Una noche juntos

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-Aquí estamos.- Dije con entusiasmo. 

Estamos en su residencia. Me siento un poco nervioso. Aún no tengo idea como contenerme ante semejante humana que ha hecho en tan poco tiempo, que se nuble mi mente y solo tenga ojos para ella. Quiero besarla, y ser bueno con ella. Quiero darme la oportunidad de disfrutarla y amarla como el resto de machos acoplados. Pero entiendo que las humanas son asustadizas y pretendo mantener mis instintos en calma, aunque no se cuánto pueda aguantar...

He podido hablar con ella. Es agradable verla sonreír a pesar del dolor de su lesión. Quisiera preguntarle cómo ocurrió ese accidente. Si iba con alguien dentro. Si conducía ella o quizá ¿su pareja?. No puedo evitar sentir celos ante esto último. Si él conducía, la lastimó y le ha dejado una marca de por vida. Pero no puedo sacar conclusiones de ese tipo. Tal vez no fue lo que pasó. 

Dejaré que con el tiempo, si ella le gusta mi compañía y desea verme nuevamente me lo cuente. No pretendo presionarla de ninguna manera. Si ella decide que esto solo fue un simple gesto de amabilidad y que hasta aquí llegó la cosa, con todo el dolor me alejaré. Sólo quiero ser amado pero si ella no está interesada no insistiré. Espero que no me rechace por favor...

Entramos a su casa, no tenía más que pocos muebles. Sé que las viviendas vienen equipadas con todo lo que se necesite pero siempre y si es a gusto del que vive puede re modelar o decorar. Ella no parece que haya hecho algún cambio. Me quedo en el marco de la puerta mirando al interior y no me doy cuenta que me estaba hablando.

-Lo siento. No pude evitar ver que no hay muebles tuyos aquí. Sólo los que vienen con la casa.-

-Es verdad. No consideré traer mis cosas aquí. No me pareció necesario ya que todo estaba amueblado como has dicho. Y convengamos que solo paso el rato aquí y descanso. Trabajo doble turno a veces.- Dice mientras se sienta con dificultad en uno de los sillones de la sala. -Te decía que si vas a estar cómodo en este sillón. No tengo otro cuarto, disculpa.- 

-Tranquila. Antes de ser liberado dormía en el suelo. Aún me cuesta dormir en algo tan cómodo como una cama.- Lo digo con sinceridad sin deje de dolor. Ya es pasado y no me afecta.

-¿Cuánto tiempo estuviste encerrado?- Me acerco a ella y me siento a su lado. 

-No teníamos noción del tiempo. No conocíamos más que nuestras celdas y nosotros mismos.-

-Lo siento mucho. Debió de ser horrible-. Sus ojos le brillan y huelo su tristeza en ella. No puedo evitar acercar mi mano hacia su mejilla y acariciarla en un intento de calmarla. Ella no evita el tacto así que puedo relajarme.

-No es tu culpa. Conozco la diferencia entre humanos que torturan, asesinan sin piedad ni compasión. Los guardias que estaban a mi cuidado disfrutaban de mi dolor y el que le otorgaban a los demás. Incluso apostaban en las peleas que nos hacían participar. Los humanos buenos como tu  y a los que he tenido el placer de conocer son sumamente compasivos. Incluso algunos nos cuidan como si fuéramos sus hijos- sonrío y no puedo evitar mirar esos ojos hermosos y quedarme loco por ella una vez más.

-Gracias por cuidarme y por la ayuda. Has sido muy bueno conmigo.- Sonríe y en lo único que pienso es en besarla, ahora lento y sin descanso. Tranquilo Wager, ¡todo a su tiempo! 

No me doy cuenta que posa su mano en la mía. Siento su suavidad al tacto y no puedo evitar que mis pensamientos vayan en la dirección equivocada: me encantaría que me tocara por el resto del cuerpo. No me quejaría. 

Me acerco a ella, sólo quiero seguirla tocando hasta que ella me diga que pare. Pero al momento de ese pensamiento me abstengo. No puedo asustarla. El silencio se alarga y finalmente ella dice en susurros: -Hazlo.-

-¿Qué debo hacer?.- pregunto y ella se sonroja.

-Lo siento. Olvidé que podías escuchar más de lo normal. Yo solo...olvídalo. No fue nada.- Está avergonzada.

-Dímelo por favor. Nosotros siempre somos sinceros. No te escondas.- Me acerco aún más a ella, nuestras  bocas están a centímetros. No me rechaces por favor Zoe...

-Bésame-. No lo dudo ni un segundo y la beso. Con suavidad y ternura. Mi deseo aumenta y mis pantalones aprietan. Al cabo de unos segundos, me separo de ella y volvemos agregar aire a nuestros pulmones.

-Eres hermosa.-Baja la mirada y vuelve a sonrojar.-Me gusta cuando te sonrojas.- le sonrío.

-Tu también lo eres. Yo...¿Puedo abrazarte?.-Su pregunta me deja perplejo. Nadie me ha dado un abrazo. Los otros machos lo hacen como símbolo de amistad. Pero yo..simplemente no lo he experimentado. Asiento y ella se acerca a mí. Sus manos cubren mi cintura y su cabeza se deposita en mi pecho. Se siente tan bien.

-Te sientes tan bien entre mis brazos. Eres tan pequeña.- Recuerdo de repente su lesión y no dudo en preguntar: -¿Aún te duele la pierna?-

-Pues, un poquito. Me he olvidado del dolor desde el momento en que me besaste.- No puedo evitar mirarla en mis brazos y ver su sonrojo a flor de piel.

-¿Quieres que te lleve a la cama? debes estar cansada...

-Un poco pero puedes llevarme.-Sonríe.

La llevo a su cama y la deposito con cuidado en el colchón. Sé que querrá su espacio, así que le prometo antes de irme que me quedaré en el sillón y que si llegara a necesitar algo no dude en llamarme. Le doy un último beso en los labios y me dirijo a la sala cuando sus palabras me dejan nuevamente perplejo:

-Wager ¿te quedarías conmigo?



¡Disculpen por la demora! he tenido algunos inconvenientes durante la semana. Espero que les guste.. =)

Wager, entre luchas y apuestasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora