Cuando Tyler llegó a su casa y encontró a su hija con un mechón de su cabello rubio teñido de color rojo radical, exigió saber quién le había hecho tremenda desfachatez. Estaba a punto de llamar al colegio para reclamar cuando no recibió respuesta de parte de la niña, quien sólo miraba a Josh, esperando que este respondiera. Entonces, Tyler vio el pote de tinte en la mesa ratona de la sala, y su expresión cambió de una demandante y sumamente enfadada a otra agotada.
Después de la cena, que fue sumamente incómoda pues Tyler se negaba a hablar con Josh hasta que Catherine se fuera a dormir, la niña se despidió de ambos chicos con un beso en la mejilla y se dirigió obedientemente a su habitación. Sin lavarse los dientes, a propósito, pero Tyler estaba demasiado concentrado en otras cosas como para darse cuenta.
Tuvo un día difícil. La gente en los estudios musicales es malditamente estúpida, y él no está para estar aguantando mierdas, por lo que estuvo gritando a todos los asistentes todo el día, poniendo en su lugar a practicantes que querían hacerse los importantes, y recibiendo quejas chillonas con una sonrisa en el rostro, intentando no golpear a todos los que tenía en frente. Odiaba los días de relaciones públicas. Honestamente, le gustaba más quedarse dentro de un estudio desonorizado durante todo el día, construyendo melodías, escribiendo canciones y ensayando con los aprendices de guitarra y músicos que rondaban por ahí con su café en una mano y su talento en la otra; pero su jefe le había pedido manejar a los clientes ese día, y él no iba a negarse.
En resumen, si ya estaba a punto de sufrir de un choque nervioso antes, llegar a casa y encontrar tal irresponsabilidad de parte de Josh había hecho todo mucho peor. Nadie podía culparlo, no del todo. En otro día, otro momento, otra fecha, Tyler habría sacado a Josh de su casa entre risas, porque lo del cabello no había sido tan malo; pero el chico había llegado de su trabajo a punto de explotar, y esto sólo había desbordado las cosas.
"Josh, ¿qué mierda?" susurró Tyler apenas la puerta del cuarto de Catherine se cerró, reteniendo sus ganas de tomar el rostro sereno del teñido y golpearlo hasta deformarlo completamente.
"No has comido casi nada, Ty." sólo comentó, nervioso. Sabía que Tyler estaba enfadado.
"¿Es que no piensas antes de hacer las cosas?" Tyler ignoró sus propias ganas de ablandarse bajo la mirada insegura de Josh.
"Mira, yo sólo-"
"¿En qué rayos estabas pensando?"
"Tyler, tienes que tranquilizarte." El hombre intentó resolver el dilema diplomáticamente, de la manera más pacífica, en principio porque odiaba discutir con Tyler, y luego porque el chico lucía tan alterado por todo que sólo quería que se calmara. "Sé que tuviste un día difícil." Lo sabía, se le notaba en la mirada.
"Sí, sí, tuve un día putamente difícil, y me vienes con esta irresponsabilidad." espetó Tyler furioso, aún sin perder el tono leve en su voz para que Catherine no lo escuchara.
"Lo siento, Ty." se disculpó, temiendo que cualquier movimiento en falso avivara más el enojo de Tyler. "Tranquilo, no precipites las cosas, ¿sí?"
"¡¿Precipitar?!"
"Sí, precipitar." afirmó Josh, sin perder la postura, y se bajó de la barra para recoger los platos de la mesa. "Estás muy estresado, por eso sobrereaccionas."
"¡¿Sobrereaccionar?!" Tyler se permitió subir la voz un poco. "¡Le teñiste el cabello a mi hija!"
"En mi defensa, ella me lo pidió."
"¡Ella tiene seis años, Josh!" casi gritó, dándose cuenta luego de su error. "Y se supone que tu deber como adulto responsable es cuidar de ella, ¡no cumplir sus caprichos! ¡Pensé que podía confiar en ti, pero no haces más que malcriarla!"