Él sentirá como sus labios se vuelven de papel, respirará aceleradamente cuando sus manos bajen con delicadeza los tirantes del vestido café, tendrá un escalofrío cuando ella le acaricie la espalda con las uñas. Tendrá cuidado de no lastimarla cuando rueden por el piso astillado, la penetrará como si la vida se le fuera en ello. Asegurará que en ese preciso instante, Dios y el demonio se encuentran en perfecta comunión. Llegará la noche, Ella dormirá del lado izquierdo del petate, amarrada con el brazo al pecho de Él, soñará con un momento que se repite sin cansancio, Él soñará lo mismo. Ninguno escuchará el ruido del cerrojo, ni la puerta que se abrirá dejando entrar al padre y al marido que se encontrarán (como ellos) por razones azarosas en la plaza del pueblo (Tendré que justificar eso). Los mirarán con odio, los despertarán de súbito, Ella se colocará detrás de Él sin dejar de abrazarlo. El marido no sentirá furia, ni coraje, no es parte del personaje, será una reacción de conmiseración. El marido enloquecerá y saldrá corriendo de la casa, Ella no lo seguirá, nadie sabrá nadie del marido hasta la mañana siguiente, en la que encontrarán su cuerpo inerte a la orilla del río.

El amor es solo una hermosa mentiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora