La apariencia es lo de menos parte 1

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¡Hola! Ya saben, yo como siempre un poco atrasada en acabar pero antes de que el día 2 de diciembre termine, tenía que venir con la dedicatoria de mi amiga Rita Tatiana, una linda chica que me ha hecho feliz con sus comentarios a lo que escribo. De manera que espero hacerte sentir especial en tu día dedicándote esta historia corta pero que tendrá un poco de mi corazón. Siento mucho no haber terminado pero prometo en la madrugada subirte la continuación. ¡Te deseo estés pasando un cumpleaños increíble!

Los personajes pertenecen a Hinako Takanaga, yo solo les cambio la forma y el lugar jejejeje.

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La apariencia es lo de menos.

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Toda su vida creció distinto a los demás, apartado, lejano y un poco solitario. Morinaga Tetsuhiro desde muy pequeño, desarrollo un gusto peculiar por pastelillos, chocolates y tantas cosas dulces que le calmaban la ansiedad de estar solo durante horas en su casa. Como hijo único con unos padres que rayaban en ser desobligados, pues lo dejaban totalmente solo desde que cumplió seis años, aprendió que la mejor compañía que podía tener era la suya propia. Además de aprender a disfrutar los pequeños placeres de la vida como la comida.

Con un afán culinario en los ratos de soledad, comenzó a poner manos a la obra en la elaboración de distintos platillos que primero serían totalmente dulces y poco a poco su labor se tornó más especializada en todo tipo de comida. Sus padres al notar sus habilidades y esa forma suya de ser tan detallista, se aprovecharon para volverlo prácticamente la sirvienta pues se comenzó a encargar de hacer las compras, limpiar y cocinar.

Así creció el tierno y amable Tetsuhiro, con un corazón todavía más dulce que los postres que preparaba. Desafortunadamente la vida es difícil para quienes más luchan por formar parte de un grupo pues con muchos kilos de sobrepeso en una sociedad en la que ser delgado es algo fundamental en las relaciones sociales, no encontró jamás un lugar en el cual sentirse estimado. Sus mismos padres lo trataron siempre con menosprecio procurando hacerle evidente su problema con comentarios ofensivos de los que procuró reír pretendiendo no sentirse lastimado.

En la escuela secundaria y preparatoria se acostumbró a estar apartado de los demás para evitar burlas y preguntas incómodas. Cada vez que el mundo se tornó amargo y desabrido en el exterior, lo compensó con mucha dulzura a la hora de la comida, de manera que su peso se incrementó conforme los años pasaron.

A pesar de ser alto, con los hombros encorvados hacia delante por su timidez, lo mantuvieron como una persona que los demás ignoraron y cuando alguna vez alguien se interesó genuinamente en su amistad, se sintió un poco incómodo pensando que quizás podría ser una treta para lastimarlo; ya que todas sus anteriores experiencias con chicos de su edad resultaron en un fiasco tras otro. Todos esos problemas le enseñaron a ser desconfiado y preferir volverse amigo de los profesores.

El ser solitario no le fue tan malo pues sus notas reflejaban ser un estudiante sobresaliente, lo malo de ello es que por la misma razón se aprovecharon de su buena voluntad y su corazón de oro para robarle tareas o forzarlo a entregar a abusivos las respuestas en los exámenes.

Con el paso de los años aprendió que lo principal para sobrevivir en la escuela es ser desconfiado y alejarse de los demás es alejarse de los problemas. El paso del tiempo lo llevó a salir de casa pues pretendió alejarse de su ciudad natal pretendiendo comenzar de nuevo en un lugar distante.

Solía creer que al llegar a la universidad en Nagoya, sus dificultades terminarían, sin embargo estaba muy equivocado, pues luego de unos meses de tranquilidad, accidentalmente tropezó y su pastelito que estaba comiendo fue a dar directamente a la camisa de uno de los tipos más fanfarrones. Por aquella razón, desde ese día comenzó a ser agredido constantemente durante las clases y fuera de ellas. Aquél tipo fanfarrón como si fuera un adolescente le metió el pie mientras lo vio pasar, le dio empujones, goma de marcar en su asiento y sin olvidar los insultos. Todo con tal de reírse de él al lado de su grupo de amigos igualmente desagradables pero populares en la escuela.

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