Capítulo Dos

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Estaba mirando el humo del cigarrillo cuando escuche la voz de un chico junto a mi.

¿Tienes otro? -señaló mi cigarrillo. No dije nada, sólo saque la cajetilla y el tomo uno.-

Curiosamente era el chico con rastas, no me dijo nada más. Sólo sonrió, se sentó junto a mi y fumo tranquilamente.

¡DiCaprio! -escuche varias voces atrás de mí, no voltee pero el se levantó y comenzó a reír, su risa era... Era llamativa para mi. Sonrei de lado y termine mi cigarrillo.-

Entre al salón y fui a la bodega, saque mi charola y la lave. Salí a ponerla a secar y estaba ahí, sólamente con el chico de negro hablaban y reían mucho, parecía que era con el que mejor se llevaba. Sonríe y volví a entrar al salón. El capitán de los meseros me indicó que debía de estar en la formación en la puerta principal como los demás. Llegué y ya estaban dos filas a ambos lados de la entrada.
Estaban casi todos. Suspire y abrieron la puerta dejando entrar a los comensales.

Buenas tardes, bienvenidos -les decíamos a cada uno al entrar y recogerles los boletos-

Así fue pasadondo el tiempo hasta que nos dijo el capitán que ya entraramos y lo primero que hicimos fue servir refresco, así lo hice en las tres mesas que le habían tocado al mesero del cual yo era su apoyo. Sonreía y le hablaba amablemente a todos, ese era el modo de ganarte a los comensales y te dieran propina. Ya que no estaba en plena libertad de poner una charola y esperar a que esta se llenará de monedas o billetes. Pasaron al menos treinta minutos, y el capitán mostró la charola, debía de ir a la cocina por las entradas.
Mire al mesero y me dijo que fuera yo.
Había olvidado mi charola afuera, así que fui a la cocina y salí por ella, luego regrese por las entradas, y entre llevandolas hasta mis mesas.
Volví a servir refresco. Espere un rato y el capitán nos llamo de nuevo a la cocina; esta vez fuimos todos, sin excepción.
Estuvimos ahí hasta que se anunció la entrada de los meseros, se pidio un fuerte aplauso y que las servilletas empezaran a girar.
Se escucho la música y se hizo la formación tal cual la habíamos ensayado en la tarde. Comenzamos a bailar llevando un recipiente con fuego, me puse nerviosa, demasiado. Me equivocaba y empezaba a sudar, hasta que sentí una ligera voz que me decía "tranquila, sólo sonríe y trata de seguirnos" voltee a mi izquierda y era el rastudo hablándome sin dejar de bailar y sonreír.

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