Capítulo 1

11.6K 313 64
                                    


Por que la vida es tan efímera que hay que vivirla como un suspiro, vívela mucho, vívela lindo.

~•~

La noche estaba fría y más oscura que de costumbre, el barrio donde habíamos llegado me daba cierto terror, al parecer había llovido antes de que nosotros llegáramos, las calles tenían baches que formaban grandes charcos, Leo se mostraba inconforme, pero trataba de ocultarlo para que yo no me sintiera mal, no es que eso ayudara mucho, pero yo no dejaba que se diera cuenta, no teníamos muchas opciones, Leo tenía mucho dinero, muchísimo, me constaba, pero no podíamos darnos el lujo de alquilar la suite más cara y darnos los mejores lujos, debíamos mantenernos al margen hasta que solucionáramos mejor las cosas, y supiéramos que seguía luego de este paso.

–Estas seguro de que es aquí Leo, este lugar parece extraño, no crees que ese chico... ¿Dante? No lo se, nos engañó.

–No Lis es aquí– se acercó a un callejón y abrió una puerta de metal algo oxidada con unas llaves gastadas– Entra.

Al entrar el lugar estaba cálido y para mi sorpresa no era horrible como me lo había imaginado todo el camino, eso me calmaba bastante, estaba decorado con muebles negros de cuero en una sala pequeña con una televisiva algo vieja, tenía una cocina aceptable y limpia con algunos utensilios de metal, cuadros de motos y carros extraños que yo no conocía, baño pequeño pero muy limpio y una habitación amplia con unas camas Twins dos armarios, ventanas y un aire acondicionado cuadrado incrustado a un lado de la pared. La vida que nuestros padres nos habían brindado es todo aquello que se muestra en las películas de millonarios exagerados, tal cual, incluyendo la amargura y el pesar de vivir sin amor, prefería esto a seguir viviendo en una jaula de oro con de todo y sin amor.

–No está mal.

–Luego conseguiremos algo mejor esto es solo para plantarnos un tiempo– mi hermano deja las maletas, se tira a un mueble y enciende su nuevo celular–Mañana iremos por el tuyo.

Me recuesto a su lado– ¿Estaremos bien verdad?– a pesar de todo me ganaba la incertidumbre.

–Siempre que estemos juntos.

Suelto un suspiro, de camino aquí casi me arrepiento, casi dejo las maletas y me lanzo del tren, sin embargo más tarde pensé mientras pasaban las horas en el camino, que atrás no había dejado nada, mis padres apenas nos habían declarado una mirada de afecto alguna vez, no tenía amigas y muchos menos un novio real, era poseedora de un un Ken nuevecito de caja, gay hasta la médula, hijo de unos homófonos muy grandes y arcaicos, que no podían dejar que la sociedad supiera algo así de su preciado y único hijo heredero de negocios y bienes, así que lo emparejaron conmigo, la tierna y dulce hija de los abogados Guzmán, una familia respetable y digna para su muñeco. Mierda, pobrecito, es un chico increíble y tierno, si solo su familia lo aceptará fuera un joven feliz, por otro lado estaba ese rechazo total que recibíamos de nuestros padres, no me explicaba que era aquello tan malo que habíamos echo como para merecer ser tratados como la preste.

Decidimos irnos a dormir el viaje fue largo y bastante cansado, debíamos descansar, porque nos esperaban muchas cosas que enfrentar al otro día.

No pude dormir en toda la noche pensando en si nuestros padres nos estarían buscando, seguro que sí, están jodidamente perdidos en dinero, dinero sucio, pero dinero al fin, nos buscarían, nos encontrarían y nos obligarían a vivir esa horrible vida tóxica y falsa, sin escapatorias, quitándonos toda esperanza de libertad y felicidad.

C.A.O.S ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora