d i e z (Mega Maratón 2/3 )

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No recordaba en qué momento me quedé dormida.

Jos y yo habíamos hecho el amor hasta que el sol había comenzado a salir, y cada vez que sucedía era más maravilloso.

Se había encargado de hacerme sentir completamente cómoda; a pesar de nuestra desnudez, a pesar de mis complejos, a pesar de todo...

Habíamos pasado parte de la noche charlando, entrelazando nuestros dedos suavemente, besando nuestros rostros, absorbiendo todo lo que habíamos perdido del otro tiempo atrás. No hubo ni un momento incómodo, no hubo nada más que dos adolescentes enamorados, entregándose a ese amor tan profundo que sentían.

El frío que sentí en los dedos de los pies me hizo introducir mis pies desnudos dentro de las pesadas cobijas, sábanas y edredones desperdigados sobre la cama. La presión en mi cintura se hizo más firme mientras yo intentaba acomodarme para seguir durmiendo.

—Deja de moverte, _____ —se quejó la voz ronca de Jos a mis espaldas.

—Shhhh —susurré, mientras me giraba sobre mi cuerpo hasta quedar de cara a él, enterrando el rostro en su cuello cálido.

Su abrazo se apretó aún más en mi cintura sentí cómo una de sus pesadas piernas se colocaba sobre mi cadera. Una risita ronca salió de mi garganta, ahuyentando mi propio sueño y el suyo. La risa de Jos, siguiendo la mía, vibró en su pecho haciéndome alzar la vista para mirarlo.

Sus ojos entrecerrados me miraban con anhelo y aprehensión, mientras su sonrisa infantil le iluminaba el rostro. —Buenos días, hermosa —susurró.

—Buenos días, amor —susurré, apartando los rizos alborotados de su rostro.

Un beso suave fue depositado en mis labios mientras mis dedos se enredaban en la melena alborotada de Jos. Un gruñido en apreciación brotó de lo más profundo de su garganta y, de pronto, me encontré atrapada entre su cuerpo y el colchón de la cama.

Sus dedos se enredaron en los míos, tirando suavemente de mí hacia arriba. Lo seguí fácilmente, mientras nos conducía al baño de la habitación.

Nuestros labios se encontraron en un beso suave mientras él tanteaba en busca del grifo del agua caliente. Una sonrisa se deslizó por mis labios cuando su voz resonó contra mi boca, maldiciendo su torpeza.

El agua comenzó a caer a raudales y la habitación se llenó de vapor caliente en pocos minutos. Jos tomó su tiempo templando el agua antes de introducirnos en ella.

Mi carne se puso de gallina al sentir el calor del agua corriendo por mi cuerpo y cerré los ojos, relajándome ante la agradable sensación.

Jos me abrazó contra su cuerpo húmedo y cálido mientras nos quedábamos quietos debajo del chorro de agua. —Te extrañé tanto —su voz fue amortiguada por el agua que caía sobre nosotros, pero la sentí dentro de mis fibras más sensibles.

—No tienes idea de cuánta falta me hacías —murmuré contra su pecho.

Sus brazos se apretaron alrededor de mi cuerpo y suspiré. Ahora todo se sentía en orden. Todo se sentía como se supone que debía sentirse desde un principio. —Date la vuelta —pidió Jos, abandonando su abrazo apretado.

Yo obedecí y lo sentí masajeando mi cuerpo cabelludo con shampoo. La sensación cálida y cómoda que me invadió colmó mi pecho. Sentí la espuma jabonosa recorrer mi cuerpo mientras Jos frotaba mi cuerpo con la esponja de baño y un poco de jabón.

Cuando el jabón abandonó mi cuerpo me volví para encararlo y le hice una seña con mi índice, indicándole que se girara sobre sus talones. Él obedeció con una media sonrisa coqueta dibujada en el rostro.

Though You Can See Me | Jos Canela a.u.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora