y ahora qué

tengo miedo

Empiezo a tener miedo. Últimamente estoy siendo alguien que no sabía que existía en mi. Me esta empezando a gustar estar sola, a cubrirme, a no llamar la atención, ni sonreír, incluso, ni salir. 

Estoy en una fase en la que tengo miedo de mi misma, jamás había estado en esta situación. Lo único que busco es estar sola, escuchándome solo a mi, y a un reloj de fondo, he de admitir que a veces me pone nerviosa, pero otras me tranquiliza oír como pasa el tiempo y yo estoy ausente del mundo, sabiendo que me puedo estar perdiendo cosas buenas, pero también se que así huyo de la cosas malas. 

Jamás pensé que me gustase estar así, aunque puede que ahora tampoco me guste. Lo que si se, es que no quiero estar rodeada de gente, no puedo salir y disfrutar sin mirar a todas partes esperando reconocer esa cara que no quiero ver, pero que busco sin consuelo.

A mi, que siempre me ha gustado estar rodeada de todo el mundo, a tal punto que me daba igual si los conocía o no, me gustaba conocer a gente, llamar la atención...

Se que todo el mundo pasa por estas etapas de sentirse incomprendida, pero tengo miedo de que me guste más de la cuenta, de no volver a ser yo, de que me hayan arrebatado algo que me caracterizaba tanto, tengo miedo de que lo de estar sola se vuelva rutina, se haga realidad, tengo miedo de no tener a nadie que me escuche, que me comprenda, que me ayude...tengo miedo de no tener a nadie que alegre mis días grises, que haga el sol que haga, yo lo veo demasiado negro todo.

Se que algo me está pasando, y también se que la gente de mi al rededor lo nota, porque ha habido una gran diferencia de como era antes, y como soy ahora. Lo peor de esto es que no ha sido decisión mía, es triste estar mal y no saber porqué, pero se que algún día averiguaré que es lo que tanto me ronda por la cabeza, que no soy capaz de parar de darle vueltas.

Solo pido, que ojala, esto se me pase. 

Y no se, pero mi principal culpable es el amor, no amor con todas las letras, si no la ilusión de esos primeros besos, ese tonteo, ese encariñamiento y esa costumbre de estar hablando con alguien día tras día y que de repente, todo cambie, y que no sea por ti, si no porque alguien ha decidido usarte, y se ha cansado.