“Se nos puede despojar de todas nuestras riquezas, de todo lo que amamos; pero nadie, además de la muerte, nos puede quitar nuestra libertad”.
Desde el momento en que nacemos, somos libres.
Aunque tus muñecas estén encadenadas, o simplemente se te obligue qué decir, depende únicamente de ti aceptar la esclavitud o luchar por tu libertad.
Sobrepasa el miedo, la angustia y la miseria.
Valdrá la pena, respirar y sentir la calidez del sol contra tu piel, recordándote que estás vivo.
Caminar por donde se te dé la gana.
Hacer lo que quieras, cuando quieras y como quieras.
Amar y principalmente amarte a ti.
Extender tus alas y dejar tu huella.
Reír, gritar, exigir tus derechos.
Pelear por la libertad de los demás, por sus ideales, aunque no estés de acuerdo con ellos; son libres de expresar lo que piensan.
No conformarte, por favor, no te conformes; aunque todos pierdan la esperanza, no lo hagas tú, te lo ruego.
El tirano puede forzarte a decir lo que le venga en gana, pero está de tu parte creerlo.
Si me llaman rebelde por luchar por mis derechos, por no callarme, rebelde seré.
Si se me denominan como traidora, por no seguir estatutos ofensivos, con falta de libre albedrío, traidora seré.
Lucharé por mi libertad hasta el día que muera, y si eso me condena, que bien así sea.
“Para amar y poder vivir en plenitud, debemos ser libres.”
