Capítulo 3

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La seriedad del maestro, su mirada fría junto a la de su nieto, todo eso no podría evitar aterrar a cada uno de los miembros de la tribu. Dirigió su vista hacia Lucy, que sintió un miedo similar al que Erza le provocaba cuando desobedecía algo. 

-Señorita Lucy -comenzó, caminando lentamente hasta ella. Natsu miraba fijamente los movimientos del anciano sin prestarle atención a, para él, "su mascota"-. Sabemos lo importante que es un compañero, pero debe tener en cuenta que usted ahora es uno de los nuestros. -Lucy no pudo negar tan argumento, pero seguía siendo injusto ya que ella no había decidido ese destino. Laxus puso la vista en Natsu haciendo que se tensara más. 

-Y Natsu debe saber mejor que nadie lo que significa eso, ¿no? -cuestionó sin apartar la mirada. El peli-rosado bajó la cabeza, no sin antes sacar un chasquido de molestia. 

-Gray. -Makarov le hizo una señal al peli-negro con sus manos arrugadas y éste entendió. Fue a desatar a la peli-azul, no sin antes tomarla de las manos para asegurar que no haga mucho daño. La pequeña dama pataleaba y se retorcía, pero no podía hacer mucho contra el firme agarre de Gray. 

-Yo puedo encargarme de esto. -Entre los aldeanos, Gajeel pasó con una venda rodeando su frente. Levy dejó de patalear ante la presencia del macho peli-negro. 

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-Quiero irme a casa... -murmuró mientras caminaba en camino hacia la cueva del peli-rosado. A pesar de que lo comentó en voz baja con el único propósito de que él no la escuchara fue completamente en vano. Natsu volteó y la miró con un el ceño fruncido. Happy estaba realmente preocupado por la relación de esos dos, pero no podía hacer más que limitarse a volar cerca de ellos con rostro preocupado. "Quiero irme a casa", fue su primer deseo cuando ese macho la secuestró y la ató. "Quiero irme a casa", siguió siendo su deseo cuando las miradas llenas de un sentimiento que ella desconocida de los hombres se clavaron en su ser. "Tal vez... No me quiero ir a casa", fue uno de sus deseos y el que más guardó en el fondo de su pecho al ver a Natsu tratándola tan dulcemente, liberándola y recalcando el hecho de que ahora era de él, solo de él... "Quiero quedarme", fue al ver al peli-rosado triste por no poder ver a su padre, por ver que él era como ella en algún sentido. Pero esos dos últimos sentimientos cálidos fueron quebrados por la actitud posesiva de él. Ahora, el sentimiento inicial volvía e insistía en quedarse. 

-¡No! ¡Ya te dije que eres mía! -le recordó. Bajó la cabeza completamente desanimada y guardó silencio. Ninguna palabra salió de las bocas del trío formando un silencio incomodo por el camino hasta que llegaron a su destino. Al entrar, los tres se sorprendieron al ver a una pareja peculiar. 

- ¿Así que él es Natsu? ¡Es muy mono! -comentó una mujer rubia con brillos en sus ojos esmeralda. El peli-negro asintió con una sonrisa. Ambos estaban muy cerca del otro, el peli-negro abrazaba por la cintura a la rubia de una manera nunca antes vista por Natsu y Lucy. 

Reconocieron al instante las identidades de esa pareja. 

- ¡¿Zeref?! -exclamó Natsu furioso. Zeref hizo un saludo con su mano sin cambiar su rostro lleno de tranquilidad.

- ¿¡Primera?! -cuestionó Lucy y la mujer asintió feliz. 

-Los mismos. -respondió Zeref. Natsu y Lucy se miraron entre sí. 

- ¿Lo conoces? -preguntó ella. 

- ¿La conoces? -preguntó él. 

-Oh, lamento no haberme presentado. Mi nombre es Zeref, soy el hermano mayor de Natsu. -Natsu seguía enojado, pero Lucy seguía muy confundida, más al saber eso. 

-Y yo soy Mavis, antigua líder de la tribu de las mujeres, un gusto.-se presentó cordialmente. 

-Nuestra repentina aparición se debe a que hemos estado observando las relaciones de las dos aldeas, y ustedes dos han destacado. Tienen problemas cotidianos en parejas de esta época y planeamos arreglarlo. -explicó Zeref. 

Parpadearon, una, dos y tres veces.

- ¿Qué quieres decir con "pareja"? -preguntó Happy. 

-Oh, es un vinculo formado por dos personas que se aman. -respondió Mavis con tranquilidad notable en sus palabras. Una enfermiza tranquilidad para el trío-. Y créanme, ustedes dos se aman. Sabemos que no debemos interferir, pero con los problemas que tienen es lo mejor para su relación. 

-Todo bien, pero... -empezó Lucy. 

-Pero... ¿qué es "amar"? -cuestionó Natsu confundido tanto como o más como Lucy. 

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Levy miraba confundida el plato de carne que tenía en frente. Grande, gruesa y jugosa. Nunca había visto un trozo como ese con las mujeres. Si se lo metía entero en la boca, probablemente moriría atragantada. Sus ojos se cerraron y se volvieron a abrir sin saber que hacer exactamente. 

- ¿Las mujeres no comen muslos de mamut? -preguntó Gajeel quien comía bruscamente de su trozo. Levy negó. 

-No comemos porciones tan grandes... -Sus dedos rozaron con la carne. Olía bien, mucho mejor que la mayoría de alimentos que había comido (lo cual consistía en frutas, verduras, un par de aves al mes, y otro par de verdura más). Su peso la tomó por desprevenida, por lo que no pudo llevárselo a la boca. A Gajeel la escena le dió mucha gracia, fue inevitable que un par de carcajadas burlonas salieran de él. La pequeña la miró algo enojada. 

-Querrás decir que las enanas como tú no comen porciones más grandes que ellas. -se burló. Levy era una mujer inteligente y táctica, lo más torpe que hizo en toda su vida fue ir completamente sola a la aldea de los hombres. Pero el sentimiento de falta la cegó y no pensó bien. La peli-azul decidió responder el comentario de Gajeel con una mirada burla hacia el vendaje de su frente. Sin decir más, sólo burlándose en silencio para hacerlo enojar. 

- ¡¿Qué es tan gracioso?! ¡¿Eh?! Me tomaste distraído, no es justo. -Un extraño puchero salió de él. Levy no contuvo sus carcajadas, sosteniendo su barriga justo bajo de sus pequeños pechos. Gajeel la miró de reojo y sonrió perversamente-. Pero no creo que ahora puedas hacer mucho... -Al notar la mirada perversa de él, Levy dejó de reírse y sonrió nerviosamente. 



Si leen Prisión de Piedra (fanfic NaLu que pueden encontrar en mi perfil) actualizaré esto y con posible lemon en el siguiente capítulo ewe. Ustedes: ¡Puta! Pero qué ofertón  


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