2

241 48 22
                                    


Supongo que al final los problemas fueron más que nosotros y llegó un punto en el que los dos dejamos de esforzarnos...
Sabía que te amaba, sentía que me amabas, pero aún así algo faltaba, nuestra relación era algo incómoda y ambos sabíamos que no estaba del todo bien.
Lo intentaba, de verdad lo hacía, pero tú te sentías lejano, frío e irreal.

Yo realmente ya no sabía que hacer, pensé que te conocía y de nuevo aprendí que no.
Supongo que nunca terminas de conocer a alguien.

Sí, te amaba pero ya no podía más, me lastimaba tu actitud, traté de hablar contigo pero tú hacías oídos sordos, así que dejé de intentarlo.
Ya no sabía que más hacer, me estaba volviendo loca tu indiferencia, entonces me resigné. Ibas a perderme y parecía no importarte.
Mis calificaciones empezaron a bajar y los discusiones con mis "amigas" aumentaron.

Pero esa incómoda etapa de no saber qué pasaba con nosotros terminó pronto... Aún recuerdo aquel día, tu mirada era lejana, viendo fijo a través del vidrio, observando un punto inexistente. En total silencio. ¿Qué te pasaba? No sé, estabas extraño, tu cuerpo a mi lado pero tu mente a kilómetros de distancia y esos ojos brillantes estaban apagados, como esperando que una chispa los encendiera de nuevo.
Creo que debí haber notado que algo iba mal ese día.

Yo estuve esperándote con una gran sonrisa y tú llegaste con la mirada perdida. 
Me habías ignorado casi toda la mañana, tu mejor amigo parecía querer que hablaras conmigo pero tú te alejabas.
En un momento, cuando yo estaba sentada con mis amigas me dijiste que querías hablar conmigo y desde ese día todo cambió.
Todo.

La verdad no se que sentí.
Una combinación de todo, ira, tristeza, envidia, melancolía, celos, humillación y estupidez.
Fui tan tonta, tan inmadura que ahora me avergüenzo tanto de lo que hice, y de lo que no hice.

Tú no eras mi otra mitad, o tal vez sí, pero yo no lo vi. Y ya nunca podré verlo.

Cuando llegaste ese día me miraste como nunca, noté que fue diferente cuando el color de tu mirada se fundió con la mía y tus hoyuelos se marcaron definidamente en tu rostro, en el momento en que tomaste mi mano y comenzamos a caminar y cuando quisiste que nos sentemos en esa solitaria banca.
Me miraste fijamente en vez de reojo y susurraste algo casi inaudible, en el instante en que lo dijiste tus ojos no brillaron de la misma forma, cuando lo dijiste no lo podía creer así que solo sacudí la cabeza incrédula.
¿Qué rayos es eso de pedir tiempo?

Me diste muchas razones... En ese momento no me di cuenta pero en realidad estabas terminando conmigo, dijiste que yo había cambiado, que nuestra relación ya no era la misma y ya no te sentías cómodo en ella, sentías que yo no confiaba en ti y que te dolía mucho ver cómo yo era muy diferente con mis amigos a como era contigo.
En realidad esa fue nuestra conversación de despedida.

Y cuando volvimos a hablar en el baile del colegio dejaste muy en claro que todo se había acabado, solo pude pensar que tú no me podías dejar, me amabas y yo te amaba. ¿Qué iba a hacer sin ti? Quise pedirte que no me dejaras, decirte que cambiaría y que las cosas serían mejores, pero no quisiste escucharme.

Dijiste que me veía preciosa con ese vestido y que me extrañabas mucho pero que las cosas no eran tan sencillas, que lo nuestro ya nunca volvería a ser igual.
Yo insistí, en realidad ya no sabía qué decir para convencerte.
Eso me destrozó por dentro... pero te dejé ir. ¿Qué sentido tenía hacer todo un drama? Yo no te iba a rogar aunque moría en secreto.

Adiós, dijiste, y besaste mi mejilla.
Luego comprendí que era una verdadera despedida y lo que viene después de la despedida es irse, y eso hiciste.
Te fuiste.
Y fue cruel.

Quedamos en hablar el próximo lunes, dijiste que lo ibas a pensar, qué tal vez podíamos volver a estar juntos, pero cuando el día llegó ni siquiera me miraste.
Y ahí lo entendí todo.

Mis planes para olvidarte estaban en marcha, era difícil y aún lo es. Te fuiste y yo te miré mientras te alejabas. Y ahí seguía yo.
Mirando como el que creía el amor de mi vida hace unos meses. Se marchaba. Quise decirte algo. Decirte que te quedaras, por ejemplo.

Pero no pude. Las palabras no brotaron de mis labios. Y yo me fui corriendo. No quería que nadie me viera llorar.

Fue tan difícil fingir frente a los demás. Fingir olvido. Fingir felicidad. Fingir. Yo no soy de las que fingen, eso ya lo sabes. Pero en ese momento lo hice. Y les dije a los demás que nada malo me pasaba. Nada. Sólo tenía el corazón roto.

Hace mucho escribí que no me gustan los cambios. Creo habertelo dicho. Creo haberte dicho que te quiero también. Creo que dijiste que me amabas. Y aún así aquí estamos.

Tu allá. Yo aquí. Y un nosotros en la nada. Y eso fue todo.
Ignoraste mis lágrimas. Ignoraste mis razones. Ignoraste mis sentimientos. Ignoraste los tuyos. Ignoraste nuestro amor.

A veces me gusta pensar que también piensas en mi. Me gusta imaginar que también revives nuestro pasado al llegar la noche.

Me gusta creer que volverías el tiempo atrás, para hacer las cosas diferente. Yo lo haría. Yo lo haría.

¿Me extrañaste en ese momento? ¿Me extrañas ahora? Supongo que no. No me buscaste antes así como no me buscas ahora.

Y nuestra confianza se fue lejos.
Y nuestro amor. Y ninguno de los dos hicimos nada al respecto. Todo se fue. Todo acabó ahí.

Habíamos tocado fondo y ambos lo sabíamos.
Me preparé para enfrentar mi último año alejada de ti. Pero no me preparé para lo que venía. Me estaba hundiendo. Me estaba perdiendo.

Tú habías encendido algo en mi. Algo que se apagó con tu partida. Ahora decías que yo no había sido del todo sincera. Ahora sabías que yo no era para ti. Mierda.

De repente todos eran mis "amigos" Me decían que era muy fácil olvidarte. ¿Pero ellos que iban a saber? Ellos no sentían lo mismo que yo. Ni siquiera estaban pasando por algo similar. Si fuese tan sencillo, ya te hubiese olvidado. La peor parte fue fingir ser fuerte. Quería buscarte, escribirte a todas horas. Pero no podía... no debía. Me sentía entre la espada y la pared. Me perdí a mi misma por tu amor. Tuve mucho tiempo sola. Tiempo para divagar.

Tiempo para imaginarme un millón de posibilidades. Un millón de "¿Qué hubiera pasado si?" Pero me dejaste. Me dejaste sola. Me dejaste herida. Me dejaste confundida. Y sin ninguna explicación. Con un insuficiente "nunca podrá ser lo mismo"
Esa debe de ser la excusa más usada de todas. Yo misma la he usado un par de veces.

Las personas cambian. No puedo negarlo. Pero lo tuyo fue una completa metamorfosis. No fue de la noche a la mañana. Pero yo lo sentí así. Perdí al único chico al que he querido realmente.

Cuando terminamos me perdí. O al menos una parte de mi se perdió. La parte que reía por todo. La parte que sacaba buenas notas. La parte que era "chica buena" La parte que hacía bromas tontas. Son cosas que jamás recuperé. Supongo que siempre se pierde algo cuando te quedas sola.

Me llamaron tonta por estar enamorada de ti. Por querer a un chico que no me quería.
Tal vez tenían razón.

Lágrimas derramadas. Una relación tirada a la basura. Ilusiones rotas.
A veces me pregunto si no te arriesgaste por mi porque no fui suficiente.
Suficiente para ti.
Y luego pienso... yo lo habría dado todo por ti. ¿No te bastó?

ForeverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora