–¿Qué has hecho? –preguntó el taxista mirándome directamente.
–¿Perdón?
–Una chica tan preciosa no puede estar loca –continuó hablando pero lo interrumpí.
–La belleza no es símbolo de cordura ni mucho menos –respondí mirando por la ventana– a veces los demonios se esconden en las pieles más bonitas.
Él no respondió, y no me habló en todo el trayecto. Todavía tenía mi móvil y el guardia está informado de que no debe quitarmelo, ese será mi primer punto: ¿les importa la opinión de la policía? ¿Siguen sus órdenes?
Cuando el coche paró agarré mi bolsa de mano y me coloqué mis gafas de sol, enseguida salió el guarda y agarró todas mis bolsas del maletero. Se colocó detrás mío y me dijo que entrara, así que así lo hice.
Caminé decidida y abrí las puertas de la entrada, entrando sin parar y sin mirar a los lados, donde los locos se encontraban creo que comiendo. Una genial hora para llegar. Y entonces en contra de mi voluntad, giré mi cabeza, parando en seco al ver a un grupo mirándome fijamente, el pelirrojo se había puesto de pie y se acercaba hacía aquí. Y cuando pensaba que ya podía tocarme, el cristal se lo impidió, así que chocó sus manos contra este y me sonrió, me sonrió de la manera más perturbadora que había visto.
Y no paró de mirarme en todo mi camino por ese pasillo, separado de los psicópatas por el débil cristal.
El guarda me llevó hasta mi celda, sin ningún tipo de lujo o preferencia, donde dejo todas mis bolsas y cerró la puerta de metal con llave. Miré alrededor y me dí cuenta, nadie estaba informado de que hacía yo aquí en realidad, todos se pensaban que era una loca, ese era un detalle que los policías no me contaron. Saqué mi teléfono lo más rápido que pude y marqué el número de Jim, un tono, dos tonos, y me colgó. Enfadada y con la impotencia recorriendo mis venas lancé el teléfono contra la cama, que para mi suerte era tan dura que este no rebotó ni se rompió.
Me lancé en la incómoda cama y noté que algo en mi espalda me molestaba, tenía que llevar uniforme, uno de rayas blancas y negras, acabado en falda, horrible. Por mi cabeza solo pasaban preguntas del estilo "¿cuando he acabado aquí?" "¿por qué acepté?"
No se cuanto tiempo pasó hasta que alguien abrió la puerta, me miró de arriba abajo muy descaradamente y alargó su mano para indicarme que podía salir.
–Es hora de la cena, Sherlyn –lo fulminé con la mirada por usar mi nombre de pila, pero no le importó, me agarró del brazo para sacarme fuera y me acompañó a una fila donde más reclusas se encontraban.
Caminé cruzada de brazos, nunca me había visto en una situación similar. Tenía 19 años y ya estaba en un manicomio, y encima sin estar loca.
–¿Eres nueva? –me preguntó una chica detrás mío–. Nunca te había visto.
Asentí pero no la contesté, ella sonrió ampliamente.
–¿Qué has hecho? –preguntó y la miré mal–. Bien no me lo digas, pero quizás sería bueno que lo hicieras, una chica como tu necesita amigos aquí, amigos que la defiendan. Pareces bastante indefensa ¿Sabías?
¿Que sí lo sabía? ¡Claro que lo sabía! Yo no había hecho nada nunca, mi vida no era emocionante y no era capaz ni de tocar una mosca, pero supongo que eso tenía que cambiar. Me giré completamente hasta quedar cara a cara con ella, que amplió su sonrisa.
–Estoy aquí, ¿no? Tan indefensa no seré –me crucé de brazos y ante la mirada amenazante de una guardia me volví a girar.
–Me caes bien –dijo la pelinegra– tu y yo seremos amigas.
La fila avanzó y entramos en la sala gris, con las mesas grises, y todo gris. El grupo del pelirrojo estaba allí y todos giraron su cabeza cuando entré, supongo que es lo que tiene ser la nueva. Agarré una bandeja y dejé la cocinera me la llenara de algo que no me iba a comer, arrastré mis pies hasta una mesa prácticamente vacía y me senté, removiendo la comida con el tenedor de metal.
–Bien, me llamo Anastasia di Salvo –la pelinegra de antes se había sentado a mi lado y yo no me había dado ni cuenta–. Puede que te suene mi nombre claro.
Me reí sarcásticamente, y negué con la cabeza. Ella sonrió y apartó su bandeja con la mano.
–Está bien, en realidad no soy nada famosa –dijo y yo sonreí–. Volveré a intentarlo, ¿que has hecho?
–No te lo diré –dije y ella rió, le extendí mi mano la cual aceptó sin pensarlo–, soy Sherlyn Maddox. ¿Que has hecho tú?
–Eso no me parece justo –apartó mi mano y continuó– maté a mi novio y a su amante, fue liberador si te digo la verdad.
La miré atónita, ¿que esperaba yo? Claro que había matado, como todos aquí. No sé porqué me sorprendió, ni mucho menos porqué seguí hablando con ella, pero lo hice.
–Te llamaré Ana, o Stas, ¿te parece bien? –pregunté y esta aceptó, sacó de su bolsillo un flan y me lo entregó, junto con una cucharilla que tenía en su bandeja.
–Come, eres nueva pero ya sabrás que aquí hay que adaptarse, coje lo que tienes o sino roba para conseguirlo. Hay que sobrevivir –Agarró su bandeja y se levantó–. Te veo mañana Lyn.
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Criminal⚝JeromeValeska
Fanfiction❝-Soy un monstruo querida -dije en un susurro, acercándome a su oreja-. Yo no puedo amar. Y ella rió, rió como solo solía hacerlo yo. -Te contaré un secreto Jerome -dijo y empezó a darse la vuelta- los monstruos también se enamoran.❞ ⚠︎PROPUESTA⚠︎