Diana
Me despierto con la voz de Carlos susurrándome un "feliz cumpleaños" y un "buenos días". Abro los ojos y está a mi lado sonriendo. Hacía ya una semana que no nos veíamos debido a que han vuelto a los conciertos.
- ¿No me vas a dar un beso ni un abrazo ni nada? Ahora que ya no soy un madurito interesante para ti.
Río y me incorporo para abrazarle y darle un beso que por lo menos estará en el top 10 de nuestros mejores besos.
- Para mí nunca dejarás de ser interesante, dragoncito.
No, ahora no, por favor. Malditas náuseas. Me levanto corriendo de la cama y voy hasta el baño donde echo lo poco que cené anoche. Carlos está a mi lado apartándome el pelo de la cara y mirándome con gesto preocupado. Cuando ya me siento un poco mejor, tiro de la cadena y me lavo los dientes.
- Hey, ¿que pasa? –Puedo notar la intranquilidad en su tono de voz.
- Los nervios por el juicio. –Miento.
Carlos parece creérselo y suspiro aliviada cuando se gira para ir los dos a la cocina a desayunar.
Puede que la causa de las náuseas no sean los nervios, pero estoy igual de inquieta sólo de saber que volveré a ver a Jace. Le denunciamos por secuestro y el juicio será hoy. Se me hace un nudo en el estómago sólo de pensar lo que pasó.
Me siento enfrente de Carlos en la mesa para dos de la cocina. Suspiro, dentro de poco dejaré de desayunar aquí. Sólo tengo otro mes y medio de margen antes de que Carlos empiece a sospechar. Desayuno sin mucha gana, pero ahora que tengo que comer por tres y no puedo saltarme una comida.
Termino mi tostada y mi colacao y voy al baño a darme una ducha. La ropa ya está elegida y colocada sobre el pequeño sillón de la habitación de Carlos. Lo compramos un par de semanas después de que volviera a mudarme y me costó una discusión con Carlos.
Yo estaba empeñada en pagarlo con mi sueldo que tenía ahora como fotógrafa, trabajo en una pequeña revista de música aquí en Madrid, y Carlos un decía que lo pagaba él. Al final acabé pagándolo yo y Carlos con un berrinche como si tuviera cinco años. Por favor, espero que ninguno de los "ositos" saque eso de su padre.
Me doy una ducha y miro mi perfil en el espejo. Apenas se me nota la barriga. Tan sólo está levemente hinchada por abajo aunque sólo estoy de seis semanas. Me pongo la ropa que he elegido hoy, una falda recta color negro, con una camisa rosa un poco floja por dentro y una chaqueta también negra, y vuelvo a mirarme en el espejo.
Si me cierro la chaqueta, no se me nota nada la "barriguita". Suspiro y acaricio mi barriga por inercia. Me relaja hacerlo. Me calzo unos tacones negros no muy altos y salgo de la habitación.
Carlos ya está listo, lleva una camisa blanca y un traje de chaqueta negro. Coge mi mano y la besa antes de hacerme dar una vuelta sobre mí misma.
- Estás preciosa.
Sonrío y le abrazo sin pegarle mucho a mí.
Carlos
Diana me abraza pero la noto distante. Lleva así un tiempo. No quiero presionarla. Sé que lo del juicio le afecta mucho. Sólo hay que ver como estaba esta mañana. La estrecho entre mis brazos.
- Todo va a salir bien, lunita. –Le susurro en voz baja.
Ella asiente y se aleja de mí.
- Debemos irnos, es la hora ya.
Salimos los dos de casa, cierro con llave y me acerco a Diana para agarrarla de la cintura. Ella de aparta un poco y coge mi mano. Definitivamente, algo le pasa. Está demasiado rara. Nos montamos en el coche y pongo la calefacción, hace demasiado frío en febrero.
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Was it the rigth thing to do? (Spin-off Saga Diana)
Novela JuvenilUn pie en el tren y otro en la estación. Sabía que iba a extrañarle, le había dicho que estaba cometiendo una locura. Pero creía que no tendría otra opción. Sus vidas estaban destinadas a arrasarse la una a la otra o a separase. Ella refería alejars...