Días desastrosos

El Desayuno Del Eje

Esa mañana, Alemania se había levantado temprano como de costumbre y se había tratado de alistar para asistir a una junta con sus superiores, pero, un fuerte dolor estomacal le había impedido continuar con su rutina. Resignado con esto, ya que no podía ni siquiera caminar erguido por el dolor, volvió a la cama, pidiéndole a Japón que le preparara un té de manzanilla para calmar un poco su dolor.
Mientras todo esto ocurría Italia dormía plácidamente, la luz , que se colaba entre la cortina de la ventana de su cuarto comenzaban a penas a despertarlo, perezosamente buscó su celular entre las sábanas y lo usó durante un rato. Hasta que vió un video en Instagram que le llamó demasiado la atención, sabía que Alemania no le ayudaría, pero tal vez Japón si accederia a preparar el poco común desayuno.

-Nihon! Nihon!- llamó al Japonés que preparaba el té en la cocina.

Por el tono del menor, el asiático dedujo que no sería algo muy importante. Así que terminó el té y lo llevó al cuarto del alemán, que se había sentado y se encontraba utilizando el computador para avisar a sus superiores que no podría asistir y avanzar lo más posible en el papeleo que tenía pendiente. El japonés le dijo que no se esforzarse demasiado para evitar que el dolor se agravara. Pero dejó el té en la mesa y se fue a la habitación siguiente donde estaba Veneciano.
Este último sólo le mostró la pantalla de su celular al nipon esperando que tuviera alguna reacción. El video mostraba en un cámara bastante acelerada como se preparaba una masa similar a la de las crepas y se freían con malvaviscos y chocolate, el resultado se veía absolutamente delicioso, aunque posiblemente fuera empalagoso.
El japones se mantuvo bastante inexpresivo, pero sus ojos brillaban de emoción, lo que no pasó desapercibido para el latino.
-Nee~-dijo alargando las vocales- Nihon~ Quieres prepararlo?
-Hai- Fue lo único que dijo.
Fueron a la cocina, Italia preparaba la mezcla y Japón le pasaba los ingredientes. Una vez esto terminado, pusieron a calentar el sartén con mucho aceite.
Mientras Japón trituraba la barra de chocolate, Italia cortaba por la mitad un par de maxmelos jumbo.
Italia notablemente emocionado revisaba continuamente la temperatura del sartén, recibiendo varios regaños del oriental. Finalmente colocó suavemente la líquida masa y sobre esta el chocolate troceado y los grandes pedazos del malvavisco.
Los dos países miraban con fascinación como la mezcla producía burbujas de aire y se doraba mientras el malvavisco y el chocolate se mezclaban. Japón había traído un banquito de madera y el italiano estaba parado delante de este, más cerca del disco de la cocina.
Cuando creyeron que era suficiente le dieron vuelta viendo el hermoso tono dorado que había adquirido la mezcla.
Por otro lado el malvavisco se derretía y se iba adhería al metal.
El italiano se apresuró a darle vuelta para evitar que se pegara, pero con la mala suerte de que tocó el metal del sartén pegando un gritito y retrocediendo unos pasos hasta atorar el pie en el banco donde estaba Japón, estiró la mano tratando de lograr estabilidad tirando la mezcla rosada que alguna vez fue un maxmelo que se había pegado a la espátula y que fue a parar a lo alto de la pared contraria.
Finalmente Feliciano cayó sobre Kiku, pero este último prácticamente no sufrió en comparación con lo que le paso al Italoparlante.
...
Con pequeñas lágrimas en los ojos el Italiano hundía su mano quemada en agua con hielo, mientra Kiku subido sobre el mismo banquito de madera trataba de limpiar el manchon y Ludwig los regañaba desde su habitación siendo constantemente interrumpido por sus propios quejidos.
Y así empezaba un nuevo día para nuestros queridos países del eje.