Otros cómo nosotros

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Al abrir los ojos, la luz incandescente que permanecía siempre encendida para tortura de los detenidos le prendió las pupilas. Se frotó la vista malhumorado y entonces notó cómo Damon no dejaba de mirarlo. Cómo aquella primera vez cuando le propuso vivir juntos.

—¿Qué? ¿Pasó algo mientras dormía? Demonios me quedé dormido, ¡eso jamás sucedía! —Jamie buscó una respuesta en el rostro soñador y sonriente de Damon, que comenzaba a ponerlo incómodo pues le producía sensaciones no muy varoniles.

—Soñé cuándo nos conocimos, era cómo si lo hubiera vuelto a vivir. Gracias Jamie.

—¿Aún lo recuerdas? Fue hace años, pero dime que nadie se ha metido contigo mientras dormía. —Preguntó preocupado hasta que él músico negó con una sonrisa.

El ilustrador liberó un suspiro de frustración acumulada y volvió la vista a su compañero. Su herida se había enrojecido. Se sintió culpable y trató de observar con más detalle pero terminó desviando la vista afligido. Estaba harto de poner en peligro al rubio, ambos compartían la misma vida pero Damon tenía esperanza en mejorar y sentía que él la estaba opacando.

—Yo también lo recuerdo, Damon. Desde que entraste por esa reja con esa cara de depredador sexual.

—¡Ese eras tú! —El rubio le interrumpió entre risas que disimulo frente a los demás —Sólo has dormido unas horas Jamie, creo que ya ha pasado bastante.

—Tienes razón, tu sueño duró una eternidad porque no te moviste en horas más que para reír. Y antes de darme cuenta terminé cómo tú, sólo que con pesadillas.

El hombre al que Jamie había golpeado les miraba desde la esquina con la camisa ensangrentada. Parecía que le había roto el labio. Jamie pensó en la cantidad de cosas que pudieron haber pasado por su descuido y se removió frustrado. Damon lo notó y pensando que el ilustrador sólo estaba ansioso por irse trató de tranquilizarlo.

—Hey, Jamie, pronto saldremos, sólo eran 48 horas y creo que ya hemos pasado bastantes. Relajate hombre.

—No lo entiendes, Damon. Saliendo de este maldito sitio tenemos que hablar, y el demonio sabe que me morderé mi propia lengua pero es necesario.

El rubio no pudo estar más tranquilo a partir de esas palabras. Pensó lo peor, Jamie quería deshacerse de él. ¿Qué había hecho mal? Por primera vez deseó que el tiempo se detuviera y no salieran de ahí jamás. Estaba harto de ese lugar, pero podría permanecer en el infierno si se trataba de estar junto a Jamie. Ideó un montón de excusas de porque no debería dejarlo, y justo cuando el nudo en su garganta le oprimía más un grito le sacó de su estado.

—Hewlett, Albarn, fuera.

Ambos se miraron y salieron confundidos, efectivamente habían cumplido sus horas pero estar dentro de esa pequeña habitación a rebosar con una maldita luz blanca que no se apagaba ni un segundo les había desorientado. Jamie se sorprendió al ver su billetera intacta esta vez. Antes de salir escuchó el grito de un oficial conocido para él.

—Hewlett, más vale que no vuelvas aquí.

—Esté seguro de eso, oficial. —Jamie alcanzó a Damon que lo esperaba en la puerta. Al abrirse las rejas el olor a libertad los invadió y por un momento todos los conflictos se olvidaron.

Estaba atardeciendo, el clima era relativamente bueno y ambos caminaron en silencio. Damon lo miraba de vez en cuándo, el ilustrador lucía bastante serio. Con sus propios temores el rubio soltó la pregunta sin tacto.

—Jamie, ¿estás molesto conmigo?

El aludido pareció reaccionar y darse cuenta de lo que estaba pasando por la mente del rubio, se detuvo y llevó la cabeza de esté hacia su pecho.

Research (Jamion) (Gorillaz) Jamie Hewlett/Damon AlbarnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora