Cuando el volvía...

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Sus blancas e inocentes manitos envolvían y apretaban con libertad la masa que adornaba de colores el mesón, impregnándoselas de arcoíris gracias al colorante vegetal y el hermoso desastre de realizar galletas de merienda. Amaba ver su carita de determinación al realizar cada bolita con el deseo de que posteriormente con el calor del horno se convirtiera en una deliciosa obra de arte; así era Jin, todo un artista al igual que su padre, aunque estaba comenzando con las artes plásticas, las culinarias y en su escuela por hacer hermosos dibujos. Era increíblemente soñador, me sorprendía su manera de recordar las cosas y por supuesto como todo niño de seis años tenía una gran capacidad de exploración e investigación y como no mencionar, de dejar a su madre con nudos mentales con tremendas preguntas que hacía.

-¿Mama será que a papa le gustarán azules o moradas?- preguntó extrayéndome de mi propia conciencia, sus ojos estaban clavados en mi rostro esperando una respuesta, eran bellos y rasgados, no los había sacado de mi era claro.

-No lo sé ¿por qué no pruebas hacerle de las dos? de todas maneras hay suficiente masa. -Llevé un dedo a mi mentón entrecerrando los ojos, como si estuviese buscando en los archivos de mis recuerdos-. Sí, creo que le gustarían de los dos.

-Entonces pintare unas moradas. -Sus comisuras subieron tanto para sonreír que sus mejillas tomaron una forma muy redonda y rosada. Tomé el colorante morado y le agregué dos góticas a la masa que ya él había agarrado para pintar.

-¿A qué hora vendrá papá?- suspiró. Su sonrisa se fue bajando poco a poco y no era por menos, teníamos dos semanas sin verlo, el que se sintiera así provocaba un dolor en mi corazón que quemaba, porque mi deseo eterno era su felicidad.

-No lo sé hijo, él dijo que vendría y sabes que siempre cumple sus promesas, quizás llegue para la cena y podrás entregarles sus galletas o si no más temprano. Seguro tiene mucho trabajo con sus amigos, pero estoy segura que vendrá- respondí acariciando su cabello lacio y negro como la noche, deposité un pequeño beso en él.

-Si lo sé, papá siempre viene. Que genial debe ser trabajar con tus amigos ¿Verdad mamá? Papá debe divertirse mucho. - Su sonrisa volvió a hacer acto de presencia, mostrando unos relucientes dientes de leche, al mismo tiempo que seguía formando bolitas de masa para galletas morada.

-Sí, se divierte bastante- asentí. Lo tome por debajo de sus brazos para bajarlo de la butaca blanca que hacia juego con la barra de la cocina. Al dejarlo en el suelo, agarré las bandejas repletas de galletas de todos los colores y las introduje en el horno ya precalentado.

- ¿Mamá te puedo hacer una pregunta? - Dirigí la mirada a mi derecha donde estaba Jin abrazando mi pierna y parte de mi costado.

-Dime cielo.

- ¿Por qué no he conocido a todos los amigos de papá si él dice que son mis tíos? Si son mis tíos, debería conocerlos, yo me sé sus nombres y se quiénes son y hasta los he visto por televisión, pero ellos no me conocen a mí.

Respire profundo, allí iba, otra pregunta de esas con las que me bofeteaba y me mandaba al limbo.

-Pues sabes que hemos hablado del trabajo de papá y de que se volvería complicado si vamos hasta donde tus tíos están, además, ellos viajan mucho.

-Papá también trabaja mamá.

-Sí, pero el siempre aparta momentos para ver a su familia. - Doblé mis rodillas colocándome en cuclillas y deslicé mis manos por esos bracitos delgados para agarrar sus manos coloridas.

-Y ellos también lo son, tío Chan me lo dijo. - Sus ojos comenzaron a tomar un efecto cristalizado y mi corazón se convirtió en una pasa, suspiré.

Nuestro complicado secreto de amor (Suho, Exo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora