Capítulo 28.

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-¡Hola! -me sonrió, haciendo notar sus pómulos rojizos.
-Qué bueno que llegaste -dije y lo jalé de la mano para sentarlo conmigo.
-Dime, ¿qué pasa?
-Bueno, tengo un muy, muy, grave problema -farfullé.
Sus cejas se elevaron al mismo tiempo en un gesto de sorpresa pero luego pasó a ser un ceño fruncido bañado de un matiz de preocupación.
-¿Qué tipo de problema? ¿Qué es? -inquirió, visiblemente atento.
-Bueno, ¿prefieres que te lo diga sin tantos rodeos? -pregunté, a lo mejor así era más fácil para mí.
Asintió.
-Creo que me gusta tu hermano -dije, casi hablando entre dientes, consumida por la vergüenza.
-¡¿Qué te gusta quién?! -sus ojos cafés se abrieron al igual que su boca.
-No me hagas repetirlo -lo fulminé con la mirada.
-¿Estás enamorada de Tom? -preguntó y su voz se mezcló con alguna chispa de arrebato repentino.
-No, no, no -gesticulé-. Enamorada, no -negué rotundamente, meneando la cabeza-. Sólo, me gusta... mucho -admití, ruborizándome.
-Vaya -se recargó con aplomo sobre el respaldo metálico de la banca-. Ahora somos compañeros del mismo dolor -bromeó.
-Bill, no estoy enamorada de tu hermano -volví a especificar.
-No por ahora.
Le fruncí el ceño y el rió.
-Vamos, cuéntame cómo ocurrió -me palmeó la pierna cariñosamente.
-Bueno -suspiré- creo que fue desde que lo vi. Mira, yo no creo en el amor a primera vista, pero cuando vi a Tom, me atrajo al instante. Tu hermano es muy apuesto.
-Ya he oído eso -musitó Bill.
-Bueno, tú no te quedas atrás -admití.
-Gracias. Continua.
-Él no me dijo que era novio de Sharon, y Sharon tampoco me mencionó que tenía uno; así que mis pensamientos volaron libremente y entonces chocaron contra una dura pared cuando me enteré de que ellos eran pareja.
-¿Cómo te enteraste?
-Oí a Sharon decirle 'amor' y luego besarlo.
-Oh -musitó y quiso fingir indiferencia, pero fue notable que le dolió. Capté entonces que debía guardarme comentarios como ese.
Continué.
-Luego Sharon me explicó que lo eran y... yo comencé a convivir con Tom, ya sabes, mientras espera a que Sharon llegue del trabajo y eso; luego...
-Espera, espera -me interrumpió-. ¿Cómo que convives con Tom mientras espera a que Sharon llegue?
-Sí, bueno, Sharon llega a las ocho de la noche y Tom va a las siete al departamento.
-¿Por qué hace eso? -preguntó, confundido.
-Dice que es agradable estar allí -me encogí de hombros.
La cabeza de Bill se meneó y luego soltó una risita junto con un resuello.
-Continúa, continúa -me instó.
-Bueno, empecé a convivir con él, llevarnos bien es fácil, es agradable y divertido, pero mientras más convivíamos, empecé a sentir cosas por él.
-¿Cosas?
-Sí, ya sabes, ese tipo de cosas -me encogí de hombros.
-¿El cosquilleo en el estómago, la sonrisa idiota en el rostro, el latir inoportuno del corazón, el enrojecimiento de mejillas y las ridículas ganas de verle el rostro a cada instante de cada día?
-Eso... mismo.
-¿O esas ganas abrasadoras de ser tú quien en vez de ella, esos molestos pinchazos en el interior que te fruncen el ceño cuando los ves tomados de la mano, riendo y platicando, y esas oleadas repentinas de tristeza cuando por accidente los descubres besándose?
-Sí -musité.
-Querida mía -se acomodó para mirarme de frente y me miró con un gesto divertido y a la vez compasivo-. Lamento confirmarte que estás enamorada -me hizo un cariño en la barbilla.
-¡¿Qué?! -chillé, atónita.
-¿Por qué no? -preguntó, sumamente tranquilo.
-¡Porque es novio de mi mejor amiga! -vociferé como si fuese obvio-. No debo, no puedo -negué con la cabeza, frenéticamente.
-Uno no decide de quien enamorarse -suspiró-. Y si no, mírame a mí: no debo ni puedo estar enamorado de Sharon, y lo estoy -se encogió de hombros.
-¿Por qué lo tomas con tanta tranquilidad? -vociferé, casi queriéndole sacudir de los hombros.
-Porque no voy a ponerme a llorar ni a atormentarme. ¿Qué más puedo hacer si no es aceptar y vivir con eso? Aunque me duela.
-Y bastante -admití, ahora caía en la cuenta del porqué es que lo entendía desde un principio.
-Ahora sé por qué nunca me juzgaste -dijo, adivinando mi pensamiento.
-¿Y qué vamos a hacer ahora? -pregunté, derrotada ante el sentimiento.
-Tratar de separarlos y hacer que Tom te ame a ti y que Sharon me ame a mí -dijo.
-¿Qué? -le miré, con desdén, crédula.
-Sabes que eso fue sarcasmo, ¿verdad? No vamos a hacer nada, no podemos hacer nada -musitó, lleno de aplomo.
-Por un segundo lo creí -susurré, recargando mi espalda en el respaldo de la silla y cruzándome de brazos.
"Y me gustó" completó una vocecilla en mi cabeza.
-¿Te digo algo? -dije, ignorándola.
-Dime -me miró.
-Creo que Tom se... -me daba vergüenza decir eso, porque seguro Bill pensaría que estaba loca o demasiado enamorada y ya comenzaba a alucinar.
-Se... ¿qué? -me instó.
-Se pone un poco celoso cuando me ve con Ian -terminé diciendo como quien no quiere la cosa.
-¿Ian? ¿El vecino de Sharon?
-Ajá.
-¿Por qué se pondría celoso? -preguntó, con los ojos inquisidores.
-No sé -dije, aunque sí sabía, o al menos, quería creerme lo que pensaba. Que yo de alguna forma le atraía-. Pero he notado que cada vez que tomo a Ian de la mano y que le doy un beso en la mejilla o que me corteja, Tom no parece muy contento -admití.
-¿Te gusta Ian? -preguntó y me hizo recordar cuando Tom lo hizo también.
-Es agradable, pero lo profiero como amigo.
-Entonces, déjame adivinar, ¿utilizas a Ian para darle celos a Tom? -me reprochó.
Lo primero que pensé en decir fue 'No', pero luego, cuando lo pensé más, decir 'No' sería completamente falso; porque consciente o inconsciente, yo hacía aquello para ver el ceño fruncido de Tom en su rostro y luego sentirme bien al saber, o mejor dicho, creer, que yo le robaba algún tipo de sentimiento de inquietud.
Bill interpretó mi silencio.
-_______, eso no se hace -me regañó, como un padre a una hija, o como un hermano mayor.
-La mayoría del tiempo no lo hago a propósito -susurré.
-Y Tom no tiene porqué ponerse celoso -reflexionó-. Esto está muy, pero muy raro -se rascó la barbilla, como pensando y yo sólo me dejé caer de nuevo sobre el respaldo, suspirando. No quería hacerme ilusiones, no debía.

MANUAL DE LO PROHIBIDO. [ADAPTACIÓN] TOM KAULITZ Y TÚ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora