q u i n c e (Maratón final 4/4)

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Una semana entera pasó sin que yo tuviera noticia alguna sobre Jos. Mi primera sesión del tratamiento sería dentro de dos días, así que tenía que ir a comprar mi pasaje de autobús a Guadalajara.

Diego y Lizeth habían sido mi mejor compañía en el campus. Los rumores sobre mi ruptura con Jos se habían regado como pólvora, pero no podía importarme menos. Tenía suficiente mierda en mi vida como para llenarme de mierda externa.

Él ni siquiera se molestaba en mirarme. Era como si no existiera para él. Era como si nunca me hubiese conocido...

Esa tarde, al salir de la universidad, me dirigí a comprar mi boleto. Mi mamá no vendría conmigo. Estábamos intentando hacer que la tienda nos diera un poco más de ingresos así que mi mamá se puso a vender postres caseros. Estaba funcionando de maravilla.

Mis episodios de visión borrosa estaban volviéndose frecuentes, lo cual me ponía los nervios de punta, ¿y si el tratamiento no funcionaba?...

—¡Siguiente! —gritó una voz en mi dirección.

Parpadeé varias veces y me encaminé hasta la ventanilla. —Buenas tardes, ¿en qué puedo ayudarle? —me dijo la señorita detrás de la taquilla.

—Necesito un boleto para viaje redondo con destino a Guadalajara —respondí.

La mujer me hizo preguntas de rutina, tomó el dinero y me entregó mis boletos de ida y vuelta. Hacerlo sola era lo que más me aterraba. Estar ahí. Sola. En una ciudad desconocida, me horrorizaba.

—Todavía puedo ir contigo —sugirió Diego la noche siguiente, mientras preparaba mi pequeña maleta.

—Has hecho suficiente por mí, Diego —sonreí en su dirección.

Él me sonrió de vuelta. —Haría lo que fuera por mis amigos.

Bajé la vista a mis manos y pregunté, porque tenía que saberlo—: ¿Has hablado con Mía?

El silencio se extendió entre nosotros. —No quiere hablarme... —dijo, finalmente.

Una punzada de dolor me asaltó el pecho. Todo había ocurrido por mi culpa. Si le hubiese dicho a Jos todo antes, nada de esto estaría sucediendo... —Lo siento mucho, Diego. —susurré.

—No lo sientas. Si está destinado a ser, será. No voy a presionarlo.

—Me encantaría poder decirle cuánto me odio a mi misma por herirlo de esa forma —susurré.

—Algún día se dará cuenta...

Lo miré con los ojos llenos de lágrimas. —Eso espero. De verdad, lo espero...

Esa noche no pude dormir.

No pude cerrar los ojos y conciliar el sueño. Estaba tan nerviosa y tan aterrorizada que no podía dejar de pensar en lo que me esperaba. Las primeras sesiones eran primordiales para el tratamiento.

Durante mi insomnio, recapitulé todos y cada uno de los momentos que pasé con Jos... Parecía que hubiese sido mil años atrás cuando lo vi por primera vez; y al mismo tiempo, no era el tiempo suficiente como para que lo olvidara.

A las tres de la mañana, me rendí. Encendí mi lámpara de noche, tomé una libreta y un bolígrafo comencé a escribir:

"No sé si algún día tendré el valor de mostrarte éstas líneas. Probablemente vaya a tirarlas a la basura o atesorarlas como parte de mis recuerdos...

Soy una cobarde.

Siempre lo he sido. Siempre he sido el tipo de persona que se jacta de comprender el valor de las pequeñas cosas, pero mi realidad siempre ha sido otra. No soy valiente. No soy fuerte. No soy decidida o racional... Ni siquiera soy madura.

Though You Can See Me | Jos Canela a.u.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora