Chapter 3

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Eve's POV

Tomamos las escaleras que llevan al primer piso. Durante nuestro transcurso saludamos a la señora Darla, y le recordé que hoy Javi se quedaría con ella tan solo por las horas que yo no estuviera. Muy pocas para mi, pero casi como una tortura para el enano. Asintió y apretó una de las mejillas de mi hermano diciéndole que era un niño adorable y que se la pasarían de lo mejor en la tarde. Cuando la dejamos atrás Javi comenzó a quejarse del apretón que su cachete había recibido, y se cuestionó el porqué los adultos hacen eso a los niños al encontrarlos lindos. La verdad era que esa era una buena pregunta, y yo no sabía la respuesta.

La puerta principal del edificio fue abierta, dándonos la bienvenida a la, ahora, fría ciudad. Abracé mi suéter y me aseguré que el de Javi estuviera bien puesto. Empezamos a caminar con dirección al local en donde dejaría a Javi, el lugar estaba en el centro de la ciudad, por lo cual debíamos de tomar el autobús que paraba a dos esquinas del edificio.
Es en estos tiempos en los cuales desearía poder tener el dinero suficiente para conseguir un auto y que Javi no tuviera que caminar por las frías calles con altas posibilidad de pescar una enfermedad. Muy apenas hay dinero para sobrevivir, y tener que pasar por desvelos, medicamentos caros y gripes no está en lo planes. Suspiré y tome a mi hermano entre mis brazos cuando tuvimos que cruzar la calle, no era que no confiara en que él saliera corriendo, si no que es tanta la gente caminando a esta hora del día, que el miedo de que en un momento a otro la mano de mi hermano se me pierda entre la multitud me atormentaba.

No volví a bajar a Javi de mis brazos hasta que llegamos a la parada del autobús, había una pequeña cantidad de personas, que al igual que nosotros, no veía la hora en la que el transporte llegara y los sacara del frío clima que hoy nos acompañaba. Gracias a Dios la espera no fue tanta. El autobús llegó y Javi y yo no esperamos un minuto más para abordarlo. Mi hermano pasó la tarjeta de cliente por la pequeña máquina que le hacía el favor al chofer de contar el dinero y el número de pasajeros que abordaban el camión. El señor, mejor conocido como Alfonso, se río ante la acción de mi hermano y este solo le sonrió añadiendo que como todo niño grande debía de hacer sus pagos el mismo. Reímos ante sus palabras y lo empujé un poco para que avanzara y así poder encontrar un par de asientos libres. Como siempre fue él el que eligió el asiento con la ventana. Me encanta verlo. A pesar del hecho de que pasamos por la misma ruta cinco días a la semana, el asombro que sus bellos ojos transmitían al ver a las personas y edificios pasar a través de la ventana jamás se apagaba. Sonreí al verlo saludar alegremente a un cachorro a través del gran vidrio. Jamás me cansaría de apreciar lo feliz que siempre se mostraba.

El autobús paro una vez que llegó a la parada correspondiente, agradecí al chofer, y junto a Javi, bajé del transporte. Aunque habíamos tomado el autobús, aún nos quedaban una gran cuadra por recorrer.

"¿Y bien?" Dijo mi hermano después de habernos bajado y comenzado a caminar.
"¿Y bien qué?" Lo mire y me di cuenta de que tenía una gran mueca de enojo en su rostro. "¿Pasa algo?" Pregunté riéndome por su expresión.
"No te hagas la que no sabes, Eve. No podrás pasar la tarde conmigo, no porque tengas más trabajo en la pastelería." Soltó mi mano y cruzo los brazos mirando hacia otro lado.
"¿Ah no? Entonces, según tú, ¿por qué no podré estar contigo?" Esperé por la respuesta de mi hermano pero está nunca llegó, al igual que nunca volvió su mano junto la mía.
Comenzó a correr una vez que el local característico por su color verde estuvo a nuestra vista. Tuve que caminar más rápido para poder así alcanzarlo y tomar su mano de vuelta, pero mis acciones fueron interrumpidas al ver la persona por la cual mi hermano había corrido. Anne.
"¡Anne! ¡Anne! Estas de vuelta." Gritó Javi fuertemente mientras sus piernas seguían en movimiento. En cuanto la peli negra vio el cuerpo de mi hermano correr rápidamente hacia ella, dejo la bolsa de mano que traía en el suelo, al igual que una pequeña caja de cartón que traía entre sus manos, se agachó en cuclillas y abrió los brazos esperando por los de mi hermano para fusionarlo en un gran y caluroso abrazo. Y así fue una vez que Javi estuvo a centímetros de ella.
A pesar de estar enojada por el hecho de que mi hermano había corrido como si nada, y cansada por haber ido tras de él, era imposible no sonreír ante la escena que tenía frente mío.
Desde que Javi entró a la guardería, que fue hace tres años, Anne ha sido su única amiga. Él siempre se la pasa hablando de cómo ella la defiende de los niños mayores que no se quieren juntar con él, o de cómo le acaricia el cabello mientras le cuenta su cuento favorito a la hora de dormir. Pero cuando Anne se enfermo hace un mes tuve que estar pasando más temprano por Javi porque era más difícil para él estar en la estancia solo todo un día, y sin alguien quien le hablara ni apoyará.
Me acerqué despacio y sin decir palabra alguna, no siendo capaz de arruinar su bello reencuentro. Y fue solo cuando estuve lo suficientemente cerca que pude notar los sollozos provenientes de ambos. Me sorprendí demasiado al darme cuenta que en verdad se habían extrañado lo suficiente como para derramar unas cuantas lagrimas al verse.
Al notar mi presencia, Anne se separó de mi hermano mientras se secaba las mejillas con su dedos aún temblorosos, de acerco a mi, y al igual que hace unos momentos con mi hermano, me abrazo fuertemente, susurrando que me había extrañado al igual que a Javi. Sonreí ante su gran cariño devolviéndole el abrazo, y le dije que era un gusto enorme que estuviera sana y de vuelta. En cuanto se separó de mi, Javi no perdió otro segundo y la abrazo por la piernas.
"Te extrañe mucho, mucho, mucho, Anne." Repetía una y otra vez . Él en verdad la amaba. Anne se río un poco y se agachó para tomarlo entre sus brazos.
"Yo también te extrañe demasiado, pequeño." Le besó la frente y lo abrazó una vez más. "Pero que mala educación la mía. Estamos aquí en el frío cuando tenemos un edificio calientito a unos metros. Vamos." Río un poco ante su desconsideración hacia nosotros.
"Lo siento mucho, Anne, pero no podré entrar esta vez. De hecho, ya voy tarde al trabajo y no me gustaría quitarte el tiempo." Cheque mi reloj en mi muñeca izquierda, y sí, como había dicho, faltaban 20 minutos para que mi turno comenzará.
"Jamás me quitarías el tiempo, Eve. Pero entiendo. Javi y yo te estaremos esperando para cuando vuelvas en la tarde." Me sonrió maternalmente.
Asentí con una sonrisa de vuelta, me acerqué a Javi y le di un beso en la frente recordándole que se portara bien. Esperé a que entraran al local para así poder darme la vuelta y seguir caminando hacia mi destino.

Dancing In The SkyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora