Capítulo 17.

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-Hasta pronto, Ian -dije.
Cuando lo vi introducirse a su departamento, me giré a mirar a Tom, quien seguía parado allí, de brazos cruzados y mirándome.
-¿Decidiste hacerle caso a Sharon? -bromeó.
-¿Qué? -inquirí, confundida.
Se separó de la puerta cuando yo me dirigí para abrirla.
-Sí, eso de buscarte pareja -musitó, pero la broma ya no le salió como tal.
Exploté en estruendosas carcajadas.
-Sólo salí a tomar un café con mi vecino para conocerlo mejor -expliqué-. Eso no tiene nada que ver con los planes macabros de Sharon.
Él río.
-¿Con que son macabros? Se lo voy a decir, te acusaré -bromeó, divertido.
-No hace falta, ella lo sabe -abrí la puerta y Tom se introdujo detrás de mí-. ¿Si sabes que Sharon llega hasta las ocho verdad? -dije, sarcástica.
-Lo sé, pero es que no tengo mucho que hacer y es mejor pasar el rato aquí mientras que la espero.
-Bueno, es agradable tenerte aquí mientras que llega -pensé... esperen, esperen, no lo pensé, ¿lo dije?
-Gracias, qué linda -musitó y en ese momento di gracias de encontrarme de espaldas puesto que todo el color se me subió al rostro-. Mañana saldremos todos, así podrás conocer a mi hermano, Bill, ¿lo recuerdas? -dijo, totalmente ajeno al caos que estaba habitando en mi interior debido a sus palabras.
-Emm... sí, estoy emocionada -farfullé.
-Bill también.
Así, planeamos lo que sería el día de mañana y estar a su lado lo encontraba cada vez más cómodo y magnífico. Él tenía ese raro poder para maravillarme, dejarme sin el habla o adivinarme los pensamientos a veces; era simplemente sensacional y la fierecilla se regocijaba llena de felicidad; pero sólo hasta que llegaba Sharon, porque luego, al verlos reírse el uno con el otro y llamarse "amor" ésta empezaba a incomodarse y me hacía salir de la escena cursi que no queríamos ver ni ella ni yo. Porque empezaba a resultarme drásticamente incómoda.

-¡Bestia, arriba! -Sharon tenía la costumbre de despertarme con golpes en la puerta, por eso era lindo que se fuera a trabajar.
Balbuceé entre la almohada y luego comprendí que los molestos golpes en la puerta no pararían hasta que Sharon me viera con los ojos abiertos. Me llevé los puños a los ojos y comencé a frotarlos para desemperezarme, luego abrí paso a un bostezo grande.
Me paré con pereza y abrí la puerta, Sharon estaba en la cocina buscando algo en el refrigerador. Me miró.
-Ponte algo lindo, algo azul, a Bill le gusta el azul -dijo.
-Estás loca -musité y me di la vuelta para vestirme.
-Si quieres gustarle a Bill, escucha mis consejos -gritó desde la cocina.
-No quiero gustarle a Bill, ¡ni siquiera lo conozco! -me quejé, saliendo de nuevo de mi habitación; increíblemente asombrada del esfuerzo de Sharon por emparejarme.
-Sólo vístete, ¿quieres? Ellos llegarán en cualquier momento.
-Eres perversa -la fulminé con la mirada.
-Pero así me quieres -me sacó la lengua y me vi obligada a reír.
-Tonta -dije.
Me vestí con una blusa azul turquesa y con unos jeans entubados, sólo por llevarle la contraria a Sharon. A los pocos minutos, oí el timbre sonar, y la fierecilla empezó a saltar de un lado a otro cantando el nombre de Tom.
Salí de mi habitación al oír el murmullo de las voces, y allí junto al ángel de oro, reposaba otro. Era muy parecido a Tom, sin embargo, su cabello era liso, casi como el de Ian; su piel, casi del color de la de su hermano, hacía lucir sus ojos cafés, y cuando me sonrió, los pómulos se le elevaron notablemente.
-Hola -musité.
-_______, mira, él es Bill -me dijo Sharon, empujándome por el codo hacía el par de ángeles.
Extendí la mano para saludarle y él respondió mi saludo.
-Hola -me dijo.
No estaba muy segura, pero sentía dentro de mí como dos partes; una, atenta a Bill; pero la otra, atenta a Tom. Seguro la fierecilla estaba dentro de la segunda.
-Bueno, ya que se conocieron, ¿a dónde vamos a ir? -preguntó Sharon.
-¿Quieren desayunar en...? -la voz de Tom habló por fin, y yo, completa, me perdí en ella.
Dejé de oír entonces la conversación que tenían los tres, de hecho, mis ojos estaban tercos y habían dejado a mis otros sentidos inactivos, ya que ellos se aferraban a mantener la vista en Tom.
Los labios de los demás dejaron de moverse, luego me miraron. ¡Reacciona! Me ordenó una voz en mi cabeza. Entonces mis sentidos comenzaron a activarse de nuevo.
-¡______! -me sacudió Sharon.
-¿Eh? -musité, terriblemente desconcertada.
-¿Que si quieres desayunar pizza? -me preguntó.
-Amm... sí -dije.
¿Cuánto tiempo me habían estado hablando?
-Vamos, entonces -concluyó Tom.

Nos dejaron pasar primero y luego, en la Hybrid de Tom nos dirigimos a un pequeño local de pizza, que desprendía el aroma a salsa abarcando alrededor de unos tres metros y medio.
Nos sentamos en una mesa, Tom y Sharon en un lado y Bill y yo en el otro. Ambos enfrente de ambos.
-Pidamos la pizza típica, para que ______ pueda probarla. Apuesto a que jamás has probado una hecha en Italia.
-Eso es obvio, Sharon, ya sabes que no -dije, riendo.
Luego de unos minutos, la pizza estaba servida enfrente de nosotros; y el olor a queso y salsa se desprendía en cada movimiento mínimo de la pizza. Me sirvieron dos rebanadas, que inmediatamente me comí, ya que sabía delicioso; mientras que intercambiábamos la típica información de los que recién se conocen.
Yo miraba a Tom sólo cuando nadie me observaba a mí, evitando ser descubierta mientras lo apreciaba en cada paso que daba, cada gesto que hacía y cada palabra proveniente de sus labios. Él era hermoso a su propia manera y ni siquiera se daba cuenta de eso.

MANUAL DE LO PROHIBIDO. [ADAPTACIÓN] TOM KAULITZ Y TÚ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora