Camino en silencio entre caminos buscando su lápida. Tengo que despedirme, tal vez es un poco tarde para hacerlo pero mas vale tarde que nunca. Odio los cementerios, desde pequeña no me gustan pero hago este esfuerzo para decir el ultimo adiós.
Después de un rato caminando al fin la encuentro, su lapida no era nada del otro mundo, mas común no podía ser. Tenia una cruz en el centro, al parecer mi padre era creyente, que asco. Digo observando hasta que llegó hasta una frase: "Gran padre, buen esposo". Leo eso y inmediatamente me dan ganas de destrozar su tumba. Respiro hondo y saco el cuaderno de mi bolso.
-Papá, no lamento hacerme faltado tu funeral. No vine aquí a decirte lo mucho que te amé, no vine a decirte lo mucho que sufrí por ti, no vine a decirte el daño que me dejaste, no vine a decirte nada. Solo vine aquí para decirte adiós, adiós como se debe, sin rencores.
Miro el cuaderno y sonrió. Saco la pequeña botella de aceite que traje y la vierto sobre el cuaderno, enciendo el encendedor que traigo. Observo como el cuaderno arde en llamas. Esperó no causar un incendio. Enciendo un cigarrillo y digo hablando.
-Este cuaderno tiene notas que te escribí a ti en mis momentos de desesperación. Ahora que soy madre, sigo sin entender como tuviste el valor de no luchar por mi. Yo lucho por mi hija y luchare siempre por ella, no importa lo que pase. No importa que tan enojada este, siempre luchare por ella. Papá, adiós.
Doy una ultima calada al cigarrillo y lo apago es su lápida. Camino sin mirar atrás, este ciclo termino.
-Adiós...