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Era en ese preciso momento, si, ese momento en el que al fin Maggie hacía la maleta, un grande baúl repleto de cosas de magia y hechicería, las cuales le llevarían al gran camino de la magia.

Sin  demorarse ni un segundo, se cepilló su enredado pelo, se observó el el espejo colocándose bien las cejas y comprobando el aliento y corriendo agarró el baúl dirigiéndose hacia la puerta de entrada.

-¡Mamá corre!- Le gritó a su madre con impaciencia mirando el reloj.

Su madre, agarró el bolso de la entrada con sus pequeñas manos y corrió al ascensor con el padre de Maggie y su hija.

Ya en la estación, Maggie miraba la lista de papel que tenía desde hace dos días antes, en la lista ponía "andén 9 y tres cuartos"... ¿Andén 9 y tres cuartos? ¿Pero qué es eso? ¿existe?

Maggie sólo llegó al andén nueve, no sabía a donde había que ir, pues no existía el andén nueve y tres cuartos. Entonces, hubo algo que le cambió la idea, dos columnas mas adelante, un niño un tanto despistado, de pelo negro y gafas, de adentró en una columna, y no apareció más.

-¡Mamá, aquí!. -Gritó Maggie señalando descaradamente con el dedo a la columna. Su madre y su padre, fueron rápidamente con el dedo en los labios indicando silencio.

-Hija, no lo grites, son muggles y si nos descubren la fastidiamos, tienes que ir con confianza a la columna y entrar, nosotros nos despedimos aquí. -Dijo su padre abrazándola. 

Su madre la abrazó y la besó por la frente. La niña sonrió y les despidió con un gesto con la mano. Cogiendo velocidad y carrerilla, fue corriendo hacia la columna, de ese modo, entrando en un vagón de un extraño tren.

-Hola buenas, bienvenida al expreso de Hogwarts, en este viaje, disfrutará de una experiencia para conocer a compañeros principiantes como usted, tendrá la oportunidad de comprarse golosinas sacadas de las mejores fábricas...- Estuvo diciendo un señor con traje que daba la bienvenida en la puerta. Pero Maggie le interrumpió.

-Si, si, hola. -Le dio la mano y cogiendo el baúl distraída lo colocó en el soporta-maletas de encima de su asiento, el cual venía con mesita. 

Un niño de pelo rubio engominado y aroma fresco, se dirigió hacia ella con ambiente superior. Ella, desafiante, le echó una mirada de desprecio, y el, sonriente, le dijo su nombre.

-Hola, me llamo Draco Malfoy. -Dijo el muchacho ofreciéndole la mano.

-Hola, yo me llamo Maggie.- Hubo un silencio incómodo.

Para romper ese silencio incómodo, Draco sonrió cálida y tímidamente.

-Bueno... pues si quieres unos amigos y yo estaremos en ese bagón de allá, cuando quieras podrías pasar... no se, lo que quieras. -Dijo observando que Maggie le sonreía.

-Vale, probablemente me pase luego, gracias.

El chico se fue, y Maggie se quedó en ese asiento acariciando a su lechuza, la cual estaba nerviosa, como ella. El vagón, se empezó a llenar de gente, gente mas mayor que ella. La joven bruja, comenzó a preocuparse por que no vio a ninguno mas de su edad...excepto Draco, Draco Malfoy.                                                                                                                                                                                       Entonces, caminando con paso seguro, abrió la estrecha puerta que separaba un vagón de otro. La cruzó, y se encontró a muchos jóvenes de su edad, con los ojos, fue buscando un rostro pálido y un pelo engominado rubio. Entonces, su mirada se frenó en seco, si, ahí estaba. 

NADIE VIO LO QUE YO VEÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora