J-hope One-shots

Una noche deliciosa.

Todos los fines de semana me pasaba igual; salía a buscar trabajo desde que amanecía pero solo encontraba un inmenso cansancio al anochecer. Había agotado todas mis opciones. Ya había preguntado en todos los restaurantes de la ciudad. En los bares, cafeterías, empresas, agencias. Incluso en lugares fuera de la ciudad, solo por no dejar pasar ninguna opción. Sin embargo en cada sitio siempre era una excusa distinta para no aceptarme. He llegado hasta escuchar, en uno de los restaurantes, que no me contrataban porque no aceptaban mujeres. En resumen; mi vida era un caos ahora mismo y el Universo no estaba dispuesto a colaborar para organizarla.

Subía los escalones de mi edificio arrastrando cada paso, agotada. Llegué a la puerta de mi apartamento y di un suspiro antes de ponerme a buscar mis llaves. Tenía mi bolso tan lleno de papeles y envoltorios de barritas energéticas-. las llevaba conmigo siempre porque sabía que me pasaría mucho tiempo en la calle, y cuando el hambre me atacaba trataba de apaciguarlo con ellas-. Entre tanta basura de la que llevaba cargado el bolso, estuve minutos buscando las dichosas llaves. Cuando al fin las hube encontrado, me apresuré a abrir y entrar como el ambiente fuera de casa quemara. Solté el boslo de un movimiento en el salón y me dirigí a la cocina a ver que me inventaba de comer.

—¿Qué haces aquí? —dije sofocada tras un grito de espanto, por el susto que me di al ver a mi mejor amigo en delantal frente a la hornilla.

—¿No lo ves? Hago la cena —me miró y puso los ojos en blanco como si estuviera hablando de lo más normal del mundo.

—Me refiero a, ¿cómo entraste? —me quité los zapatos apretados y los dejé en el límite antes de pisar mi preciado suelo de madera. Tomé una manzana de la encimera, a la cual solo pude darle un mordisco antes de que él me la arrebatara de entre los labios.

—Luego dices que Jung Hoseok es el loco, ¿no recuerdas que me diste las llaves? Y no comas eso que luego no pruebas bocado de lo que estoy preparando —alzó su ceja hacia mi, y luego se fue refunfuñando con su cucharón por culpa de aquella mordida a la manzana.

—Pues sí, lo había olvidado por completo —me senté en una de las sillas altas que tenía acomodadas frente a la encimera y me dispuse a esperar la cena de Hoseok—. Y no te preocupes que con el hambre que traigo te comería entero, ¿sabes?

—Yo me dejaría —me miró pícaro y me hizo un guiño. Empecé a reir y le lancé una uva por atrevido, a lo que él respondió con una carcajada al evitar mi proyectil en un divertido gesto—. ¿Hoy tampoco has tenido suerte? —brincó de tema haciéndome suspirar por mis deseos de evitarlo. Me recosté en la silla mirando al techo, como si se me hubiera escapado el alma del cuerpo.

—No a todos se nos resuelve la vida con una audición —dije sin pensar. Acción que provocó un silencio incómodo entre los dos.

—Sabes que no es tan sencillo... —dijo con la voz ronca pero le interrumpí al darme cuenta de mi error.

—Lo siento, no pensé antes de hablar. Es solo que estoy muy frustrada. Más bien, dime tú, ¿cómo te va en las prácticas? —traté de desviar otra vez el tema. No me apetecía hablar sobre como estaba completamente sin rumbo en esos momentos.

—Bueno, hoy fue divertido. Tuvimos una clase especial con un coreógrafo famoso, probablemente no conozcas su nombre, pero me felicitó por mi trabajo. Dice que soy muy talentoso —noté como sus mejillas se tornaban de color rojizo. Sus ojos brillaban, lo que me provocó una sincera sonrisa al verle.

—Te dije que solo era cuestión de tiempo para que encantaras a todos con tus movimientos —imité el paso mas sexy que él había usado en su audición y los dos estallamos en risas ante mi pobre actuación.

—Pero me están haciendo aprender a rapear. Al principio me sentía realmente incómodo, pero ya me estoy acostumbrando —se encogió de hombros justo antes de apagar la cocina. ¿La verdad? Olía delicioso, pero no tenía idea de que se trataba.