bien, cuando posé la mirada en sus ojos casi me caigo de la silla, eran como el color de la miel con un toque de verde y el efecto que tenía las luces sobre ellos me dejó muy impresionada.

Noté como una sonrisa pícara se formaba en sus labios y dejé de mirarle como una acosadora para mirar con fingida atención mi botella de agua que por cierto pude darme cuenta que no es de mis marcas favoritas, ya decía yo que por eso me parecía familiar su sabor y conste que yo sé que el agua no debe tener sabor.
Bah, todo ahora me parece de un sabor raro, hasta el agua. E inclusive estoy viendo a un tipo sexy sonreírme. ¿El alcohol produce alucinaciones?

Mis pensamientos tomaron el rumbo de hallar la respuesta a la pregunta por lo que no me percaté a tiempo que el muchacho al cual acosaba con la vista hace pocos segundos se había acercó más a mí.

―Espero verte seguido por este lugar―. Dijo, y creo que fue mi imaginación o su voz se tornó más profunda con esa simple frase.
Definitivamente el alcohol produce alucinaciones. Y como que me ha dado calor. ¿Desde cuándo los hombres con voz tan profunda y gruesa se toman el atrevimiento de seducir de esa manera a señoritas medio ebrias, medio sobrias?
Sentí un repentino calor en el cuerpo.

Mierda, estúpidas hormonas.

―Tal vez sí, tal vez no―. Contesté y con la valentía que no sabía que poseía decidí levantar la mirada de mi botella de agua y posarla en él. Específicamente en sus ojos.

Su sonrisa pícara seguía allí, por si quieren saberlo.

―Espero tu respuesta tire más hacia el sí―. Dijo antes de alejarse y atender a un muchacho que reclamó su atención.

Miré con fijeza la madera de la barra, sintiendo la cara arder y mis manos temblar.

Ay, Dios, mío, ese hombre está bueno, como para besarlo toda la noche sin parar...no, no, no, hormonas, no vayan por ese camino.
Tengo que recordarme que hoy es noche de chicas. Noche de chicas.

Estaba plenamente consciente que el sexy barman me estaba mirando, pero no le devolví la mirada y luego de alejarme de la barra, no me volví a acercar a ella ni a dirigir la mirada hacia ahí.

Para evitar cualquier locura que se me ocurra.

Encantada de conocerte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora