Unos minutos después, con paso rápido, llegó a la casa de su fiel amigo, y después de llamar a la puerta varias veces, comenzó a desesperarse, ya que su amigo no se encontraba allí. ¿Qué iba a hacer ahora? Brayden era su última esperanza, y ahora había desaparecido sin avisar. ¿Dónde se había metido ahora? No quiso preocuparse demasiado, así que trató de pensar que su colega podía haber salido un momento y volvería en poco tiempo, así que lo esperó durante al menos unas dos horas y media, pero nada, su amigo no terminaba de llegar.
Decidió que no podía seguir esperándolo más, ya que parecía que nunca iba a llegar, y se decidió a marcharse a su casa, total, sin su amigo no podía hacer nada. Sabía que la sirena no se rendiría hasta acabar con él, pero necesitaba a Brayden. En el camino de vuelta a su casa, comenzó a sentirse extraño; como observado. Se estremeció, intuía, o más bien sabía que aquella sensación se debía a la presencia de aquella maldita sirena. Trató de correr, pero fue inútil, no era capaz de mover ni una sola parte de su cuerpo. Unos segundos después, todo empezó a oscurecerse hasta que se transformó totalmente en negro.
Unos segundos después, Joe volvió a despertar; ya no estaba en aquella oscura calle de su ciudad, ahora se encontraba de nuevo en el bosque donde había tenido aquel encuentro con su padre, y también con la deplorable sirena. Ésta vez, su padre no estaba allí, pero la criatura marina sí, pudo ver de lejos su cabello cobrizo. El miedo se apoderó de él, intentó controlarlo lo que pudo y decidió que se escondería detrás de una gran roca que no permitiría ser visto por aquel ser que le estaba quitando la vida poco a poco.
Se fijó detenidamente en la sirena, estaba a la orilla de un enorme charco, arrastrando hacia éste lo que parecía ser un cuerpo humano. Pasados unos segundos, pudo ver el rostro de aquella persona que estaba allí, era... ¡¿Su amigo?! Brayden estaba inconsciente, y era arrastrado sin dificultad alguna por la sirena hacia el charco. Sintió el gran impulso de correr hacia donde se encontraban, pero se contuvo y aguardó en su escondite, pensaba la sirena lo dejaría allí y se marcharía, pero en su lugar arrastró a Brayden hacia la profundidad del agua y un segundo antes de que también ella desapareciera junto a su amigo hundiéndose en el charco, miró a Joe con sus ojos, que ahora se habían tornado a un tono rojo como la sangre. En lo que prácticamente era un susurro, pronunció unas palabras que, al ser oídas por Joe, lo dejaron totalmente helado.
—El próximo serás tú.
Después de eso, la sirena, junto con su amigo, desapareció cómo si la charca fuera muy profunda. Joe no reaccionó después de las palabras de la criatura, corrió hacia el lugar, y quiso meterse en el charco para poder agarrar a Brayden, pero no fue capaz de moverse ni un centímetro de la orilla hasta pasados unos cuantos segundos. Cuando por fin lo consiguió, corrió en un impulso hacia el charco, intentando salvar a su colega, pero se dio cuenta de que ya no estaban. Para su sorpresa, la charca no era para nada profunda, es más, en la parte más honda, él mismo podía permanecer de pie, y el agua le llegaría a poco más arriba de las rodillas. ¿Cómo era posible que dos personas hubieran desaparecido así, de repente? Pensó que el charco era algo así como una puerta para ir de un lado a otro. Presa del pánico, Joe buscó por los alrededores, algún lugar donde pudiera llegar a dar ese charco. Después de no haber encontrado nada, trató de meterse en el charco, pero con él no funcionó de la misma manera, de hecho, lo único que consiguió fue empaparse completamente.
Joe volvió a sentir ese efecto en el cual el bosque se desmoronaba, y en un corto periodo de tiempo, observó cómo había vuelto a encontrarse con una de las habitaciones de aquel lúgubre hospital, con la diferencia de que esta tan solo tenía una camilla y unas cuantas máquinas y cables a los que estaba conectado sin poder moverse.